El hecho ocurrió esta mañana en Av. Gorritti y vías del ferrocarril, a metros del Jardín Botánico cuando dos adolescentes, con un menor en los brazos la asaltaron. La mujer había retirado el dinero minutos antes en el cajero automático de Av. Peñaloza y 12 de Infantería.
Una mujer de mediana edad fue blanco de un robo violento que no se puede comparar con un simple caso de ratería o rapiña menor, esta mañana. La víctima del despojo regresaba a su lugar de trabajo -en el Jardín Botánico Ingeniero Parodi-, cuando fue asaltada por dos desconocidos. Cuando caminaba por Gorritti y vías ferroviarias nunca imaginó Silvina Dolfo la intención de los pibes que se acercaban despreocupadamente, con un niño en brazos, uno de ellos. Eran dos ciclistas, casi adolescentes, los que en un abrir y cerrar de ojos se apoderaron de la manija de la cartera y comenzaron a forcejear con ella. Pero la lucha cesó al momento cuando uno de los delincuentes logró su cometido y con él desapareció el sueldo y otro dinero que unos vecinos habían confiado a Silvina. Compañeras de trabajo de la víctima y vecinos del lugar acudieron en su ayuda cuando era presa de una fuerte crisis nerviosa. Silvina volvía de extraer el sueldo del cajero de Peñaloza y 12 de Infantería, por lo que cabe imaginar que quienes cayeron sobre ella frente a la Escuela Esperanza Solidaria, debieron observar todos sus movimientos. Mientras la policía dialogaba con Silvina algunos vecinos apuntaron -sin dudas- a un pasillo situado en las inmediaciones como aguantadero de algunos que sacan provecho de las mujeres solas y hasta de los chicos que sorprenden cuando van en camino de la escuela. Silvina, mientras lloraba desconsoladamente no dejaba de recordar el momento vivido y, a la vez que lamentaba la pérdida de su salario más se angustiaba porque los ladrones se llevaron también los recibos y el dinero que le confiaron sus vecinos para pagar servicios, tasa e impuestos. El caso de Silvina es uno entre muchos similares que se registran a diario en distintos puntos de la ciudad -centro y barrios periféricos-, y no por repetido deja de ser noticia. El arrebato es uno de los tantos delitos que los vecinos de la ciudad viven como una amenaza cotidiana. Los golpes suelen ser incruentos desde que estos malvivientes no usan armas, pero indefectiblemente dejan secuelas dolorosas, como la muerte, en algún caso extremo o fracturas invalidantes, pero en la mayoría de los casos queda el miedo a salir a la calle. No se puede decir exactamente cuántos son los delitos que responden a esta modalidad, pero en nuestra ciudad se puede asegurar que no pasa un día sin dos o tres golpes en los distintos vecindarios de la planta urbana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario