Lo dijo la hija de 20 años de Sergio Carande, el comerciante asesinado en la noche del 18 de junio, ante el juez penal Silva. “Reconocí su rostro, su boca, su ojos, una oreja herida, y su voz, su inconfundible voz”, señaló.
.Diario UNO |
en la fatídica noche del martes 18 de junio.
La joven estuvo en la rueda de reconocimiento y desde el principio señaló a uno de cuatro hombres de similares características, como autor del homicidio de su padre. Graciela Cáceres viuda de Carande y su hija de 20 años, narraron las particulares, abrumadoras y mortificantes horas que atraviesan y qué fue lo que sucedió a media mañana del martes cuando la joven reconoció al asesino de su padre ante los estrados del juez penal Octavio Silva, en los Tribunales santafesinos.
—¿Usted es la hija de Sergio Carande, y trabajaba con su padre la tarde que lo asaltaron y asesinaron?
—Sí, yo soy. Ayer me tocó estar en el despacho del juez penal Octavio Silva en una rueda de reconocimiento del asesino de mi padre, porque yo estuve durante la tarde en que se produjo el asalto y el crimen.
El delincuente primero me puso un arma en la cabeza, y por eso mi padre intervino para evitar daños mayores, y lamentablemente todo concluyó con su bestial asesinato. “El martes, 10.30, cuando estuve en Tribunales se hizo una rueda de reconocimientos, y había cuatro hombres muy similares entre sí, tanto en el aspecto físico como en la vestimenta y a una distancia prudencial, yo miré y analicé a cada uno de los cuatro y desde el mismo momento en que vi al asesino de mi padre, lo reconocí, en eso quiero que respeten textualmente lo que estoy diciendo: «desde el mismo momento en que vi al asesino de mi padre, lo reconocí»”.
—¿Interpretamos que si lo asegura con esa certeza es porque no tuvo ninguna duda?
—Ahora les narró todo lo que recuerdo de aquella noche, es así como revivo el crimen de mi padre una y otra vez en mi cabeza: siento que golpean la puerta, que dos muchachos piden para entrar ya que la puerta estaba cerrada y yo no quería abrirla, mi padre, que en ese momento estaba a unos cuantos metros acomodando las botellas de vino en la estantería me dijo en voz alta: “abrile, pobre gente, está lloviendo”.
Luego ingresaron, uno se quedó en la puerta y el que se puso al lado mío dijo: “Esto es un robo, dame la plata”, mi papá se acercó para protegerme e intentó torcerle el caño del arma de fuego, y el asesino le disparó en el estómago. Y todo eso dije delante del juez Silva: “Yo reconocí al asesino de mi papá, lo vi cuando disparó y estaba ahí”.
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