Son dos presos veteranos
alojados en la cárcel de Piñero que ahora perdieron el permiso de
salidas. Les imputan robar en un club de Echesortu y en una escribanía
de barrio Martin este mes.
Dos internos que cumplen condena en la Unidad Penitenciaria 11 de Piñero y que gozaban del beneficio de salidas transitorias para ir a estudiar a la universidad fueron detenidos y acusados de perpetrar al menos dos robos calificados mientras se encontraban fuera de la cárcel. Uno de esos robos ocurrió en un club del barrio Echesortu y el otro en una escribanía de barrio Martin, hechos que les reportaron unos 18 mil pesos de botín.
Los reclusos salían de la prisión,
ubicada a 25 kilómetros al sur de Rosario, entre las 13 y las 20 tres
días por semana. En ese tiempo tenían la obligación de concurrír a la
facultad de Ciencias Económicas para cumplimentar las materias que, en
el futuro, les iban a permitir ejercer como contadores públicos. Pero
ese sueño se verá postergado. Es que sus futuros ahora están en manos
del juez de Instrucción Luis María Caterina, quien como primera medida
ordenó que se les cancelaran los beneficios de salidas y abrió un nuevo
expediente por los dos atracos.
Los protagonistas de esta crónica son
veteranos y, según fuentes oficiales, no representan al alto de
porcentaje de internos que gozan del beneficio de las salidas
transitorias para estudiar o trabajar y que cumplimentan al dedillo los
requisitos necesarios para seguir gozando de esa oportunidad (ver pág.
40).
José Eduardo Cardozo tiene 45 años y
cumple una condena de cinco años y medio. En 2009 el juzgado de
Sentencia 5ª le bajó el martillo que lo mandó tras las rejas. Su
prontuario habla de un hombre que caminó por varias veredas del submundo
del hampa: infracción a la ley de drogas, robos calificados con
privación ilegítima de la libertad y resistencia a la autoridad, entre
otros delitos.
El otro caso es el de Daniel Rodríguez,
quien cumple una sentencia a 9 años por un homicidio. El hombre, hasta
marzo de 2007, sólo tenía en su prontuario una amenaza calificada y un
daño. Pero el 24 de marzo de 2007, tras una discusión en el patio de una
pensión de 1º de Mayo al 4600, le asestó una puñalada en el estómago a
Alejandro Ramón Zalazar y lo mató. La crónica del momento calificó el
crimen como parte de un gran absurdo (ver pág. 40).
Los golpes. El primero
de los robos por los que se acusa a Rodríguez y a Cardozo sucedió el
pasado miércoles 9 de mayo a las 14.30. Fue en el club Atlantic
Sportsmen, de Lavalle 936, en el barrio Echesortu. Con un dato preciso
dos hombres armados ingresaron al club verdiblanco y se dirigieron hacia
la administración. Ahí encañonaron a la única empleada que estaba en el
lugar y se llevaron unos 15 mil pesos en efectivo, según fuentes de la
pesquisa.
Al día siguiente, a las 17 del jueves
10, dos hombres armados ingresaron a una escribanía ubicada en Alem al
1200. Llegaron buscando 15 mil pesos, pero el dato en este caso no era
preciso y debieron conformarse con 2.400 pesos y una notebook. Pero no
sólo el dato del dinero les falló, sino que un testigo ocasional del
delito los vio.
"Ese es uno de los choros", dijo el
testigo mientras miraba los álbumes fotográficos en donde decenas de
personas tienes sus caras retratadas en la Jefatura de Rosario. El
hombre de la foto era Cardozo. Fue cuestión de horas para que los
efectivos de la Brigada de Investigaciones, quienes realizaron la
pesquisa, se percataran de que el señalado cumplía condena en la cárcel
de Piñero o "El pequeño Vietnam", como la reconocen los presos por las
duras condiciones de detención que dicen soportar.
En la puerta. Con una
orden del juez Caterina los pesquisas fueron el miércoles al mediodía a
esperar que Cardozo saliera de la cárcel. Lo iban a detener cuando
ascendiera al colectivo que lo debía trasladar hasta la facultad en la
cual cursaba, junto a Rodríguez, una materia que se dicta entre las 15 y
las 18 horas. Claro que los pesquisas, además, contaban con el dato de
que ambos hombres, los días en que ocurrieron los robos que ahora les
imputan, habían llegado a clase un poco más tarde que lo común.
Además, toda investigación depende de
un mínimo de suerte. Y los policías que iban tras Cardozo tenían la
descripción física de su compinche en ambos atracos. Cuando el hombre
buscado salió de la prisión iba acompañado por Rodríguez. Los vigilantes
lo observaron detalladamente y después se miraron entre ellos. Es que
ese interno respondía perfectamente a la descripción que había hecho el
testigo de uno de los robos en su declaración. Así, los dos fueron
apresados antes de que pudieran subir al colectivo que los iba a traer
hacia Rosario.
El jueves la policía allanó los
domicilios de los acusados. En Olavarría al 1100 bis del barrio Empalme
Graneros, uno de los cinco domicilios que tiene Cardozo, y en avenida
Argentina al 600 de Villa Gobernador Gálvez, donde tiene asentado su
domicilio Rodríguez. En ambos casos no se hallaron elementos de
relevancia para la investigación. Más allá de los resultados negativos
de esos allanamientos, el juez Caterina abrió una investigación por los
dos robos y ordenó que le cancelaran las salidas para salir a estudiar.
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