Este martes salió un grupo desde la parroquia Agustinos Recoletos hacia la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud que se hará en el vecino país. Dos santafesinos relataron sus sensaciones a horas de viajar.
En la ciudad de Río de Janeiro, del 22 al 28 de este mes, se desarrollará la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) que será presidida por el Papa Francisco. Se estima que desde la ciudad de Santa Fe partirán más de 600 jóvenes para participar de ese encuentro junto a millones de personas de todo el mundo. Durante la semana irán saliendo los chicos de las diferentes parroquias de la ciudad.
Este martes, a las 18.30, fue el turno del primero de los dos grupos de los Jóvenes Agustinos Recoletos (JAR) –el segundo sale hoy a las 11– que viajaron rumbo a Buenos Aires donde tomarán el aéreo hacia el país vecino.
Tomás Jerkovich y Leandro Gambuzza, dos santafesinos de esa comunidad católica, dialogaron con Diario UNO horas antes de viajar. Los jóvenes, de 22 años, se conocieron en un grupo con el que hicieron un retiro espiritual. Pero luego sus vidas volvieron a cruzarse en la escuela secundaria, en la parroquia Agustinos Recoletos y ahora estudian juntos la carrera de contador público nacional.
“En los Agustinos, desde hace bastante tiempo que se vienen haciendo viajes a las JMJ. Para organizarlos se pone a cargo a personas que ya tienen experiencias sobre las jornadas. Hubo gente que ya fue a España (en 2011 se hicieron en Madrid) y ahora, con el anuncio en marzo pasado del Papa Francisco fue una revolución para la Argentina y para nosotros a nivel JAR. Por eso, para este encuentro hubo mucha participación de los jóvenes”, explicó Tomás.
—¿Cuáles son sus expectativas para este encuentro?
L. G.: La verdad es que estamos muy ansiosos, tenemos muchas expectativas. Incluso sacando el tema de la presencia de Francisco, nos habían comentado lo que son las Jornadas y ya teníamos ganas de ir. Nos dijeron que es algo hermoso, que sólo hay que vivirlo y que no se puede describir con palabras. Si a eso se le suma la asunción de Francisco, ahora son mucho más. Vamos con las mejores expectativas de compartir nuestras costumbres, nuestra espiritualidad, con el ejemplo de nuestra experiencia de vida, de poder contárselas a los jóvenes de otras partes del mundo y queremos poder gritar todos juntos el amor de Cristo, lo feliz que es nuestra vida, lo feliz que nos sentimos de poder compartirla con él.
T. J.: Queremos estar y apoyar a la Iglesia, que está viva; a la juventud, que está viva. Queremos demostrarle al mundo que el Papa es el representante de Jesús, aquí, en la tierra.
—¿Cómo van a ser sus actividades durante las jornadas?, ¿tienen la ilusión de tener un encuentro con Francisco?
T. J.: Lo que nosotros tenemos planeado es, en la primera semana, hacer un retiro junto a todas las JAR del mundo, entre las que está la del Brasil, de Venezuela, de España. Este encuentro en la casa de los Agustinos del Brasil es nuestra preparación para participar de las JMJ. Las jornadas van a comenzar con una misa en la playa de Copacabana y todos los días vamos teniendo un encuentro. Además, hay una noche donde se hace la vigilia para esperar el encuentro con el Papa en el Campus Fidei.
L. G.: El gran contacto que todos estamos esperando es esa misa de cierre de las Jornadas que va a estar a cargo de Francisco. Por eso, la noche anterior vamos a hacer una vigilia esperando esa misa con el Papa y todos los jóvenes del mundo que hayamos ido.
—¿Que se haga en Brasil es algo especial para ustedes?
T. J.: Que sea en Sudamérica es algo especial. Es mostrarle al mundo lo que es nuestra cultura, nuestro querer a Cristo. Más allá de todas las experiencias que hubo con los papas europeos, queremos mostrarle al mundo lo que es tener una JMJ en Sudamérica y con el orgullo de que el Papa sea argentino.
L. G.: Desde ya que no pasa inadvertido que sea América la elegida. Para nosotros es un plus extra, tenemos que agasajar a los jóvenes de Europa y mostrarles todas nuestras costumbres, nuestro amor a Dios, nuestras expectativas. Creo que no va a pasar inadvertido y, de alguna manera, nos obliga a recibirlos y a ser sus anfitriones.
T. J.: Además, para mí suma totalmente la asunción de Francisco. Cuando veía por televisión el encuentro de Madrid con el Papa Benedicto veía a ese Cristo vivo, a la Iglesia y a los jóvenes que están vivos. El hecho de que las Jornadas se hicieran en Brasil para nosotros ya era algo muy lindo y se nos tornaba como una posibilidad porque era acá cerca. Con el tiempo y rezando se fue concretando la situación de poder ir. Antes teníamos todas las ganas de poder ir a las JMJ. Ahora, con el Papa argentino, mucho más. Para nosotros eso es un orgullo y vamos a ir con banderas y camisetas de la Argentina para que vea que tiene un país que lo apoya y que quiere demostrar al mundo que está con él.
—¿Cómo vivieron el momento de la elección de Francisco y cuáles fueron las primeras sensaciones que tuvieron?
L. G.: La verdad es que fue una sorpresa. Más allá de que uno siempre tiene en el fondo las ganas de que eso suceda. Pero no creía que eso podía ser realidad. Estábamos todos expectantes frente a la televisión y cuando sucedió no lo podíamos creer. Mi mamá lloraba de la emoción al saber que teníamos un Papa argentino. Y Francisco, día a día, nos fue mostrando que las expectativas que habíamos puesto en él no habían sido en vano, sino al contrario. Sentimos mucho orgullo de saber que él es nuestro Papa, porque es argentino, por las cosas que está haciendo, porque de alguna manera está cambiando el mundo.
T. J.: En el momento de la elección me acuerdo que estaba tomando unos mates con mi hermano y viendo la televisión. Estábamos esperando el nombre y cuando salen y dicen «Bergoglio», nos miramos con mi hermano y nos quedamos congelados. «Ése es el de Argentina», le dije. Ahí la llamamos a mi mamá que estaba trabajando y me dijo que ellos estaban mirando. Estábamos todos expectantes del nuevo Papa y ese mismo día se hizo una misa en su honor. Esa misa se vivió con mucha alegría e incluso se vio por los medios de comunicación cómo la Argentina recibió ese mensaje.
L. G.: Coincido con Tomás en que la primera palabra es amor; y la segunda palabra que siempre me queda retumbando cuando habla Francisco es humildad. Él siempre dice que hay que ser humildes ante todo y creo que eso es lo principal. Si nosotros nos reconocemos humildes y pobres de corazón, lo otro viene solo. La soberbia es lo peor que nos puede pasar. Tenemos que ser humildes de corazón y dóciles a lo que Dios quiere. Después vamos a ver con qué nos recibe Dios. Nosotros somos unos agradecidos y con nuestro testimonio de vida queremos demostrar al mundo que ser cristianos no significa estar encerrados. Sino que ser jóvenes significa salir a bailar, tener amigos, ir a comer. Pero siempre sabiendo que Dios es nuestro centro y que con nuestro estilo de vida se le puede mostrar eso a los demás.
—¿Cómo ven sus amigos que no forman parte de la Iglesia este momento que están viviendo?
T. J.: Nosotros tuvimos la bendición de terminar la escuela juntos, nos volvimos a encontrar en la parroquia y ahora nos vuelve a unir Francisco. Eso es una bendición para nuestra amistad. Mientras que con el resto de nuestros amigos, creo que la figura de Francisco movilizó bastante. Muchos de esos amigos que no creen o que no ven bien a la Iglesia, en este momento vienen y me apoyan. Por más que no tengan la creencia en la Iglesia, Francisco pudo llegar a ellos. En Facebook muchos amigos me dejaron mensajes deseándome que la pase bien y que cuando vuelva les cuente cómo me fue. Creo que desde que llegó Francisco, a los argentinos esas cosas nos están llegando y se viven experiencias muy lindas. Al menos es lo que veo en mi grupo de amigos.
L. G.: Tenemos amigos fuera de la parroquia y si bien a veces parece que lo que uno hace no importa o no lo entienden, uno va notando que hay algo dentro de ellos que siempre les va preguntando por qué esta persona está tan bien. Lo noto en mis amigos que si bien no están cercanos a la Iglesia igual se preocupan por cómo está uno. Y creo que eso es algo que despertó Francisco en los jóvenes y, también, porque Dios de a poquito va sembrando esa semilla que en algunos casos puede llevar más o menos tiempo, pero sin lugar a dudas que les llega y les llama la atención.
Este martes, a las 18.30, fue el turno del primero de los dos grupos de los Jóvenes Agustinos Recoletos (JAR) –el segundo sale hoy a las 11– que viajaron rumbo a Buenos Aires donde tomarán el aéreo hacia el país vecino.
Tomás Jerkovich y Leandro Gambuzza, dos santafesinos de esa comunidad católica, dialogaron con Diario UNO horas antes de viajar. Los jóvenes, de 22 años, se conocieron en un grupo con el que hicieron un retiro espiritual. Pero luego sus vidas volvieron a cruzarse en la escuela secundaria, en la parroquia Agustinos Recoletos y ahora estudian juntos la carrera de contador público nacional.
“En los Agustinos, desde hace bastante tiempo que se vienen haciendo viajes a las JMJ. Para organizarlos se pone a cargo a personas que ya tienen experiencias sobre las jornadas. Hubo gente que ya fue a España (en 2011 se hicieron en Madrid) y ahora, con el anuncio en marzo pasado del Papa Francisco fue una revolución para la Argentina y para nosotros a nivel JAR. Por eso, para este encuentro hubo mucha participación de los jóvenes”, explicó Tomás.
—¿Cuáles son sus expectativas para este encuentro?
L. G.: La verdad es que estamos muy ansiosos, tenemos muchas expectativas. Incluso sacando el tema de la presencia de Francisco, nos habían comentado lo que son las Jornadas y ya teníamos ganas de ir. Nos dijeron que es algo hermoso, que sólo hay que vivirlo y que no se puede describir con palabras. Si a eso se le suma la asunción de Francisco, ahora son mucho más. Vamos con las mejores expectativas de compartir nuestras costumbres, nuestra espiritualidad, con el ejemplo de nuestra experiencia de vida, de poder contárselas a los jóvenes de otras partes del mundo y queremos poder gritar todos juntos el amor de Cristo, lo feliz que es nuestra vida, lo feliz que nos sentimos de poder compartirla con él.
T. J.: Queremos estar y apoyar a la Iglesia, que está viva; a la juventud, que está viva. Queremos demostrarle al mundo que el Papa es el representante de Jesús, aquí, en la tierra.
—¿Cómo van a ser sus actividades durante las jornadas?, ¿tienen la ilusión de tener un encuentro con Francisco?
T. J.: Lo que nosotros tenemos planeado es, en la primera semana, hacer un retiro junto a todas las JAR del mundo, entre las que está la del Brasil, de Venezuela, de España. Este encuentro en la casa de los Agustinos del Brasil es nuestra preparación para participar de las JMJ. Las jornadas van a comenzar con una misa en la playa de Copacabana y todos los días vamos teniendo un encuentro. Además, hay una noche donde se hace la vigilia para esperar el encuentro con el Papa en el Campus Fidei.
L. G.: El gran contacto que todos estamos esperando es esa misa de cierre de las Jornadas que va a estar a cargo de Francisco. Por eso, la noche anterior vamos a hacer una vigilia esperando esa misa con el Papa y todos los jóvenes del mundo que hayamos ido.
—¿Que se haga en Brasil es algo especial para ustedes?
T. J.: Que sea en Sudamérica es algo especial. Es mostrarle al mundo lo que es nuestra cultura, nuestro querer a Cristo. Más allá de todas las experiencias que hubo con los papas europeos, queremos mostrarle al mundo lo que es tener una JMJ en Sudamérica y con el orgullo de que el Papa sea argentino.
L. G.: Desde ya que no pasa inadvertido que sea América la elegida. Para nosotros es un plus extra, tenemos que agasajar a los jóvenes de Europa y mostrarles todas nuestras costumbres, nuestro amor a Dios, nuestras expectativas. Creo que no va a pasar inadvertido y, de alguna manera, nos obliga a recibirlos y a ser sus anfitriones.
T. J.: Además, para mí suma totalmente la asunción de Francisco. Cuando veía por televisión el encuentro de Madrid con el Papa Benedicto veía a ese Cristo vivo, a la Iglesia y a los jóvenes que están vivos. El hecho de que las Jornadas se hicieran en Brasil para nosotros ya era algo muy lindo y se nos tornaba como una posibilidad porque era acá cerca. Con el tiempo y rezando se fue concretando la situación de poder ir. Antes teníamos todas las ganas de poder ir a las JMJ. Ahora, con el Papa argentino, mucho más. Para nosotros eso es un orgullo y vamos a ir con banderas y camisetas de la Argentina para que vea que tiene un país que lo apoya y que quiere demostrar al mundo que está con él.
—¿Cómo vivieron el momento de la elección de Francisco y cuáles fueron las primeras sensaciones que tuvieron?
L. G.: La verdad es que fue una sorpresa. Más allá de que uno siempre tiene en el fondo las ganas de que eso suceda. Pero no creía que eso podía ser realidad. Estábamos todos expectantes frente a la televisión y cuando sucedió no lo podíamos creer. Mi mamá lloraba de la emoción al saber que teníamos un Papa argentino. Y Francisco, día a día, nos fue mostrando que las expectativas que habíamos puesto en él no habían sido en vano, sino al contrario. Sentimos mucho orgullo de saber que él es nuestro Papa, porque es argentino, por las cosas que está haciendo, porque de alguna manera está cambiando el mundo.
T. J.: En el momento de la elección me acuerdo que estaba tomando unos mates con mi hermano y viendo la televisión. Estábamos esperando el nombre y cuando salen y dicen «Bergoglio», nos miramos con mi hermano y nos quedamos congelados. «Ése es el de Argentina», le dije. Ahí la llamamos a mi mamá que estaba trabajando y me dijo que ellos estaban mirando. Estábamos todos expectantes del nuevo Papa y ese mismo día se hizo una misa en su honor. Esa misa se vivió con mucha alegría e incluso se vio por los medios de comunicación cómo la Argentina recibió ese mensaje.
—¿Cómo se vive esta experiencia del viaje en el grupo de compañeros de los Agustinos Recoletos?
L. G.: Estamos muy ansiosos, con mucha alegría. Vamos con ganas, como dice Francisco, de cambiar el mundo y los jóvenes somos la base. Vamos con esa idea y esa alegría que tiene un joven de transmitir al mundo lo hermoso que es para nosotros el amor de Dios. Sabemos que en Dios encontramos todo, un sustento, un estilo de vida, encontramos paz. Y queremos transmitir ese mensaje a los demás. Entre los jóvenes agustinos va a ser una experiencia distinta porque compartimos mucho tiempo, pero en las Jornadas va a ser completamente diferente y creemos que nos va a sumar mucho como grupo y para crecer espiritualmente cada uno.
L. G.: Estamos muy ansiosos, con mucha alegría. Vamos con ganas, como dice Francisco, de cambiar el mundo y los jóvenes somos la base. Vamos con esa idea y esa alegría que tiene un joven de transmitir al mundo lo hermoso que es para nosotros el amor de Dios. Sabemos que en Dios encontramos todo, un sustento, un estilo de vida, encontramos paz. Y queremos transmitir ese mensaje a los demás. Entre los jóvenes agustinos va a ser una experiencia distinta porque compartimos mucho tiempo, pero en las Jornadas va a ser completamente diferente y creemos que nos va a sumar mucho como grupo y para crecer espiritualmente cada uno.
La mirada joven de la Iglesia
—¿Cuáles son las cuestiones a cambiar de las que recién hablaban según los jóvenes?
T. J.: Para mí es cambiar desde el amor. Hay que cambiar desde la Iglesia, como dice el Papa Francisco, «Una Iglesia pobre para pobres». Cambiar nosotros mismos, con el testimonio, con el día a día, con la vida cotidiana mostrando a los demás cómo es ser un cristiano y que nuestra vida sea un verdadero testimonio de Dios.
—¿Cuáles son las cuestiones a cambiar de las que recién hablaban según los jóvenes?
T. J.: Para mí es cambiar desde el amor. Hay que cambiar desde la Iglesia, como dice el Papa Francisco, «Una Iglesia pobre para pobres». Cambiar nosotros mismos, con el testimonio, con el día a día, con la vida cotidiana mostrando a los demás cómo es ser un cristiano y que nuestra vida sea un verdadero testimonio de Dios.
L. G.: Coincido con Tomás en que la primera palabra es amor; y la segunda palabra que siempre me queda retumbando cuando habla Francisco es humildad. Él siempre dice que hay que ser humildes ante todo y creo que eso es lo principal. Si nosotros nos reconocemos humildes y pobres de corazón, lo otro viene solo. La soberbia es lo peor que nos puede pasar. Tenemos que ser humildes de corazón y dóciles a lo que Dios quiere. Después vamos a ver con qué nos recibe Dios. Nosotros somos unos agradecidos y con nuestro testimonio de vida queremos demostrar al mundo que ser cristianos no significa estar encerrados. Sino que ser jóvenes significa salir a bailar, tener amigos, ir a comer. Pero siempre sabiendo que Dios es nuestro centro y que con nuestro estilo de vida se le puede mostrar eso a los demás.
—¿Cómo ven sus amigos que no forman parte de la Iglesia este momento que están viviendo?
T. J.: Nosotros tuvimos la bendición de terminar la escuela juntos, nos volvimos a encontrar en la parroquia y ahora nos vuelve a unir Francisco. Eso es una bendición para nuestra amistad. Mientras que con el resto de nuestros amigos, creo que la figura de Francisco movilizó bastante. Muchos de esos amigos que no creen o que no ven bien a la Iglesia, en este momento vienen y me apoyan. Por más que no tengan la creencia en la Iglesia, Francisco pudo llegar a ellos. En Facebook muchos amigos me dejaron mensajes deseándome que la pase bien y que cuando vuelva les cuente cómo me fue. Creo que desde que llegó Francisco, a los argentinos esas cosas nos están llegando y se viven experiencias muy lindas. Al menos es lo que veo en mi grupo de amigos.
L. G.: Tenemos amigos fuera de la parroquia y si bien a veces parece que lo que uno hace no importa o no lo entienden, uno va notando que hay algo dentro de ellos que siempre les va preguntando por qué esta persona está tan bien. Lo noto en mis amigos que si bien no están cercanos a la Iglesia igual se preocupan por cómo está uno. Y creo que eso es algo que despertó Francisco en los jóvenes y, también, porque Dios de a poquito va sembrando esa semilla que en algunos casos puede llevar más o menos tiempo, pero sin lugar a dudas que les llega y les llama la atención.
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