Un estudio nacional sostiene que cinco de cada diez adolescentes no conoce la forma exacta de utilización. Según Salud, con los adultos pasa algo similar
Tarde. La educación sexual suele llegar a destiempo.
Un estudio realizado por el Instituto Gino Germani, la Sociedad Argentina de Ginecología Infanto Juvenil y el Departamento de Ginecología Infanto Juvenil del Hospital Italiano, señala que a nivel nacional solo cinco de cada diez adolescentes usa el preservativo como método anticonceptivo, mientras que el 35 por ciento confesó no haberse cuidado en su primera relación sexual.
“Encontramos una gran cantidad de errores y falsos mitos que constituyen un verdadero riesgo para la prevención de enfermedades de transmisión sexual y embarazos no planificados”, dijo la doctora Laura Cesarato, a cargo del Departamento de Ginecología Infanto Juvenil del Hospital Italiano, en un artículo publicado por La Nación.
“Durante las charlas en los colegios surgen inquietudes, preguntas y se comparten experiencias, y allí surgen todo tipo de cuestiones. Por ejemplo, dejar el preservativo al rayo del sol, en mochilas o bolsillo trasero del pantalón por varios días; colocarlo justo antes de eyacular; probarlo previamente y llenarlo de agua para ver si está pinchado; usar aceites, vaselina o manteca como lubricantes, lo que puede provocar fisuras en el látex; no sacar el aire de la tetilla que el condón tiene en la punta, con lo cual corre riesgo de rotura; lo mismo que abrir el envoltorio con los dientes o usar dos preservativos juntos; dejar el pene en la vagina luego de la eyaculación por bastante tiempo, el pene se pone flácido y el preservativo puede quedar dentro de la vagina”, enumeró la doctora Claudia Marchitelli, ginecóloga y especialista en patología vulvar.
Para contrastar la información con opiniones locales, Diario UNO de Santa Fe dialogó con la licenciada en Psicología especialista en Sexología y Sexualidad Humana, Victoria Güemes y con el director provincial por la Salud de la Niñez, la Adolescencia, Sexual y Reproductiva, Alberto Simioni.
Campaña centrada en el varón
Inicialmente, María Victoria Güemes coincidió en que muchos usan mal los preservativos, aunque hizo un planteo más sustancial explicando el trasfondo e implicancias de ese dato.
En línea con ello, señaló que si bien es verdad que en los adolescentes se utiliza de un modo incorrecto el preservativo, comparativamente lo hacen mejor que desde hace algunos años. Es decir, actualmente tienen más conciencia de su uso, si bien pueden no usarlo correctamente. En relación a los usos erróneos, según la profesional, “se observa que no saben en qué momento de la relación sexual ponérselos o sacárselos, cómo ponérselos o cómo sacárselos o bien lo utilizan solamente como método anticonceptivo”.
Acompañado con lo último, muchas mujeres que toman anticonceptivos obvian usarlos y/o tampoco les exigen a sus parejas (estables u ocasionales) incorporarlos. Aunque el señalamiento fundamental que hizo la psicóloga y sexóloga constituyó una crítica constructiva de muchas campañas estatales preventivas y educativas. “Las mismas –dijo– se centran en una mirada puesta preponderantemente en el varón; y en el preservativo masculino como el objeto definitorio: se recomiendan el uso del preservativo –masculino– y se reparten preservativos masculinos de manera gratuita”
Para la profesional, esto tiene varias implicancias. Muchas veces las mujeres no se sienten empoderadas, autorizadas (o sienten vergüenza) para exigir el uso del condón. Por otra parte, la forma en que se enfocan las campañas (más que nada en varones y relaciones heterosexuales o en varones y relaciones homosexuales), deja de lado que existen otros métodos de barrera como el preservativo femenino o las campos de látex para el sexo oral anal o vaginal, en todas sus formas y orientaciones y para el sexo entre mujeres.
“Falta por momentos una mirada de género en las políticas de prevención y educación sexual. Contrariamente, en otros países no sucede esto”, resumió la psicóloga. También consideró que la Educación Sexual en las escuelas muchas veces “llega tarde”. Porque si forma parte de la currícula recién en el 5º año, seguramente los adolescentes se iniciaron mucho tiempo antes.
La clave, la familia
Finalmente, la psicóloga sostuvo que con independencia de lo que el Estado y los medios de comunicación puedan decir, la clave es una educación sexual que se inicie de manera temprana y en el marco de la familia.
“Esta debe ser centrada en valores (no en valores religiosos, morales o represivos) sino poniendo el acento en la importancia del autocuidado y el cuidado del otro (sea un vínculo estable u ocasional)”, enfatizó Güemes.
“Desde esa perspectiva –concluyó– es fundamental proveer a niños y adolescentes de la información, las herramientas y el estímulo para el cuidado de sí mismo en su vida sexual. No solamente desde la mirada de evitar embarazos sino de prevenir el contagio de enfermedades de trasmisión sexual. Y por tanto desde una mirada que supere el individualismo que cuide al otro”.
“Muchos lo usan mal”
Por su parte, Alberto Simioni, dijo que los problemas con los profilácticos no solo atañe a los jóvenes sino también a los adultos. Además de señalar el vínculo entre ello y las enfermedades de transmisión sexual.
“Es preocupante en todas las edades y seguramente por distintos motivos. Cuando son muy jóvenes, muchas veces por falta de conocimiento en la forma de uso, otras veces por no pensar en que van a tener relaciones, otras por no medir los riesgos, o no estar en condiciones de lucidez para evitar un posible daño, como el caso de estar bajo los efectos del alcohol u otras sustancias”, dijo. “Porque –agregó–, lamentablemente, la propagación de ITS (infecciones de transmisión sexual) se da en todos los grupos etarios, hasta inclusive en las personas mayores, la tercera edad en donde crecen los casos”.
El femenino
Hay otras alternativas para la prevención de embarazos no deseados y, fundamentalmente, el contagio de enfermedades de trasmisión sexual. Una es el preservativo femenino, y otra el campo de látex que se usa fundamentalmente en el sexo oral anal o vaginal (para el peneano puede usarse el preservativo masculino).
Al respecto, para uno u otro caso el Ministerio de Salud de la Nación, aconseja, para el caso del preservativo femenino: “Revisar la fecha de vencimiento; tocar el envase con las yemas de los dedos para verificar que haya lubricante en su interior; abrir el envoltorio con cuidado para que no se rompa; ponerse en una posición cómoda: puede ser acostada, sentada o como se sienta mejor; sostener el preservativo con el extremo abierto colgando hacia abajo y apretar el extremo cerrado del preservativo”.
Y agrega: “Sosteniendo todavía el extremo cerrado del preservativo, con la otra mano separar los labios de la vagina. Poner el preservativo dentro de la vagina y soltarlo. Con el dedo índice por dentro del preservativo empujar el anillo cerrado hacia adentro de la vagina todo lo que se pueda. El anillo abierto quedará afuera de la vagina. Ahora el preservativo femenino está en una posición correcta para poder usar con la pareja. Guiar suavemente el pene de la pareja hacia la abertura del preservativo con la mano para asegurar que ingrese correctamente”.
“Para retirar el preservativo, girar el anillo que queda afuera y retirarlo suavemente con cuidado de que no se derrame el semen. Envolver el preservativo en el envase o en un pañuelo de papel y tirarlo a la basura, no al inodoro”
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