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viernes, 5 de septiembre de 2014

¿Correr el inicio escolar para que los adolescentes duerman más?

Médicos y docentes santafesinos opinan sobre esta sugerencia realizada por la Academia de Pediatría de los Estados Unidos. Señalan que hay cambios “más fáciles” para implementar con los adolescentes en el hogar.

EL LITORAL.
Mariela Goy

La Academia de Pediatría de los Estados Unidos (AAP, por sus siglas en inglés) recomendó retrasar el inicio de clases de los adolescentes a las 8.30 horas con el fin de que tengan más horas de sueño y rindan mejor académicamente. La declaración, publicada on line el 25 de agosto, sostiene que los adolescentes duermen menos de las 9 horas diarias que necesitan para estar bien despiertos y aprender durante el día.
Esa falta de horas de descanso puede contribuir a problemas como obesidad, diabetes y trastornos de conducta, al aumento del riesgo de sufrir lesiones de tránsito y a un declive en el rendimiento escolar, según la academia estadounidense, que publicará la recomendación más detallada en la revista Pediatrics de septiembre.
“Los norteamericanos están midiendo siempre el handicap escolar y se encontraron con que en la primera hora y media de clases de la mañana, los adolescentes tenían dificultades en la concentración, estaban como ausentes y presentaban bajo rendimiento. Hicieron una investigación sobre los patrones de sueño y resultó que dormían menos horas (entre 6 y 7) que las recomendadas para su edad: de 8,5 a 9,5 horas de sueño”, amplió la Dra. Susana Mauviel, directora de Atención Pediátrica del Hospital de Niños de Santa Fe y vicepresidente de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) Filial Santa Fe.
El informe de la AAP dice que los ciclos naturales de sueño de los adolescentes hacen que sea difícil para ellos acostarse a dormir antes de las 23 horas, pero tienen que estar despiertos temprano al otro día. Más del 40 % de los establecimientos públicos de nivel medio de Estados Unidos comienza las clases antes de las 8 horas. En el caso de Argentina, la mayoría de los secundarios arranca entre las 7.30 y las 8 de la mañana.
Mauviel indicó, además, que las razones de la falta de sueño de los adolescentes, de acuerdo con esa investigación, son varias. “En Estados Unidos los chicos de 16 años ya trabajan porque está bien visto que obtengan sus propios recursos y autonomía. Así que muchos de ellos tienen su empleo después de la escuela o bien realizan actividades extracurriculares o deben cuidar a sus hermanos. Además, están prendidos hasta tarde a las pantallas de celulares y computadoras, y eso los mantiene despiertos”, explicó.
Varios docentes de nivel secundario consultados por El Litoral recalcaron que es una constante que los alumnos estén dormidos en la primera hora de la mañana. “Muchos papás nos confiesan que no saben cómo hacer para que sus hijos apaguen el celular, la computadora o la tele por la noche. Algunos se quedan hasta la 1 ó 2 de la mañana y al otro día están cansados. El límite lo tiene que poner el adulto, porque la escuela no puede meterse en el hogar a apagar los aparatos”, dijo Javier Perino, docente y director del secundario 512.
Alerta y polémica
La Dra. Mariela Allassia, especialista en Pediatría del Hospital de Niños santafesino, evaluó la importancia del estudio por cuanto “genera una alarma acerca de la epidemia de falta de sueño que se instaló en la población adolescente”. Pero advirtió que la investigación fue realizada en los Estados Unidos y habría que conocer qué sucede con los adolescentes de Argentina, donde la realidad es otra.
De igual forma, aclaró que “el problema tiene muchas aristas y toda la comunidad debería hacerse consciente, primero, de que existe este fenómeno de falta de sueño que afecta a los adolescentes, quienes serán la próxima población laboral del país. Segundo, que de considerarse en un futuro esta recomendación como política educativa, llevaría muchísimo tiempo poder aplicarse porque afecta no sólo a la escuela sino también a la organización de las familias. Mientras tanto, hay cambios que pueden hacerse ya desde los hogares”, consideró Allassia.
Siguiendo esa línea, Alberto Roblero, director de la escuela media Simón de Iriondo, pidió “no caer en las modas” y polemizó con la sugerencia norteamericana. “Si empezamos más tarde las clases, seguramente los alumnos se acostarán también más tarde y vamos a generar otro tipo de actividades nocturnas. Históricamente nuestras escuelas empezaron las clases temprano. La cuestión no pasa por un cambio de horario escolar, que además sería muy difícil de aplicar porque nuestro sistema escolar tiene doble turno”.
Toque de queda
Juan A., padre de adolescentes, sostuvo que es “complicado” hacerles cumplir a los hijos la rutina de acostarse temprano en las noches de escuela. “Uno observa la preferencia de parte de ellos por el horario nocturno, no para estudiar, sino para chatear con amigos o navegar en Internet. Al otro día, cuesta que se levanten, se quejan porque están cansados y, seguramente, eso disminuye la atención en clases”, dijo.
La doctora Allassia adujo que “la era digital nos invadió y fue más rápida que nosotros”, por lo que sugirió a los padres actuar con celeridad y fijar pautas en el hogar con relación al uso de la tecnología. “Cada familia debe charlar con los adolescentes y explicarles que acostarse a una misma hora todos los días, regula los patrones de sueño”.
Su colega Mauviel indicó que los norteamericanos se refieren a ese límite hogareño con el término de “toque de queda”. “Si bien es una palabra militar, habla de un orden, de una disciplina, de poner pautas claras y decir a tal hora apagamos la tele, los teléfonos y las computadoras”.
87
por ciento
  • de los adolescentes de Estados Unidos duerme en promedio menos de 7 horas diarias -según la AAP- cuando a esa edad lo recomendable es que duerman entre 8,5 y 9,5 horas por día.
Sugerencias fáciles de aplicar
  • En los adolescentes, los niveles de melatonina -una hormona que regula el sueño-, se comportan distinto que en el adulto y esto hace que a esa edad no puedan dormirse antes de las 23 horas. Ante esta característica biológica, las pediatras Susana Mauviel y Mariela Allassia recomendaron que los adolescentes no consuman cafeína, ni bebidas energizantes o colas antes de dormirse o incluso en horas de la tarde, porque “compiten con la hormona del sueño y estimulan la adrenalina y noradrenalina”.
“La falta de sueño es sólo la punta de un iceberg que está formado por muchos hábitos desordenados de los adolescentes. Por ejemplo, la alimentación -agarran la mochila y se van a la escuela sin desayunar- o el sedentarismo que es alarmante en toda la población adolescente”, indicaron las médicas, al tiempo que recomendaron que los chicos hagan algún deporte para llegar más cansados a la noche. “Deben practicarlos durante el día porque en horarios nocturnos funciona como estimulante”, advirtieron.
Finalmente, dijeron que el abuso del alcohol “mata neuronas” y que dormir más los fines de semana, si bien ayuda, no alcanza para recuperar el sueño perdido en la semana.

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