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domingo, 10 de junio de 2012

ROSARIO: El bar El Justicialista duró abierto apenas siete meses

“El bar no cerró, me lo hicieron cerrar”, dice Enríque González, quien se define como empresario y amigo “en las buenas y en las malas” del ex vicegobernador santafesino Antonio Vanrell.
La Capital | 
 Abrió hace siete meses con bombos y platillos bajo el nombre de El Justicialista y cerró sus puertas hace un mes. ¿Fracaso comercial o político? ¿Qué pasó con el restó y bar temático de Pellegrini y España? El que responde a las preguntas es precisamente su dueño, Enrique González. “El bar no cerró, me lo hicieron cerrar”, dice quien se define como empresario y amigo “en las buenas y en las malas” del ex vicegobernador santafesino Antonio Vanrell.    —¿Quiénes se lo hicieron cerrar?
   — Un montón de personas que se dicen peronistas en Rosario, que me hicieron poner un montón de plata y me boicotearon y me dieron la espalda.
   —¿Quiénes?
   —Todavía no lo voy a decir. Ya habrá tiempo, muchos son dirigentes...
   —¿Y por qué estarían interesados en que se cierre su negocio?
   —Por egoísmo, por la miseria de muchos que se dicen peronistas en Rosario y en Santa Fe. Se quieren mostrar todos juntos y son una bolsa de gatos. Se asustaron con el crecimiento de mi bar, creyeron que quería ser diputado. Muchos fueron a la inauguración, dijeron que era un lugar emblemático y después no pisaron más. No fueron ni a tomar un café. Decían que era el bar de (el diputado kirchnerista Gustavo) Marconato, pero todo era mío.
   —¿Cuánto había invertido usted?
   —Más o menos 200 mil pesos.
   —¿No será que el bar simplemente no funcionó?
   —No, porque estaba siempre lleno, hasta hicimos conferencias y charlas, pero daban órdenes de que nadie fuera.
   —¿Quiénes?
   —Ya lo diré, tengo mucho que decir del peronismo de Rosario.
   De este modo, quien fuera su dueño explicó el cierre del emprendimiento gastronómico que prometió ser un ícono en la capital del peronismo. En septiembre de 2011 se promocionó como un espacio de debate, militancia y discusiones políticas para todos los partidos; con “platos nacionales y populares” como los guisos, los bifes a la criolla, empanadas de carne cortada a cuchillo y la cazuela de mondongo; con fotos, recortes de diarios y objetos alegóricos a la mística peronista.
   Para su inauguración fueron invitados legisladores del justicialismo, sindicalistas y funcionarios nacionales de primera línea (entre ellos el vicepresidente Amado Boudou, que no fue). Y se evaluó a la noche como “inolvidable”. Pero el sueño y el trabajo para sus 15 empleados duró poco.
   —¿Piensa abrir otro emprendimiento similar?
   —Posiblemente acá en Chaco, a (el gobernador Jorge) Capitanich le gustó la idea.
   —¿Qué hace en Chaco, usted no trabajaba en Rosario y vive en Capital?
   —La verdad es que política se puede hacer en La Quiaca y también en Tierra del Fuego, donde sea. Y yo ahora estoy militando para el sector que lidera el diputado Juan José Bergia, estamos armando algo acá.

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