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domingo, 12 de agosto de 2012

ROSARIO: Dolor e impotencia de una familia a un año de un crimen por error

Emiliano Killer fue asesinado de un balazo el 5 de agosto de 2011 en el Fonavi Parque Oeste. Los homicidas buscaban venganza con otro joven. La investigación está frenada.
La Capital | 
"Hasta hace un año veía las pancartas en marchas y seguía viaje. Miraba por la tele a los familiares de las víctimas de homicidios y bueno, uno se apena, se conmueve, pero hasta que no te pasa algo así nunca lo vas a entender. No se puede explicar, no hay palabras. Y si las hubiera tampoco se podría comprender". Héctor Killer sabe que nada le va a devolver a su hijo Emiliano, asesinado hace poco más de un año por unos tipos que por error acribillaron su auto pretendiendo vengar un crimen ocurrido horas antes. Una muerte absurda que demuestra en toda su extensión hasta dónde puede llegar la perversidad que acecha las calles de la ciudad.
"Hace cuatro meses que no tenemos novedades sobre el caso. Sabemos que es difícil, que hay pocos testigos y mucho miedo. Pero seguimos confiando en el juez (de Instrucción Nº 7, Juan Andrés) Donnola". Héctor insiste en que nada le devolverá al primer varón de sus siete hijos, que tenía 21 años y un montón de proyectos por delante; pero tampoco quiere que su muerte quede impune. "Lo hago por la memoria de él", justifica tímidamente su pedido de justicia.
Errores. El 5 de agosto del año pasado Emiliano Killer fue a visitar a su mamá al Fonavi Parque Oeste donde ella vive, en Cerrito al 5600. El pibe iba con su novia Erica en el Chevrolet Celta blanco que había comprado dos días antes. Cerca de las 19 se fueron. Subieron al coche y alcanzaron a hacer unos metros hasta que una tremenda balacera le hizo perder el control del volante. De los seis balazos calibre 9 milímetros que impactaron en el auto de Emiliano, uno le atravesó la espalda. El chico murió en brazos de su novia, que también fue alcanzada por una bala en el muslo izquierdo. "Nos confundieron", dijo la joven.
Según la investigación, se trató de al menos dos tiradores que al parecer pretendían vengar el crimen de Matías Víctor Ortiz, quien horas antes había recibido un tiro en la cabeza en Campbell y Amenábar. Se presume que los amigos de ese muchacho sabían que su matador vivía en el Fonavi Parque Oeste y se movía en un Fiat Uno blanco. El mismo color que el auto nuevo de Emiliano.
Estancado. "Hubo vecinos que contaron que esa misma noche se fue del Fonavi un tal Pablo M., que supuestamente es la persona a la que buscaban por el crimen de Ortiz", señala el padre de la víctima, en alusión a un joven que fue detenido veinte días atrás (ver aparte).
En cuanto a los tiradores, más allá de los testimonios iniciales de vecinos que habían visto a tres jóvenes tomando cerveza en esa cuadra a la espera de un transa cuya novia vive en el mismo edificio que la madre de Emiliano, los familiares del muchacho asesinado han escuchado apodos y nombres que luego fueron mencionados en la investigación del triple crimen de villa Moreno ocurrido el 1º de enero en Dorrego y Presidente Quintana, cuando asesinaron —también por error— a Jeremías Trasante, Adrián Rodríguez y Claudio Suárez.
"Hay nombres y apodos que se mencionaron a partir de esos asesinatos que nosotros ya habíamos escuchado previamente", comenta Killer. Sin embargo, fuentes tribunalicias indicaron que en los últimos meses no hubo avances en la causa sobre el homicidio. "Está estancada", comentó un vocero de Tribunales, y admitió que los testimonios iniciales no se sostuvieron luego.
Todo el tiempo. Héctor Killer trata de no quebrarse mientras cuenta que sigue viendo a su hijo todos los días. No sólo en un prolijo placard con pertenencias del pibe que hace las veces de altar en un rincón de su departamento del macrocentro en el que la vida se sigue empeñando en continuar.
"Lo veo todo el tiempo", resume el colectivero de 53 años que hace más de veinte recorre las calles nocturnas entre el centro y la zona sudoeste. "La vida se va rearmando como se puede. Un día tratás de estar mejor y de golpe, por cualquier razón, todo vuelve. Uno sabe que se tiene que poner fuerte, pero a veces no se puede...".
Como si no fuera suficiente con un año de dolor irreparable, la familia Killer también lleva un año sufriendo por la impotencia generada por la incomprensible muerte de Emiliano. "Si hubiese quedado en medio de un tiroteo... o si hubiera sido un accidente...", ensaya su hermana Romina buscando consuelo.
"Si se hubiera resistido a un asalto...", piensa el padre en voz alta, "si hubiese muerto por una enfermedad...". Como si buscaran una causa, algo parecido a una razón que pueda justificar la pérdida de una manera más digna que la que ofrece la absurda verdad de una infame ejecución por error. "Esa impotencia pura —sintetiza Romina— hace que el dolor sea más fuerte".

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