“¿Este triunfo aporta más desde lo numérico o desde lo emocional?”, fue la pregunta a Russo tras el partido. Y el DT respondió, lacónico: “Vale por todo”.
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“¿Este triunfo aporta más desde lo numérico o desde lo emocional?”, fue la pregunta a Russo tras el partido. Rápido, invadiendo la pregunta como muchas veces suele hacer, el DT contestó: “Vale por todo”. A buen entendedor pocas palabras. Es que, se sabe, los arranques de torneo son siempre complejos. Obligan a rendir al máximo, pero sobre todo a salir bien parado en cuanto al resultado. Es que en un fútbol argentino tan prepotente y poco tolerante, cada caída es una costilla más que se les cuentan a los protagonistas. Pero Central tuvo su sabor del reencuentro. Lo hizo con pie firme, fuera de Arroyito y frente a un equipo que deberá pelearla igual que el Canalla. Fue un punto de partida. Pero no uno más. Porque fue saboreando las mejores mieles.
Y será así con cada triunfo que consiga. Porque cuando eso ocurra, la oxigenación de la lucha por los promedios irá, inexorablemente, soltando lastres. Repasar el salto que dio el Canalla en esa tabla (avanzó un par de casilleros) que aún debe mirarse con vista fija es un buen ejercicio para ponderar lo ocurrido ayer en el desértico estadio Centenario de Quilmes.
Los puntos positivos serán tomados en cuenta como corresponde. Los otros, también merecerán la atención. Aunque claro, todo se irá haciendo y perfeccionando (en la medida que se pueda) con el correr de las fechas. Mañana, cuando el plantel retome los entrenamientos, la satisfacción de haber arrancado con el pie derecho estará impregnada en el estado de ánimo de todos y cada uno de los integrantes del plantel y cuerpo técnico.
Que ninguna porción de agua, por mínima que sea, tenga lugar para agitarse no es un dato menor. Es la parte de la historia que Central vino a buscar a Quilmes. Y el resultado está a la vista. Es un aprobado con todas las letras, aún a sabiendas de que se trató de un partido de bajo vuelo futbolístico, tanto del cervecero como por parte del Canalla. Incluso hasta podría ponderarse la capacidad de resolver un cotejo en el que el nivel ideal afloró sólo de a ráfagas.
El semestre, acotado por cierto, no será sencillo. Las batallas asomarán una detrás de otra y muchas de ellas con escaso margen de tiempo. Precisamente, este semestre no será uno más en la vida de Rosario Central. Se tratará de una excursión corta, con estaciones complejas y a las que habrá que actuar en consecuencia para abordarlas.
Y si en su momento se resaltaron aquellos 26 puntos logrados en el torneo Inicial, hoy no se puede hacer otra cosa más que destacar un arranque de estas características.
Para bien de Central, aquel triunfo en cancha de Argentinos Juniors, que le permitió superar la barrera de las 25 unidades, ayer encontró correlato. Para no sufrir los males de los últimos tres años, lo que viajó de Quilmes a Arroyito fue la sensación de ese dulce sabor del reencuentro.
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