Dos de los tres peritos que
analizaron al subcomisario Alejandro Scalcione, imputado de haber
asesinado en 2009 a su pareja, el profesor de historia Nelson Regaldo
Rosso, dijeron no haber encontrado en el acusado rasgos que acrediten la
posibilidad de que haya actuado bajo emoción violenta al momento de
cometer el crimen.
Fue ayer, durante una nueva
audiencia del juicio oral y público que lleva adelante el tribunal
unipersonal a cargo de Ismael Manfrín. La posición de ambos
profesionales se opuso a la de un tercer perito, convocado por la
defensa, que sostuvo que Scalcione sí "pudo actuar bajo emoción
violenta".
La psicóloga Mariana Castaños, la
psiquiatra Malvina Steimbekc y el psicólogo Guillermo Hadad, explicaron
al juez y a los abogados de partes las técnicas utilizadas para ahondar
en la personalidad del imputado y las conclusiones a las que arribaron,
aunque aclarando que todo se hizo 32 meses después de cometido el
homicidio.
Mucho tiempo. La
primera en testimoniar fue Castaños, quien sostuvo que "no se pudo
pesquisar que hubiera una falla en el juicio ni en la motricidad de
Scalcione al momento de realizar la pericia". Y agregó que "la emoción
violenta tiene una manifestación psíquica y una interrupción en la
posibilidad de racionalizar, pero nada de esto se encontró durante las
charlas" con el acusado.
Las entrevistas a las que se refirió la
profesional fueron una serie de encuentros que mantuvo Scalcione con
los peritos entre noviembre y diciembre de 2011, algo que los defensores
cuestionaron debido al tiempo transcurrido desde el crimen, ocurrido la
madrugada del 18 de abril de 2009 en la vivienda de Oliveros en la que
vivía la víctima. Para los abogados, ese tiempo impide percibir los
verdaderos estados emocionales del acusado.
En el marco de la sesión, el fiscal
Ricardo Vesovo preguntó si Scalcione presentaba signos de una
personalidad violenta, a lo que Castaños no dudo en aseverar: "Esta
persona no es violenta en situaciones normales, no presenta ese rasgo en
su personalidad". Aunque aclaró que "en la pericia no se puede
determinar una personalidad en su conjunto y en todas las situaciones,
sólo se logra un esbozo".
Por su parte, la psiquiatra Malvina
Steimbek quien se explayó sobre lo que pudo detectar en las charlas con
el acusado, defendió que pueda distinguirse con el método empleado los
distintos estados emocionales y explicó la definición y las
características de la emoción violenta. "En este tipo de casos hay dos
elementos básicos: uno emotivo y otro de comportamiento. La emoción es
un cambio súbito y es violenta cuando ese impacto emotivo cae sobre el
cuerpo y se produce una pérdida de reflexión y de los estados
inhibitorios". Después tanto la defensa como la querella le preguntaron
si había encontrado situaciones de emoción violenta en Scalcione y su
respuesta fue rápida: "No".
Relación tortuosa. Finalmente,
el psicólogo Guillermo Hadad, convocado por la defensa de Scalcione,
remarcó la imposibilidad de llegar a conclusiones exactas cuando los
exámenes se realizan tanto tiempo después de ocurrido el hecho que se
juzga y manifestó que el imputado "estaba inmerso en una relación
tortuosa que por el gran amor que tenía por Rosso le era difícil
resolver. Un hombre común , con un grado de neurosis y una rigidez
emocional que se vio de pronto en un pasaje al acto en estado de emoción
violenta", relató en términos técnicos.
En este sentido, delimitó las posibles
causas en las que se encontraba el imputado: "Hay en este hombre una
base neurótica compensada, una personalidad obsesiva y un componente
depresivo. Esto hace que de pronto haya podido actuar en el pasaje bajo
esta emoción violenta".
Hadad sostuvo que el acusado se notaba
"arrepentido, pero sobre todo él se veía horrible por el hecho cometido,
es decir que simbólicamente no podía visualizarse por que en el marco
de su culpa se veía de esa forma".
El oficial Scalcione era jefe del
destacamento policial del Heca y tenía 42 años cuando mató a Rosso, un
profesor de historia de 61 años que dictaba clases en las escuelas San
Patricio y San Francisco Solano de Rosario. La víctima había sido además
encargado de la biblioteca del histórico convento de San Lorenzo. Su
vida transcurrió entre su casa paterna situada en Oliveros, y la ciudad
de Rosario, donde comenzó su actividad docente, conoció a su esposa y
vivió a lo largo de tres décadas. El matrimonio tuvo dos hijos y, tras
la separación de la pareja, Rosso se estableció en Oliveros.
La madrugada del sábado 18 de abril de
2009 Rosso dormía en esa vivienda de Maipú al 300. Entonces arribó al
lugar Scalcione, con quien mantenía una relación amorosa. En esas
circunstancias los dos hombres discutieron, presuntamente por la
presencia de un tercer individuo en el lugar, según confesó el imputado
el lunes ante el Tribunal. Tras ello le disparó dos balazos con su arma
reglamentaria matándolo en el acto.
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