martes, 10 de mayo de 2016

Donald Trump explica cómo sería su política exterior y promete coherencia

Por MARK LANDLER y ASHLEY PARKER 6 mayo 2016

Donald Trump celebra su victoria en Indiana en la Trump Tower de Manhattan. CreditDamon Winter/The New York Times
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WASHINGTON — Con la seguridad que le dieron sus indiscutibles victorias en las más recientes elecciones primarias, Donald Trump prometió desarrollar una política exterior que pondrá a “Estados Unidos primero”. Reprendió al Presidente Barack Obama y a Hillary Clinton, la exsecretaria de Estado y su posible oponente en la elección general, por haber cometido una serie de errores que han decepcionado a los aliados del país y alentado a sus rivales.

Trump, virtual nominado del Partido Republicano, prometió incrementar las fuerzas militares, la pronta destrucción del Estado Islámico y el rechazo de acuerdos comerciales que, dijo, dejaban maniatado al país. También expresó su repudio sobre la forma en que George W. Bush condujo a la nación durante su gobierno y recordó que él se había opuesto a la guerra en Irak.

“Estados Unidos será fuerte de nuevo; Estados Unidos será grandioso de nuevo; este país será un amigo de nuevo”, dijo Trump. “Por fin tendremos una política exterior coherente, basada en los intereses estadounidenses y los intereses compartidos con nuestros aliados”.

“El mundo debe saber que no vamos al extranjero a buscar enemigos; al contrario, siempre nos alegra que los viejos enemigos se vuelvan nuestros amigos y que los viejos amigos se conviertan en aliados”, agregó. “Eso queremos: traer paz al mundo”.

Para ser un discurso de Trump, cuyas apariciones son una constante exposición de sus talentos para el espectáculo y las ocurrencias improvisadas, esta reciente intervención estuvo marcada por la seriedad.

En un hotel en Washington, con banderas estadounidenses detrás de él, se dirigió a una audiencia tranquila conformada en su mayor parte por personas de cabello gris; con mesura, Trump leyó sus declaraciones en un teleprompter y en todo momento siguió un guion.

Pero aunque adoptó los ademanes de un discurso tradicional, sus palabras tenían un tono insurgente. Criticó a varios aliados europeos y asiáticos por no asumir su propia seguridad, dijo que intentaría enmendar las relaciones con Rusia y atacó a sus oponentes por su agresividad excesiva en materia de relaciones exteriores.

Trump dijo que no planeaba seguir el consejo de la élite de la política exterior, y las intenciones que mostró reflejaron eso mismo: unas ideas que desafiaron la ortodoxia republicana y demócrata.

Hizo un llamado para que volviera la coherencia estadounidense que se ejerció durante la Guerra Fría. Sin embargo, se mostró abiertamente desconfiado de las instituciones que respaldaron al país durante esa época. Prometió erradicar al Estado Islámico, pero dijo que la campaña en contra del extremismo —o como él lo llama: “el islam radical”—, era una lucha tanto filosófica como militar.

“Nuestros amigos y enemigos deben saber que si ejecuto una acción, la reforzaré para que se cumpla… créanme”, dijo Trump. “Sin embargo, a diferencia de otros candidatos a la presidencia, la agresión no será mi primer instinto”.

Estas declaraciones provocaron reacciones negativas en todo el espectro político. El senador republicano Lindsey Graham, de Carolina del Sur, publicó en Twitter que “Ronald Reagan debe estar retorciéndose en su tumba”.

Lanhee Chen experta del Hoover Institution y consejera de Mitt Romney, el nominado republicano de 2012, dijo: “Evidentemente, hubo un tono aislacionista en su discurso, pero eso se extiende a la realidad del mundo en el que vivimos”.

R. Nicholas Burns, un exoficial sénior del Departamento de Estado que trabajó durante la Administración de Bush y ahora aconseja a Clinton, dijo: “Lanza amenazas y vituperios a nuestros aliados, pero cuando se trata de Rusia y China casi parece hablar con delicadeza”.

En una de sus pocas propuestas concretas, Trump dijo que convocaría una cumbre de mandatarios en Europa y Asia para revisar la OTAN y requilibrar los acuerdos de seguridad nuclear con Japón y Corea del Sur. No repitió la declaración que ofreció a este periódico en la que dijo que esos países deberían considerar la adquisición de sus propias armas nucleares.

Trump fue mordaz al hablar de la intervención de la Administración de Obama en Libia y atacó a Clinton por sus políticas, pues dijo que son las responsables de provocar un vacío en la seguridad que ha sido llenado por el Estado Islámico. También culpó a Obama por no poder reforzar la línea roja que impuso en Siria.

Sin embargo, Trump dejó claro que utilizaría las fuerzas militares solo como un último recurso. “Estamos dejando de construir una nación y en vez de eso nos concentramos en procurar estabilidad en el mundo”, dijo Trump.

En cuanto a temas apremiantes como el contraterrorismo, Trump no rompió esquemas. Rechazó, por ejemplo, dar cualquier detalle sobre cómo planeaba destruir al Estado Islámico; tan solo prometió que “se irán rápidamente”.

Trump repitió su deseo de mejorar las relaciones con Rusia y su presidente, Vladimir Putin. Esta estrategia recuerda el intento de Obama de “restablecer” relaciones con Rusia después de su invasión a Georgia en 2008. Pero dijo que sus habilidades a la hora de hacer acuerdos asegurarían el éxito.

“Creo que es posible tener mejor relación con Rusia desde una posición de fortaleza”, dijo Trump. “Hay quienes dicen que los rusos no serán sensatos, pero yo tengo la intención de averiguarlo”.

Las palabras de Obama también hicieron eco cuando Trump señaló que buscaría el consejo de expertos que no pertenecen a la élite de asuntos exteriores. Dijo que elegiría a “las mejores mentes” con soluciones prácticas, en vez de escoger personas con “currículums perfectos” e historiales de fracasos en todo el mundo. No mencionó nombres.

La audiencia fue relativamente pequeña: periodistas que asistieron solo mediante invitación (y se sentaron en la parte de atrás), así como siete filas de invitados —provenientes en su mayor parte del gobierno federal, incluyendo al senador Jeff Sessions de Alabama, un consejero político sénior de la campaña; unos cuantos miembros de la Cámara de Representantes y Grover Norquist, el presidente de Americans for Tax Reform.

Trump dio su discurso con la ayuda de dos teleprompters, a pesar de que en el pasado se ha burlado de los candidatos que los utilizan y siguen guiones; sus asistentes dijeron que había practicado con ellos durante el fin de semana.

El multimillonario neoyorquino trabajó en su discurso sobre política exterior durante más de una semana, según un asistente, con la ayuda de algunos asesores que su equipo de campaña prefirió no identificar.

“El discurso está elaborado con sus palabras y pensamientos”, dijo Paul Manafort, el recién instalado jefe de campaña de Trump.

Nytimes.com

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