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viernes, 31 de enero de 2014

"El Gobierno une al sindicalismo todos los días un poquito más"

La frase la dijo Hugo Moyano, puertas adentro, luego de que el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, anunció el rechazo a la propuesta del camionero de dar un plus de 3 mil pesos a los asalariados para paliar los efectos de la inflación. Paritarias y unidad gremial.
Infobae | 

Es cierto, como dice la canción, que todo cambia. Pero difícil que sea en forma tan pronunciada como ocurre con la vida diaria de los argentinos. Hace menos de un mes se vislumbraban negociaciones salariales picantes, producto del forcejeo entre una dirigencia gremial que quería incrementos superiores a la inflación y un Gobierno que se estiraba hasta un 18 por ciento de aumento pagadero en cómodas cuotas. Pues ese escenario ya no existe. Mutó a uno mucho peor: ahora no hay certidumbre de casi nada.
"El Gobierno une al sindicalismo todos los días un poquito más". Esto dijo ayer puertas para adentro Hugo Moyano, a poco de que el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich,  dijera "nones" a su propuesta de un plus de 3 mil pesos a los asalariados, para paliar los efectos devastadores que han provocado sobre el poder adquisitivo la progresiva devaluación de la moneda y una estampida de precios que no frena.
En verdad, hasta acá vienen dándose de cabeza contra el muro de la administración K  las distintas alternativas surgidas desde la dirigencia gremial, e incluso de fuerzas políticas opositoras, para descomprimir el cuadro: paritarias por semestre, postergación de las negociaciones colectivas hasta tanto se "acomode" la economía, sumas fijas a cuenta de futuros aumentos, convocatoria del Consejo del Salario, recorte del impuesto a las ganancias o suspensión de los despidos por seis meses, como salió a pedir el líder del Frente Renovador, Sergio Massa. Todas fueron prolijamente bochadas.
Frente a la complejidad del asunto, esta semana se multiplicaron los contactos informales para analizar caminos de unidad entre los jefes de los gremios que se reportan con Moyano y Barrionuevo y sus pares de la CGT de Antonio Caló, quien más allá de admitir su preocupación por la marcha de las cosas ("A la gente no le alcanza para comer", sostuvo ayer), también llamó a "no hacer terrorismo" a quienes vaticinan que todo se derrumba como un castillo de naipes.
Se ha dicho que Caló ansía como el agua que Cristina Kirchner, disponga un aumento de suma fija por decreto. Pero muchos de sus compañeros, que ya no sienten dulce ninguna espera, exigen efectividades conducentes --dicho en lenguaje irigoyenista-- para tranquilizar a sus bases, cada vez más inquietas.
"El Gobierno no tiene voluntad de cambio. Si le dan algo a Caló será en dosis muy mezquinas", escuchó Infobae decir a un lugarteniente del moyanismo, tratando de convencer por teléfono a un dirigente oficialista de que se acercara a tomar una café por la sede de la calle Azopardo.
Paradojas del sindicalismo peronista: a Moyano la inflación de enero le dio 4,26 por ciento, bastante por debajo del 6 por ciento que manejan en la CGT kirchnerista, como el diputado massista Héctor Daer, de la Sanidad.
La impaciencia también le ganó a algunos integrantes del propio secretariado de la UOM, el gremio que proyectó a Caló. "Ni con tirabuzón nos sacan un porcentaje de lo que vamos a pedir en la paritaria", señaló a este medio un jefe metalúrgico, aliviado de que su gremio recién comience a discutir salarios a partir de abril, aunque invadido de preocupación porque"se han cortado las horas extras y cada vez hay menos obras".
En cambio, continúan más vigentes que nunca los recortes impositivos. Sin salir de su perplejidad, otro hombre de la UOM, en este caso un directivo escalafón C, mostró a este cronista el recibo de su sueldo de diciembre: "Es la primera vez en mi vida que cobré en mano menos dinero que los descuentos que me hicieron". En efecto, de un total de $ 30.239,81, percibió $ 11.999,90, contra una quita de $ 18.239, 91.
Así como la mayoría de los gremios hoy prefiere no entrar en detalles sobre lo que reclamarán a sus cámaras patronales, están también los que tiran cifras y más cifras, contribuyendo a hacer más espesa la ensalada de porcentajes en danza; en ningún caso inferiores a una franja que va del 30 al 35 por ciento.
Pero desde la izquierda dura van por más. El diputado trotkista Nicolás del Caño, señala que las paritarias ameritan pedir un 40 por ciento de aumento salarial de emergencia. "El salario mínimo no debe ser inferior a $ 8.500, que es hoy el valor de la canasta básica", apuntó. Lo misma cuenta tiene Pablo Micheli, jefe de la CTA opositora: "Si un policía recién ingresado va a cobrar $ 8.500, por qué un trabajador de la producción va a cobrar menos que eso, o una enfermera, o una maestra...".
Otro dato para seguir de cerca: las  agrupaciones sociales también se apuntan. Daniel Menéndez, coordinador Nacional de Barrios de Pie (que viene de copar la 9 de Julio), ha dicho que quiere "discutir paritarias porque hay un aumento del 40% en los alimentos y empiezan las clases".
¿Comenzarán a tiempo las clases? Lo que segura arranca estos días es la paritaria del sector. La titular de la CTERA (el gremio docente más numeroso), Stella Maldonado, cree que algunas provincias, Buenos Aires entre otras, "tendrán graves dificultades". Maldonado pretende dos cosas: una, que el Gobierno establezca un piso salarial para arrancar la discusión. La otra, buscar un "acuerdo corto" con reapertura a mitad de año. Curiosa contradicción: Hugo Yasky, ex jefe de esa entidad y actual titular de la CTA kirchnerista (la central donde milita la CTERA) había manifestado a Infobae hace dos semanas que desdoblar la negociación era "una estupidez".
Algo parecido dijo el líder del gremio textil (AOT), Jorge Lobais, pero de la reunión de Moyano-Barrionuevo con Mauricio Macri, jefe de Gobierno de la Ciudad. "Se juntaron para politiquear", tiró. En una línea parecida se expresó el mandamás de la Asociación Bancaria, Sergio Palazzo: "Primero se tendría que articular una agenda sindical. ¿Para qué saber lo que piensan los otros cuando todavía no sabemos lo que queremos nosotros?", dijo a Infobae.
Digan lo que digan, moyanistas y barrionuevistas quedaron encantados -al menos de la boca para afuera- de la superpoblada reunión con Macri, quien llegó al encuentro en la Usina del Arte hábilmente asesorado por su subsecretario de Trabajo, Ezequiel Sabor, conocedor de las palabras que seducen a los dirigentes sindicales.
Tan contentos quedaron los "muchachos" con el "respeto inmenso al movimiento obrero" declarado por Macri, que hasta se olvidaron de sus viejos rencores con Patricia Bullrich, a la que nadie dejó de darle un beso. También hubo mimos para Diego Santilli. Otra más: pidieron que Sabor sea promovido a una hipotética secretaría de Trabajo de la Ciudad. El camionero apuntó: "Nos ha dado muchas más respuestas que (Carlos) Tomada". Al ministro de Trabajo, dicho sea de paso, lo ven más cerca del PJ Capital que de continuar al frente de la cartera laboral por mucho tiempo más. ¿Será todo así de ameno en el encuentro programado con el socialista Hermes Binner?

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