Hernán Martín empezó hace cinco años a hacer paseos en lancha y excursiones de pesca en Arroyo Leyes. Hoy lucha por promover el turismo costero y vivir de lo que le gusta desde la cuna.
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Sin embargo, desde hace cinco años se propuso cambiar esa realidad y comenzó con un emprendimiento que tenía que ver con su pasión por el río. Ya instalado en el pueblo costero decidió comenzar a hacer excursiones de pesca y paseos náuticos. Según Martín, la iniciativa surgió por una necesidad de hacer algo en el lugar donde vive. “Siempre tuve la idea de hacer algo que tenga que ver con la isla como cabañas o un comedor. Pero después me di cuenta que lo mío eran las lanchas porque siempre tuve alguna embarcación. Ahí surgió la idea y con el apoyo de Valeria, mi mujer, empecé a darle forma al proyecto”, le dijo a Diario UNO.
“Queremos empezar a echar raíces en la zona para no venir más a Santa Fe, pero no puedo vivir del aire. Hice un humilde estudio de mercado y me di cuenta de que las cabañas ya tienen una gran oferta en la zona. Teniendo en cuenta el presupuesto que tenía y que había una sola cabaña que ofrecía un paquete de alojamiento y excursiones en lancha empecé a analizar las posibilidades y hace cinco años compré un tracker –una lancha grande– con capacidad para ocho pasajeros y nos largamos”, expresó.
Luego Martín aclaró: “Comprar una lancha no es como comprar un auto. A la lancha uno la va armando como quiere. Yo elegí comprarle un buen motor y un buen casco para que la herramienta de trabajo sea buena. Ahí tuvimos en cuenta el tema de la seguridad, que el turista se sienta tranquilo en el agua y la comodidad. Optamos por intentar marcar una diferencia a partir de poner las mejores lanchas al servicio de la gente. Me quedó grabada la frase de un amigo que me dijo: «Si vos tenés que elegir para subirte a un taxi entre un Renault 12 y un Mercedes Benz, ¿a cuál te subís?». Con esa lógica, compramos la mejor lancha”.
Los inicios no fueron fáciles. El joven comenzó a correr la voz entre los cabañeros de Arroyo Leyes pero no consiguió la respuesta que buscaba. “Yo les decía que lo mío era un servicio complementario al que ellos tenían. Pero como nadie lo hacía, para ellos era un mundo nuevo. Después me empezaron a conocer y, si bien no fui el primero, sí fui uno de los pioneros que agarró una lancha y empezó a hacer surcos”.
Martín asegura que uno de los secretos es que encaró con mucha seriedad el trabajo y eso le permitió algo fundamental, “romper el mito que dice que el pescador tiene fama de mentiroso”.
“Nunca le mentí a la gente y eso me permitió empezar a ganar el cariño y el respeto de la clientela. Yo no les puedo decir «vengan que nos vamos a llenar de pescados», cuando sé que no es así. Siempre fui de frente y mi regla número uno es fijarme en el pronóstico del tiempo extendido y les voy avisando a los clientes si hay probabilidad de lluvias para que no hagan el viaje en vano. Si bien yo pierdo de ganar esa excursión, me quedo tranquilo y la gente me lo agradece. No puedo hacer venir a alguien desde Buenos Aires o Córdoba y cuando llega decirles que no pueden salir porque hay tormenta”, expuso.
El paso de los años hizo que esa confianza ganada lo ayude a crecer. El boca en boca fue fundamental. Ahí empezó a pesar la recomendación de los cabañeros, que saben que si a sus clientes les fue bien van, a volver a sus alojamientos.
Las excursiones se dividen en las de pesca, que puede ser media jornada o jornada completa, y los paseos. “Cuando salimos a pescar, la idea es que la gente disfrute ese momento. No voy a inventar nada raro, se van a pescar las especies de temporada y trato de que tengan un buen día. Siempre les pido que se cuiden del sol, que se hidraten bien y trato, en las épocas de calor, de descansar en la sombra de la isla entre las 13 y las 16”, explicó.
En las excursiones de pesca Martín provee todos los elementos necesarios de seguridad y las diferentes artes de pesca que se van a utilizar durante la jornada. Los pasajeros sólo tienen que llevarse la comida, que generalmente es un asado, y la bebida extra, si deciden no tomar lo que se les provee. “Si llevan alcohol, siempre les pido moderación”, aclaró.
“Si alguien quiere venir con su caña no hay ningún problema. Pero la idea es que la gente que tiene que venir desde lejos no tenga que cargar nada extra en el auto. Incluso tengo todos los sillones y la mesa para hacer el almuerzo. Trato de brindar un servicio full donde la gente se desligue de todo”, indicó.
Los paseos tienen una duración de tres horas y se está siempre a bordo de la lancha. En esas excursiones Martín intenta mostrar los diferentes paisajes ribereños de la región como el arroyito, un arroyo, una laguna, el río. “Trato de abarcar todos los escenarios para que la gente se lleve una impresión de todo lo que hay en la zona de Santa Fe”, argumentó.
Asimismo agregó: “Por eso, además de ir a pescar, yo siempre les recomiendo que disfruten del paisaje del río. ¿Cuándo un porteño se comió un asado en la isla? No tienen idea de lo que es la flora y la fauna de la zona. A medida que vamos paseando hago una explicación muy simple de lo que vamos viendo. Incluso hay gente de la ciudad de Santa Fe que no tiene idea que a 30 minutos tiene estos paisajes”.
Martín asegura que las excursiones pueden salir todos los días del año. Sólo se debe hacer un contacto en Facebook/Piscis Excursiones y coordinar los detalles.
En ese sentido, el emprendedor asegura que todo el año es temporada y que cada estación tiene sus características. “El verano te da buenas piezas, es donde sale el surubí y el dorado. Pero hay que aguantarse el calor. Mientras que en invierno te tenés que aguantar el frío y las piezas son más chicas: lo que más sale es el amarillo. Pero el frío es más fácil de pasar que el calor. En cuanto a los paseos, la mejor época es entre febrero y abril. En esos meses la isla explota de colores. Están los irupé que son una belleza y he visto gente llorar arriba de la lancha de la emoción que les provocaba”, aseveró.
Sin embargo, esas cuestiones muchas veces no tienen difusión y la actividad turística no desarrolla todo su potencial. “Cuando se habla de pesca –sostiene Martín–, la gente piensa desde Santa Rosa de Calchines hacia el norte. Pero en Arroyo Leyes tenemos buenos servicios de cabañas y de comedores. Además, en el corredor de la ruta 1 somos el pueblo que más cerca está de Santa Fe. Eso nos da la posibilidad de que si el turista quiere el ruido de la ciudad, está a media hora del casino, el cine, los boliches. Mientras que el que quiere tranquilidad puede comer al aire libre en los comedores del pueblo”.
“Ahora nos agrupamos para ver cómo hacemos para potenciar y hacer visible lo que tenemos”, dijo y completó: “Al presidente comunal le digo que nos pasan todos por enfrente y no paran en Arroyo Leyes. Creo que la forma de cambiar eso es trabajar retroalimentándonos entre quienes estamos ahí. Por eso, todavía no están dadas las condiciones para decir que uno puede vivir de esto”.
Sin dudarlo Martín afirma: “Este emprendimiento me encanta porque estoy haciendo lo que me gusta. No lo siento como un trabajo porque creo que cuando te gustan las cosas, no las sufrís. Después de 10 horas en la lancha vuelvo destruido por el sol, pero me encanta. Estoy a punto de cumplir 40 años y cuando arranqué dije que en 15 años quería vivir de esto. A los 50 años tengo que estar viviendo del emprendimiento y espero que me pueda jubilar y vivir de las excursiones”.
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