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miércoles, 2 de septiembre de 2015

Loyola Norte, entre el amparo de San Ignacio y el abandono

El barrio surgió en 1970, cuando se loteó la quinta de los jesuitas. Hoy, entre el este y oeste de la jurisdicción hay notorias diferencias. Mientras que el primero denota mejoras, el segundo está postergado. Con Loyola Norte termina Crónicas de Barrio.
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Foto:Guillermo Di Salvatore
Los espacios públicos en Loyola Norte no abundan. Por eso, los vecinos se encargan de mantener una placita que se encuentra en el corazón del barrio. Hace un tiempo se cortó un cable de la luz y los chicos estuvieron mucho tiempo sin poder utilizarla porque nadie reparaba en el problema.

Textos y entrevistas: Mónica Ritacca / María Víttori / Soledad Víttori
Cámara: Juan Manuel Víttori
Chofer: Mario Hereñú

Al noroeste de la ciudad se localiza un barrio que, a diferencia de muchos otros, no limita con ninguna avenida troncal. Para llegar a Loyola Norte hay que agarrar Blas Parera hasta Teniente Loza y doblar como para ir al Mercado Concentrador de Frutas y Verduras. Luego, la avenida 12 de Octubre que atraviesa Yapeyú es la que conduce al barrio.

En Loyola Norte las cuadras son dispares. Hay calles más transitadas que otras, “más tranquilas o más peligrosas” en palabras de los propios vecinos. Como dice la regla general de los barrios, el sector oeste de la jurisdicción está más postergado que el este, donde se localizan negocios de distintos rubros y le dan a la zona un aspecto comercial.

Sobre la historia del barrio, El Litoral puede saber que tiene que ver con un legado ignaciano. De hecho, el nombre correcto es San Ignacio de Loyola Norte. Se llama así porque en ese sector de la ciudad, a fines del siglo XIX, estaba la quinta de los jesuitas. En un terreno de 600 hectáreas, se criaban más de 300 animales, se desarrollaban el cultivo y la producción de leche. Todo era para abastecer al Colegio de la Inmaculada. A esa quinta también concurrían los sacerdotes para descansar y los alumnos para jornadas espirituales. En 1970 los terrenos se lotearon y surgió el barrio, que se dividió en norte y sur.

La Compañía de Jesús se quedó con 28 hectáreas que en abril del año pasado fueron donadas al municipio para ser incluidas en el Banco de Tierras de la ciudad.

Loyola Norte linda con Yapeyú al norte y al este, con Loyola Sur al sur, y con San Agustín al oeste.

La inseguridad y las calles

Hoy el barrio pide que se resuelvan dos cuestiones fundamentales: el pésimo estado de las calles y los hechos de inseguridad. “Hay calles que cuando llueve, directamente quedan aisladas. No ingresan remises, ni ambulancias... Hace años que no tiran un mejorado, ni pensar en una carpeta asfáltica”, dijo una vecina.

Con respecto a la inseguridad, los vecinos remarcan que “la realidad no difiere a la de otros barrios”. “Acá hay bandas antagónicas que suelen cruzarse y cuando eso pasa se arman tiroteos. Los vecinos nos enteramos en el mismo momento en que escuchamos los disparos, y es ahí cuando todo el mundo se mete adentro. La policía aparece cuando ya pasó todo”, advirtió un hombre.

Fin de Crónicas de Barrio

En noviembre de 2012 El Litoral puso en marcha Crónicas de Barrio. La idea fue mostrar la ciudad en el marco de un trabajo multimedia —que uniera los tres soportes: diario, televisión e Internet— con el objetivo de darle voz a quienes viven en la capital provincial.

A casi tres años de la primera salida, que fue Alto Verde, Crónicas de Barrio llega a su fin porque se terminaron de recorrer las más de cien jurisdicciones que hoy tiene la ciudad —entre barrios tradicionales y nuevos que surgieron con la inauguración de planes habitacionales.

El Litoral agradece a toda la gente que aportó su granito de arena en cada entrevista con la única finalidad de hacer una mejor ciudad para todos. Quedó claro que la seguridad es la mayor cuenta pendiente en los barrios de la ciudad.

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