Ambos casos sucedieron este jueves a la madrugada, en inmediaciones de Anchorena y San Martín. Afortunadamente, las víctimas no cayeron en la trampa pero vivieron momentos de miedo y tensión. Del otro lado de la línea, gritos, amenazas y relatos escalofriantes.
Rosario 3 |
Esta madrugada se produjeron dos intentos de secuestro virtual en la zona sur de Rosario, a pocas cuadras de diferencia. Afortunadamente, en ambos casos, las víctimas pudieron sortear las trampas y no respondieron a las exigencias de dinero.
Claudio contó que, este jueves a las 4, su mamá recibió un llamado telefónico de parte de un desconocido que le dijo que él, su hijo, estaba secuestrado. “Le decían a mi vieja que me estaban matando a palos 5 tipos juntos y que juntara todo lo que tenía para que me dejaran libre”, señaló.
La mamá de Claudio no se creyó el cuento. No sólo les cortó enseguida sino que antes de despedirlos, fue irónica: “Sólo tengo dos pesos”, les soltó. Luego, llamó a Claudio y confirmó lo que ya sabía: su hijo estaba sano y salvo, descansando. El hecho sucedió en Anchorena y San Martín y fue denunciado al 911.
A pocas cuadras, en Anchorena al 800, Adriana contó algo muy parecido a la emisora. Ella vive en la misma casa de sus padres, en la planta alta. Esta mañana, a las 4.50, su padre, un hombre de 81 años, la despertó para contarle que su mamá, de 77, estaba hablando por teléfono con un hombre que le estaba diciendo que tenía secuestrado a su hermano.
“Lo llamé por el fijo mío y descubrí que estaba bien, descansando con toda su familia”, relató Adriana. Bajó y pudo comprobar que los secuestradores seguían reteniendo a su madre al otro lado del teléfono, con amenazas y gritos. La mujer estaba en shock, temblando de miedo.
“Te enganchan el teléfono y no podés cortar. Las cosas que te dicen son tremendas. Yo me puse al teléfono y escuché barbaridades y me saqué también. Nos dijeron que lo estaban cortando en pedacitos”, precisó.
Adriana aseguró que fue un momento horrible: “Todavía tengo la piel de gallina. Fue espantoso. Cortás y levantás el tubo y siguen ahí con gritos y amenazas. Tuvimos que desconectar el teléfono”, agregó con tono de desesperación.
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