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jueves, 28 de julio de 2011

ROSARIO.- Masiva marcha de dolor para pedir justicia por el crimen de un joven

Unas tres mil personas se expresaron en las calles del barrio Industrial tras el crimen de Leandro Zini. El chico de 15 años que lo habría matado se entregó ayer tras escapar el lunes de un hogar.
Dolor, bronca, impotencia, ira, indignación. Cómo sintetizar los sentimientos de las tres mil almas que ayer marcharon por el barrio Industrial para pedir justicia por el crimen de Leandro Zini, el joven apuñalado la madrugada del pasado domingo en la puerta de su casa cuando quiso evitar que un par de pibes le arrebataran el bolso a su novia. Cómo explicar que ese pedido llegó hasta las fibras más intimas de todos los presentes cuando en la esquina de Junín y avenida Alberdi se empezó a escuchar el "que los cumplas felíz" en recuerdo del chico que ayer hubiese festejado sus 22 años. Mientras tanto, en la otra punta de la ciudad, el menor de 15 años que confesó haber sido el autor del homicidio y que se entregó ayer a la policía después de haberse escapado del hogar donde había sido alojado, esperaba en un despacho de Jefatura la hora de ir a los Tribunales. Todo arrancó poco después de las 18. La gente había llegado con pancartas en las que expresaba sus pedidos de justicia o consignas como que "la droga y el alcohol son sinónimos de delito". También tenían fotos de Leandro, las mismas que colgaban del cuello de sus hermanos y sus padres. Pero también tenían fotos de Jonathan G., el chico acusado del crimen, a quien casi todos conocen porque era vecino de su víctima. Todo transcurrió en calma. Sólo un grupo de jóvenes se mostró excesivamente iracundo y con deseos de hacer justicia por sus manos. Quizás fueron ellos los que, una vez terminada la marcha, arremetieron contra el Fonavi donde reside la familia del acusado y provocaron serios desmanes que terminaron con dos patrulleros policiales dañados y algunos policías lastimados, según refirió un jefe de la Unidad Regional II. Tal vez hayan sido motivados por un escrito distribuido entre los asistentes en el cual "los vecinos autoconvocados de barrios Ludueña, Industrial y Cotar" exigían "seguridad, prevención del delito, el patrullaje de día y de noche y la extirpación de las bandas de los Stuart y de la India" a las que nombran con sus identidades y lugares de residencia. En esa misma hoja, los escribas cirtican duramente al gobierno provincial a pesar de aclarar que "no nos importan un bledo las razones políticas" y anuncian cortes de calles y vías para seguir pidiendo "medidas efectivas de protección". El crimen. "Papá, me dieron", alcanzó a decirle Leandro a Héctor, su padre, la fatídica madrugada del domingo. Fue segundos después de que un par de chicos lo sorprendiera en la puerta de su casa de Mar del Plata 30 cuando esperaba junto a su novia la llegada de un taxi que habían pedido. Los pibes le quisieron arrebatar la cartera a la joven y Zini reaccionó. Entonces recibió una letal puñalada en el cuello que apagó su vida. Ayer, cuando la familia Zini debería haber estado festejando los 22 años de Leandro, el violento destino los puso al frente de una dolorosa marcha. Héctor, su esposa y sus hijos, con los rostros demudados, aferraban sus puños a la pancarta que pedía "Justicia y memoria para Leandro". La novia del joven, testigo directo del crimen, gritaba confusa y desesperada. "Sé que el chico que mató a mi hijo se va a fugar nuevamente. No hay instituciones para reeducar a estos pibes. El padre Santidrián (titular del Hogar de Protección de Menores donde Jonathan G. había sido alojado) dijo incoherencias y es incompetente para cuidar a estos chicos", sostuvo, dolorido, Héctor Zini. Un hijo del barrio. "Queremos justicia. No puede ser que un chico mate y pueda estar libre", dijeron algunos de los 3 mil manifestantes que llegaron desde varios barrios de la zona norte de la ciudad para juntarse a los vecinos de la cuadra donde los Zini viven hace 38 años. "Leandro era nuestro hijo, lo conocemos de toda la vida. Al pibe que lo mató también lo conocemos, son los hijos de esa hija de puta", vociferaron algunos poniéndole nombre y apellido al insulto: "Esta es la banda de La india Alicia. Usurpan casas del barrio desde hace años, ella les da pastillas a los chicos para que salgan a robar y a matar" trinó María, una vecina que cuenta que tuvo que sacar a su propio hijo de las garras de esa mujer. "Hice la denuncia en la 8ª pero no me dieron ni pelota, luché sola y mi hijo, que delinquía, pudo salir. Pero esa mujer es una sucia y asesina. Ayer fue a todos lados a decir que no nos metamos con su hijo. Nos amenazan a todos y las cosas siguen igual", se resignaba la valiente madre. En medio de la manifestación que se extendió a lo largo de tres cuadras se vieron los ojos llorosos de muchas mujeres que conjugaban con los puños enardecidos de los hombres. Sin embargo, ninguno quiso ir al "aguantadero de la India". "Cortemos la calle, que la ciudad se entere, que los políticos se enteren cómo nos están cazando" gritó una veinteañera. Fue minutos antes de que le cantaran a Leandro el feliz cumpleaños, en el cruce de Junín y avenida Alberdi. Leandro vivía con su familia y se ganaba unos pesos reparando electrodomésticos en su propia casa y actuando como DJ en fiestas. Su familia es de clase media y trabajo. Héctor, su padre, es taxista, y así crió a sus cinco hijos. "Tenía 21 años, recién empezaba a vivir. No puede ser que a un pibe de 15 años no se lo pueda procesar y encarcelar. Esto es una sensación que no tiene palabras, solo sufrimiento" dijo Cristian, el hermano del chico asesinado. Y se preguntó: "¿Qué menor se pudo rescatar en los centros de rehabilitación? Ninguno, esto es una locura". Tras la marcha, los familiares de Leandro volvieron a su hogar a prepararse para lo peor. Seguir la vida con una ausencia eterna y una lucha permanente para que se haga realidad lo que ayer dijeron en una pancarta: "Justicia y memoria para Leandro". Cambios La respuesta institucional al crimen de Leandro Zini y al reclamo de sus familiares y allegados no se hizo esperar. Ayer mismo, el jefe de policía de Rosario dispuso el traslado del jefe y subjefe de la comisaría 8ª, con jurisdicción en el barrio donde ocurrió el hecho. Así el comisario principal Marcelo Herrera y el subcomisario Gustavo Randici dejaron sus puestos y en su lugar llegaron el comisario Rubén Saánchez y el subcomisario Fabián Fantin, quienes hasta ayer estaban a cargo de la comisaría 4ª.

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