El debate se abre cada tarde en la redacción cuando nos sentamos a confeccionar la portada de ABC, el único diario de toda la prensa española que comparece con portada y no con primera página
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Un guardacostas turco, ante el cadaver del niño sirio que trataba de alcanzar con su familia la isla de Kos
Tomar decisiones, muchas, en poco tiempo y, en ocasiones, de cierto calado forma parte del quehacer diario de un periodista. Y como somos ferozmente humanos, no pocas veces nos equivocamos. El debate se abre cada tarde en la redacción, cuando nos sentamos a confeccionar la portada de ABC, el único diario de toda la prensa española que comparece con portada y no con primera página. Ayer resultó muy duro.
La fotografía que ahora ilustra esta página 2 debería haber sido la portada de ABC. No lo es porque, tras una larga reflexión entre un buen número de compañeros convocados ante la imagen, decidimos que podía herir la sensibilidad de los lectores tanto como estaba desgarrando la nuestra.
Debo reconocer que cedí a la opinión mayoritaria del Consejo de Redacción. Y que no estoy convencido de haber acertado. Creo que esta fotografía formará parte de la historia del fotoperiodismo. Es imposible no ver en ella el drama de un mundo desigual, cuya realidad y crudeza estamos obligados moralmente a denunciar los periodistas. Es imposible ser persona y no conmoverse ante el cuerpo de ese niño, que bien podría ser nuestro hijo o nuestro nieto.
Sin embargo, el prosaico y materialista tejer y destejer de nuestra cotidianidad quiere que miremos para otro lado y no nos enfrentemos a ese cadáver, que es uno de los miles de seres humanos que padecen el calvario de la inmigración. La foto es de portada. Usted sabrá perdonarme. Ya no sé si me perdonará esa pobre criatura, a la que muchos no quieren o no pueden mirar.
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