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jueves, 19 de abril de 2012

INFORME: Qué hacer cuando los niños dicen malas palabras

Los niños de entre 1 y 5 años tienden a imitar de forma innata todo lo que ven y escuchan a su alrededor, y esto muchas veces incluye las malas palabras. Cuando esto sucede, los padres y adultos reaccionan de manera diferente: unos ríen, otros se enojan. ¿Qué hacer?

 

Cuando esto sucede, los padres y adultos reaccionan de manera diferente: unos ríen, otros se enojan, y otros incluso se avergüenzan, dependiendo del lugar y las circunstancias. Lo que todos los padres tienen claro, eso sí, es que no quieren que ese tipo de palabras formen parte del lenguaje habitual de sus hijos.

Las causas que llevan a los pequeños a repetir este tipo de expresiones: entre los 3 y 5 años, los niños atraviesan una etapa de desarrollo muy especial; empiezan a ser conscientes de lo que les rodea, explorando y relacionándose con los demás a través del lenguaje. Y aunque, progresivamente, irán descubriendo el significado real de las palabras, es más que frecuente que en alguna que otra ocasión incorporen a su discurso palabrotas o tacos, ya sea por imitación de su entorno cercano, por llamar la atención o por tratar de superar los límites establecidos por los padres.

La acción de imitar es, pues, totalmente necesaria para el desarrollo de los niños. Evitar que nuestros hijos digan palabrotas se convierte entonces en una tarea realmente difícil: al margen de controlar lo que ven o escuchan en la televisión, en el cine o en la radio, es muy importante mantener una cierta vigilancia en el colegio, sobre todo en el recreo, y en casa, si tienen hermanos, ya que estar junto a niños más mayores puede influirles en su lenguaje.

Igualmente, es importante darles ejemplo, ya que ellos tienden siempre a imitar lo que ven y escuchan, por lo que es aconsejable que los niños no estén presentes en reuniones exclusivamente de mayores, como cenas de amigos o fiestas en casa. Además, en el momento en el que pronuncian una palabrota, debemos evitar reirnos o sonreír: si reaccionamos de forma natural y sin demostrar mayor atención, el niño dejará de utilizarlas.

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