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jueves, 24 de mayo de 2012

INT. Comicios: Egipto va a las urnas en medio de muchas dudas

Hoy votarán por un nuevo presidente para reemplazar a Hosni Mubarak, derrocado hace 15 meses en una revuelta popular que dio paso a una turbulenta transición dirigida por el ejército y unas elecciones parlamentarias dominadas por los islamistas.

 

Los afiches de la campaña invadieron los negocios de El Cairo.
Los afiches de la campaña invadieron los negocios de El Cairo.
Después de seis décadas bajo el control de militares, los egipcios vivirán por primera vez la experiencia de una elección presidencial cuyo resultado parece incierto. Hoy y mañana votarán por un nuevo presidente para reemplazar a Hosni Mubarak, derrocado hace 15 meses en una revuelta popular que dio paso a una turbulenta transición dirigida por el ejército y unas elecciones parlamentarias dominadas por los islamistas.

El poder real aún no cambió de manos en Egipto. Un consejo militar liderado por el hombre que fue ministro de Defensa de Mubarak durante 20 años aún gobierna el país y prometió ceder su autoridad el 1º de julio, luego de la elección definitiva de un presidente, probablemente en un ballottage en junio.

Los sondeos de opinión aún no han sido probados. La votación parlamentaria —que coronó primeros a los Hermanos Musulmanes y segundos a sus rivales salafistas de línea dura— y un referendo que aprobó abrumadoramente cambios constitucionales interinos propuestos por el ejército tampoco sirven de guía.

Como otros Estados árabes donde la profunda frustración por la política y la economía estalló el año pasado, Egipto está luchando por definir su futuro.

Meses de luchas y alianzas entre el ejército, los islamistas, los manifestantes y otros sectores han sorprendido a algunos egipcios y desilusionado a muchos jóvenes que ayudaron a derrocar a Mubarak.

Muchos esperan que su país algún día pueda recuperar la primacía en el mundo árabe, que perdió efectivamente cuando el ex presidente Anwar Sadat firmó un tratado de paz con Israel en 1979, y la nación árabe más poblada se convirtió en eje de la política de Washington en Medio Oriente y el mayor receptor de ayuda militar estadounidense después de Israel.

Sin embargo, el abrumador y urgente desafío para el nuevo presidente será reavivar una economía convulsionada por meses de malestar e incertidumbre, y remediar la pobreza, el desempleo y unos colapsados servicios públicos, todos temas que ayudaron a fomentar la revuelta del año pasado.

¿Dónde estará el poder?
Nadie puede predecir con seguridad quién será el ganador entre la decena de candidatos, ya que existe un fuerte contraste entre estos comicios y las ficticias instancias electorales celebradas durante los treinta años de gobierno autoritario de Hosni Mubarak.

Tampoco se sabe qué poderes tendrá el presidente, el Parlamento, el ejército o las cortes, debido a que Egipto aún no ha logrado redactar una nueva Constitución.

"La relación constitucional está totalmente en el aire", dijo Rashid Khalidi, profesor de estudios árabes de la Universidad de Columbia en Nueva York. "Este es el principal interrogante en Egipto. No es si el presidente será musulmán fundamentalista o no, o si estarán los Hermanos Musulmanes o no, es si el sistema será parlamentario o presidencial, y dónde residirá realmente el poder", explicó.

Los generales egipcios —acostumbrados a imponer las leyes a los civiles— niegan tener el deseo de dirigir los asuntos cotidianos, pero pocos dudan de sus ambiciones de retener sus vastos privilegios y preservarse una poderosa autoridad detrás de escena.

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