Diversas investigaciones aseguran que estando juntas las personas “viven más y mejor”. Opinan especialistas locales
Mirada. “Las personas necesitan construir vínculos con sus semejantes”, dijo Juana Rondina / Foto: José Busiemi - Uno Santa Fe
Diversas investigaciones desde hace tiempo vienen sosteniendo que las personas que viven en pareja o están casadas “vive más y mejor”.
La más reciente es una mencionada por BBC News y fue realizada por los doctores John y David Gallacher, de la Universidad de Cardiff en Gales Unido.
“El estudio fue realizado sobre mil millones de personas en siete países europeos y encontró que las parejas casadas tenían una tasa de mortalidad entre 10 y 15 por ciento menor que la de toda la población”, asegura la publicación y agrega: “Los científicos encontraron también que una relación de pareja larga está asociada con un mejor estándar de vida”.
En contraste, “las personas que no viven en pareja tienen peores niveles de salud y más posibilidades de sufrir ansiedad o depresión crónica que aquellas casadas o que conviven con otra persona”, según un estudio de la Universidad de Valencia (UV), España.
“Convivir en pareja atenúa la mala salud en todas las patologías”, dice esta investigación que sondea el efecto del divorcio o la separación, basada en la Encuesta Europea de Salud 2009-2010.
Y teniendo en cuenta sus conclusiones, subraya el “efecto beneficioso” de la convivencia en pareja, puesto que es una situación que “atenúa la mala salud en todas las patologías observadas”.
Luego de una separación
“La clave no está en el estado civil por sí mismo, sino que la encontramos en la interacción entre el estado civil y la situación de convivencia, por lo que, por ejemplo, vivir con una nueva pareja después de la disolución del matrimonio preserva la salud de las personas implicadas”, asevera además la investigación.
“Estudios precedentes hechos fuera de nuestro país ya habían mostrado que, tanto en hombres como en mujeres, el divorcio aumenta el riesgo de sufrir enfermedades, comporta costes emocionales y puede llegar a lesionar la salud mental”, dice en línea con lo anterior.
“Algunos trabajos también habían demostrado el efecto protector que tiene el vivir en pareja por el hecho que esto ayuda a la integración en la comunidad y reduce el aislamiento”, concluye el trabajo de la Universidad de Valencia.
Coincidencias y contrastes
Con independencia de la rigurosidad y representatividad de estos estudios –que no estamos en condiciones de cuestionar o comprobar–, la información sirve como disparador para intentar ofrecer una mirada especializada de profesionales de la salud locales.
Inicialmente, consultada la psicóloga santafesina Juana Rondina, consideró que dada la condición de ser social del sujeto y de haber nacido y crecido –en general– en el marco de una familia, las personas necesitan construir vínculos con sus semejantes.
Y una de las formas más clásicas es la constitución “de una familia o de un vínculo de pareja que va más allá de los afectos” y que “se consolida en el compromiso, en la construcción de un proyecto de vida”, dijo.
“A la familia –aclaró la profesional– hoy se la concibe más allá del modelo de familia nuclear tradicional. Puede estar compuesta por abuelos, tíos, hermanos, padres o madres solos, por parejas del mismo sexo, entre otras formas. Es ese lugar en donde uno se siente amado, cuidado, contenido; y a partir del cual el sujeto puede construir un proyecto vital”.
Compromiso y estabilidad
Y Rondina fue más allá: “También las comunidades religiosas o de trabajo o servicio, en donde se construyen vínculos de compromiso y pertenencia, se generan lazos beneficiosos” para las personas.
—Las relaciones que se inician a partir del enamoramiento, desde lo libidinal y lo afectivo, ¿qué impacto tienen en la persona?
—Ellas implican la posibilidad de compartir muchas de las distintas dimensiones de realización del sujeto: las físicas, las emocionales, las vocacionales, lo cotidiano, todo aquello que le da sentido a la vida. Para algunos, esto puede incluir también el proyecto y la realización de la paternidad o maternidad, lo cual para muchos puede ser enormemente gratificante.
“Ahora bien –aclaró– para que eso funcione requiere de cierta estabilidad, algo que en las condiciones del mundo actual está ciertamente en crisis y no es fácil de encontrar. Cada vez somos más sociables, entre comillas, aunque de escasa permanencia en una relación a largo plazo. El sujeto necesita realizar un proyecto sobre la base de sueños, valores comunes y un compromiso genuino”.
—¿Podría profundizar esta idea?
—Hoy las relaciones son muy lábiles. Sin embargo, para que sean significativas requieren cierta permanencia. El conflicto de las parejas actuales queda de manifiesto en el hecho de que el valor novedad prima por los valores de continuidad, estabilidad y afianzamiento. En general, todos estamos afectados por el paradigma de la posmodernidad, en donde lo nuevo, lo cambiante, el desafío y la conquista generan más atracción. Esto parece primar sobre el compromiso, la estabilidad, la paciencia y la tolerancia. Hay quienes cambian de relación como cambian de celular.
Mariano Ruiz Clausen / mruiz@uno.com.ar
No hay comentarios:
Publicar un comentario