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sábado, 21 de julio de 2012

1,8 millones de hogares sufren pobreza estructural en el país

En el último trimestre de 2011, unos 560 mil argentinos padecieron hambre. Según el estudio de la UCA, el 3,3 de los hogares argentinos se encuentra bajo la línea de indigencia y el 13,6 bajo la línea de pobreza.

 

 Unos 560.000 argentinos padecieron hambre o no tuvieron qué comer en el último trimestre de 2011, mientras 1.300.000 experimentó alguna forma de inseguridad alimentaria en el mismo período, según el último informe del Barómetro de la Deuda Social Argentina.

El estudio elaborado por la Universidad Católica Argentina (UCA) reveló también que 8.700.000 personas son pobres en el país, y que 1.800.000 hogares sufren pobreza estructural, es decir que tienen sus necesidades básicas insatisfechas y no pudieron mejor su situación entre 2007 y 2011.

“La marginalidad económica, la pobreza estructural, la segregación social, el subempleo indigente, segregación residencial, y los desacuerdos político-institucionales, continúan siendo debilidades de una sociedad que crece, consume y progresa pero que no garantiza un sendero de inclusión social para los sectores postergados”, advirtió.

El informe “Asimetrías en el desarrollo humano y social 2007/2010-2011” fue presentado en el campus universitario que la UCA tiene en Puerto Madero por autoridades académicas e investigadores del Observatorio de la Deuda Social Argentina (Odsa).

“Hay dos Argentinas. Una dinámica con modalidad de crecimiento y otra que acumula privaciones y marginalidad”, aseveró Agustín Salvia, investigador jefe del Odsa. Según el estudio, en 2011 el 3,3 de los hogares argentinos se encuentra bajo la línea de indigencia -unos 400.000- y el 13,6 bajo la línea de pobreza. En términos de población, estas tasas representan un 5,4 por ciento y 21,9 por ciento de personas sometidas a estas privaciones absolutas. Asimismo, constató que la insuficiencia de ingresos para sostener el consumo y mantener el mismo nivel de vida disminuyó ligeramente entre 2007 y 2011, del 32,2 al 31,1 por ciento de los hogares.

El trabajo de campo determinó, además, que en los últimos doce meses el 4,6 por ciento de las familias en áreas urbanas pasó hambre, y otro 6,6 por ciento padece el problema en forma moderada, por lo que debió reducir las porciones de comida.

Los habitantes de las villas o los asentamientos son los más afectados, seguidos de los vecinos de los barrios de bajos ingresos y los de clase media. Mientras que en las villas, la inseguridad alimentaria alcanzó al 23,8 por ciento en los últimos 12 meses, en los centros urbanos pobres afectó al 16,2 por ciento, y en las zonas de clase media, al 4,4 por ciento.

Las respuestas mostraron que en los hogares con niños se cuadruplica el riesgo de padecer inseguridad alimentaria, en especial si son monoparentales porque carecen de ayuda con los ingresos.

Vivir en villas o asentamientos precarios también es un factor de riesgo. En los hogares a cargo de una mujer o de jóvenes de entre 18 y 34 años, se duplican las posibilidades de tener hambre.

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