jueves, 23 de octubre de 2014

SANTA FE: Ser madre, un anhelo que supera los prejuicios

Cecilia decidió ser madre soltera. Contra los mandatos sociales, le pidió a un amigo que fuese el padre y se enfrentó a todos los obstáculos de traer un hijo al mundo en esas circunstancias.

Cuando tenía 23 años, la locutora y escritora entrerriana Cecilia Oberti decidió que no quería casarse pero sí ser madre. Sabía que no sería un proyecto fácil de llevar adelante. Durante tres años pensó en todos los pormenores que podía acarrearle esta iniciativa. Sin embargo, no le importaron ni la posición conservadora de sus padres; ni los prejuicios de la gente de una ciudad chica, como era Victoria en ese entonces; ni el asombro de sus amistades; ni la sorpresa de un amigo al que le planteó la idea de que quería que él fuese el padre, ya que reunía ciertas condiciones que ella creía importantes al momento de elegir con quién concebir un hijo. Cecilia le explicó que no pretendía que se hiciera cargo y que si luego quería tener contacto con el niño y consolidar una relación de padre e hijo era asunto suyo.

“Yo lo tenía bien claro. Había cumplido 26 años y lo que me demoraba era definir a quién le pedía que fuese el padre. Eso demoró el proceso, pero la decisión estaba tomada”, indicó.
Para elegir al candidato, se fijó primero en los amigos que tenía cerca, hasta encontrar el perfil que buscaba, y sobre todo que fuese una persona que entendiera la situación. En este sentido, confió: “No fue nada fácil plantearlo en aquellos años. Mi hijo Lázaro está a punto de cumplir 19 años y en ese entonces había más prejuicios que ahora”.

Al principio él se sorprendió, pero ante la insistencia de Cecilia accedió. Solo se encontraron una vez y Cecilia enseguida quedó embarazada.

Su inmensa alegría chocó enseguida con la confusión de quien había hecho su aporte para la fecundación, el enojo de su familia, y los juicios de valor de una sociedad pacata. “Nadie se lo tomó en serio cuando dije que quería ser madre soltera. Hasta el momento en que dije que estaba confirmado el embarazo, no me creyeron”, contó a Ser Un@.

Contra todos los convencionalismos y mandatos sociales, transcurrieron los nueve meses de esta maravillosa etapa. Cuando su hijo nació, según contó Cecilia, su mamá no salía a la calle por vergüenza. “Parecía que estábamos en la Edad Media. Estaban todos más preocupados y angustiados por lo que podían decir los demás. Mis padres son de otra generación y veían con muy malos ojos mi decisión. Las únicas que compartieron previamente conmigo mi deseo de ser madre fueron mis amigas, aunque supongo que tampoco me habrán creído”, sostuvo.

Una decisión de vida
Lázaro nació en noviembre de 1995. Cecilia se había recibido de profesora de Lengua y Literatura, pero trabajaba como locutora en una radio, ya que eso le reportaba mayores ingresos. “Ganaba tres veces más, porque por aquellos días se pagaba bien, no es como ahora. Sin embargo, cuando Lázaro nació me quedé sin trabajo y antes de buscar un empleo similar pero de manera informal me decidí a dar clases, ya que de ese modo podía contar con una obra social que nos diera cobertura de salud a mí y a mi hijo. Siempre trabajé para que a él no le falte nada, y de hecho nunca le faltó”, recordó.

Hoy asegura que “fue algo muy bien pensado. Para mí fue una decisión de vida que me llevó a enfrentarme con todo el mundo. Muchas personas de mi entorno pensaron que era una decisión muy egoísta de mi parte y hay gente que todavía lo cree. Quizás fue así, pero es la única decisión egoísta de la que no me arrepiento”, dijo a modo de conclusión.




Fuente: Vanesa Erbes / Suplemento Ser UN@

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