miércoles, 2 de julio de 2014

SANTA FE: Graves consecuencias de dos robos. Sólo son dos historias. ...

En Barranquitas, un grupo de niñas que fue asaltado camino a la escuela ya no quiere concurrir a clases. En Guadalupe, un matrimonio se va del barrio tras sufrir el cuarto robo


Sólo son dos historias. 

Si bien cada una se desarrolló en escenarios distintos, ambas están atravesadas por un elemento común: la inseguridad y sus consecuencias.

Destornillador y marihuana

Esta mañana tres adolescentes que iban camino a la escuela Remedios de Escalada (Bv Pellegrini 3800) pasaron dramáticos momentos cuando un grupo de sujetos las asaltó en plena calle. 

Las chicas, de 15, 16 y 17 años, fueron interceptadas por los rufianes que les salieron al cruce en la esquina de Juan del Campillo y Perón.

Los delincuentes, cuyas edades eran similares a las de sus víctimas, cubrían sus rostros con los clásicos buzos con capuchas. 

Bajo amenazas de muerte, las menores fueron despojadas de sus mochilas y otros efectos personales (teléfonos celulares y algo de dinero) por un sujeto que las apuntaba con un destornillador. 

Es de hacer notar la osadía de estos malvivientes que actuaron en plena calle y hasta fumando un cigarrillo de marihuana, que se lo pasaban de mano en mano.

"La situación acá en Barranquitas no se aguanta más. Estamos en la más absoluta desprotección", dijeron Ana y Nora, dos de las madres de las chicas asaltadas.

"Los policías recorren la Av. Perón hacia el este, porque hacia el oeste no entran jamás. Nadie atiende nuestros reclamos", agregaron.

"Ahora, las chicas ya nos dijeron que no quieren volver a esa escuela. Tienen miedo que les ocurra lo mismo o algo peor. Imagínense entonces en la situación que quedamos".

Golpes en la madrugada

Pero un rato antes un matrimonio de barrio Guadalupe también fue llevado al límite de la desesperación.

Eran cerca de las 5.30 cuando Silvana y Emiliano despertaron sobresaltados. Un fuerte golpe había interrumpido su descanso.

"Lo primero que pensamos es que había sido nuestra perra Ovejera que había tumbado algo en la planta baja", dijeron hoy los esposos en diálogo con este diario.

"Emiliano se levantó para ver qué pasaba pero ni bien salió de la cama escuchó una voz que le advirtió: ‘¡Quédense arriba porque los quemamos!’".

Los ladrones estaban adentro de la casa, ubicada en Echagüe al 8200, en el corazón de barrio Judicial.

Previamente habían destrozado la puerta arrojándole un pedazo de pavimento contra el panel superior, por donde se hicieron el espacio para ingresar.

En cuestión de segundos los cacos cargaron un LCD, arrancaron de cuajo un equipo de computación; un teléfono celular y un reproductor de CD.

De inmediato, el dueño de casa corrió hasta el cuarto donde dormía su pequeño hijo. Segundos después los esposos junto a su hijito se encerraron en el dormitorio matrimonial.

"Mientras los ladrones estaban en la parte baja de la casa, nosotros llamamos al 911. Demoraron media hora en aparecer. La seccional 8ª jamás nos atendió el teléfono", agregaron.

"Por suerte una vecina escuchó el alboroto y accionó la alarma. Entonces los tipos salieron corriendo mientras iban tirando las cosas. Eran 4 muchachos que fugaron en dirección a unos cañaverales".

Cuarta vez

Esta mañana el dolor y la bronca podía leerse en los rostros de Silvana y Emiliano.

"Esto ya no da para más. No podemos seguir viviendo así. Llevamos 4 robos en 6 meses. La primera vez me entraron a la camioneta que uso para trabajar y me robaron todas las herramientas. Después rompieron la ventana, no alcanzaron a llevarse nada. Luego me sorprendieron a mí saliendo de casa y me robaron la cartera. Justo ese día andaba con dinero porque íbamos a comprar materiales para construir".

"Pero esto que pasó hoy ya colmó nuestra paciencia. Nos vamos. No quiero volver a pasar por una situación así, con mi hijo y mi familia expuestos a cualquier cosa", dijeron.

Más adelante expresaron que "la actuación policial fue pésima. Vino un agente que se quedó parado con los brazos cruzados. Ni siquiera salió a buscarlos. Cuando le dije por qué no te movés me contestó 'no tengo patrullero'. Entonces le dije que haga algo y me volvió a repetir 'no tengo ni una linterna'".

"Podemos entender que no tengan los medios, pero la falta de actitud pasa por otro lado", señalaron.

Por último, indicaron que "esto fue de terror. Que a las 5 de la mañana te bajen la puerta a golpes con nosotros adentro, es el colmo. Sabían que estábamos adentro. Ya nos les importa nada", culminaron.

EL LITORAL.

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