Este año se registraron un total de 2.412 separaciones en el Registro Civil de la capital. En 2012, los casos ascendían a 3.103. Las rupturas son más frecuentes en gente joven.
Diario UNO |
En lo que va del 2013 se inscribieron un total de 2.412 separaciones en el Registro Civil de la ciudad. Con relación al año pasado, las separaciones disminuyeron un 28,6 %, teniendo en cuenta que durante el 2012 un total de 3.103 matrimonios decidieron poner punto final a su vínculo.
“Este número es lo que llegó este año al Registro Civil, lo cual no quiere decir que sean todos divorcios del año, pueden tratarse de separaciones anteriores”, afirmaron desde el Registro Civil.
Cuando la Ley de Divorcio entró en vigencia en el 1987, se divorciaba uno de cada tres matrimonios, en ese momento la mayoría de los divorcios se produjeron para regularizar una gran cantidad de separaciones de hecho, que hasta ese momento no contaban con una ley para disolver el vínculo.
Conflictos familiares, problemas económicos, indiferencia, desgaste, infidelidades; son algunas de las causas que pueden llevar un matrimonio al borde del abismo.
Pero, cómo se puede evitar llegar a una decisión tan drástica? En la actualidad muchas parejas buscan rescatar el vínculo, para esto recurren a los consejos de amigos, familiares y profesionales.
Diario UNO dialogó con Carla Bortolotto, psicóloga y especialista en terapia de parejas, sobre los factores que llevan a una pareja a buscar tratamiento en un consultorio. La profesional recalcó que la terapia es uno de los últimos intentos que realiza la pareja para ver qué pueden hacer.
“Generalmente cuando las parejas consultan la mayoría lo hace para no aceptarse. Es una búsqueda para tratar de entenderse y ver si pueden sostener la pareja”, afirmó Bortolotto.
En la mayoría de los casos, los conflictos surgen por motivos individuales y personales no resueltos que se depositan en el otro integrante del vínculo. En otras ocasiones, los sujetos que están heridos en su susceptibilidad no se escuchan con el otro y no se ven. “ En estos casos, se demandan cosas que no se corresponden y terminan teniendo un vínculo tóxico. Cada vez más pesado”.
La pareja es un organismo vivo, que necesita de atención, de miradas y nutrirse para seguir caminando unidos.
El objetivo de la terapia es mirar qué está pasando y que cada uno intente responsabilizarse de sí. Es un camino en la búsqueda propia, para que cada sujeto se haga responsable de lo que es suyo y no lo ponga en la pareja.
En la actualidad el principal causal de consultas gira en torno al desencuentro que hoy experimentan los integrantes de la pareja, el no verse o entenderse son los reclamos habituales.
“Obviamente que la infidelidad es la posibilidad de que otro me mire o me escuche, pero aparece como un síntoma más sin ser un detonante en la pareja”, recalcó Carla.
Ancestralmente el vínculo de la pareja tiene mucha carga; los integrantes depositan en el otro sus falencias. Es necesario diferenciar que el otro no es papá, ni mamá. La pareja se trata de un hombre y una mujer que se eligen todavía.
Desde la primera consulta el especialista puede observar “cosas” y se realiza una devolución y se apunta al camino de la solución.
Los encuentros surgen a partir de la invitación de uno de los integrantes del vínculo. “Por lo general ya han hecho otras cosas, como ir la Padre Ignacio, hablar con amigos o separarse; y no lograron mantener la separación. No saben estar juntos, pero tampoco separados y el mecanismo de defensa es pegotearse”, recalcó la terapeuta.
En estos casos y si la intención es mantener la relación, lo recomendable es recuperar la individualidad, realizar los ajustes necesarios para mantenerse juntos de una manera saludable.
Las necesidades según la edad
Los comportamientos de las parejas varían en relación a la edad de sus integrantes. Las consultas comienzan a llegar de parejas cuyos integrantes rondan los 40. En estos casos el esmero por mantener la unión es mucho más grande. Los años juntos y los esfuerzos compartidos son tenidos en cuenta por los protagonistas de la crisis.
Los comportamientos de las parejas varían en relación a la edad de sus integrantes. Las consultas comienzan a llegar de parejas cuyos integrantes rondan los 40. En estos casos el esmero por mantener la unión es mucho más grande. Los años juntos y los esfuerzos compartidos son tenidos en cuenta por los protagonistas de la crisis.
En la vereda opuesta tenemos a las parejas jóvenes, cuyos integrantes tienen una edad promedio de 30. Bajo la excusa “ya no va más”, este grupo “suelta” más rápido a su pareja y va a la búsqueda de un nuevo amor.
Para sorpresa de muchos, los matrimonios de gente adulta (más de 60) también asisten al consultorio, pero en esta etapa el interrogante gira en torno al “cómo seguimos”. Los integrantes comienzan a transitar un período diferente en el cual atraviesan cambios hormonales y cuentan con mucho tiempo libre.
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