Miguel Torres del Sel, el hombre
fuerte del PRO en la provincia de Santa Fe habla de una. Acaba de
sentarse para un reportaje pero habla sin esperar las preguntas. "Todos
estos que están con Cristina son los mismos que estaban con Menem", dijo
Torres del Sel. Después diría que probablemente sea candidato a
diputado nacional el año que viene y que para el 2015, al menos por
ahora, no descarta pelear otra vez la Gobernación.
Miguel Torres del Sel, el hombre fuerte
del PRO en la provincia de Santa Fe habla de una. Acaba de sentarse
para un reportaje pero habla sin esperar las preguntas. Después diría
que probablemente sea candidato a diputado nacional el año que viene y
que para el 2015, al menos por ahora, no descarta pelear otra vez la
Gobernación. Seguramente es por eso que no deja de recorrer la provincia
y el país.
"Dejame que te cuente", dice de entrada
el Midachi y despliega un entusiasmo de primerizo inexperto que sería
tal si no fuera que no es primerizo y que ya acumula experiencia en la
competencia política. "Hace pocos días empecé a hablar del voluntariado.
Elegimos un barrio de la ciudad de Santa Fe, Acería, donde existía
mucha mugre. Fuimos a hacer una colaboración y a crear conciencia de que
si 20 o 30 personas pueden limpiar cuatro cuadras de mucha mugre y
cortar yuyos, también los vecinos pueden organizarse y no esperar a que
la Municipalidad vaya. Que por ahí no va o porque no tiene un camión o
por lo que sea. Paradójicamente, fue muy agradable lo que vivimos".
—¿Cuál sería la paradoja?
—Que la gente apenas vio el ejemplo se
enganchó y colaboró. Pese a su realidad. La escuela del barrio parece
más una cárcel. Por fuera todo deteriorado y oxidado y por dentro todo
enrejado porque le entran a robar. Y ahí van 1.200 alumnos y no tienen
baños porque les habían prometido arreglárselos y no lo hicieron. ¡Están
funcionando con 6 baños químicos! A media cuadra, la comisaría: una
piecita de 2 por 2, con dos policías que no tienen patrullero. A 20
metros queda el dispensario que lo habían preinaugurado con bombos y
platillos pero lo dejaron abandonado luego. Le cortamos yuyos de más de
un metro de alto. El dispensario viejo fue abandonado porque hicieron el
nuevo pero lo dejaron inconcluso, le falta más del 30 por ciento.
Conclusión: no funcionan ni el viejo ni el nuevo. Los vecinos no tienen
dispensario. Cerca hay una escuelita secundaria a la que también le
cortamos un yuyal terrible. Al barrio le hicieron el asfalto a la misma
altura que las veredas y por eso cuando llueve se inunda todo y el agua
entra en los patios y en las casas. Esta realidad es la que viven
muchísimos vecinos en los barrios de la ciudad, de la provincia y del
país, porque llevo recorrido toda la Argentina. Acá es donde está la
ausencia de los políticos y la efectividad de sus bombas de humo.
—La ausencia queda clara en su relato pero, ¿a qué refiere con bombas de humo?
—A que llama la atención, por ejemplo,
de que ya no se hable más de Malvinas cuando parecía que estábamos a
punto de entrar en guerra con Gran Bretaña. Ayudó a desviar la atención
de la corrupción del vicepresidente (Amado) Boudou, como la pelea con
(Mauricio) Macri por lo de los subtes ayudó a tapar la de los trenes,
luego del accidente de Once. Estas son bombas de humo.
—¿Qué son efectivas dice usted?
—Queremos que la gente vea cómo se la
engaña cuando se le dice que están pensando y actuando por ellos y en
realidad lo que hacen es mentirles y estafarlos porque siguen con sus
negociados. Entonces hay que crear conciencia de que no se debe esperar a
que te den todo porque de ese modo la gente se va acostumbrando a vivir
cada vez peor. Con la inseguridad, con la droga, con la mugre. Esto me
preocupa. Buscamos trabajar ahí en los ámbitos primarios. ¿En qué les
cambia la vida a los vecinos de Acería que Cristina les ladre a los
ingleses por Las Malvinas?
—¿No es ir un poco de extremo a extremo?
—La política si no sirve para que el
tipo de carne y hueso, el vecino suyo, en Acería, en villa Banana de
Rosario, Jujuy o Recoleta, estén mejor, a la larga los perjudica. Nadie
se puede oponer a la bandera, a la soberanía, a que YPF sea Argentina.
Ahora, ¿en 9 años nadie controló nada? ¿Los que en nombre del Estado
argentino firmaron los consentimientos de cada decisión de Repsol en
YPF, no se dieron cuenta del vaciamiento que estuvo haciendo que ahora
resulta tan claro? Acá la culpa no la tiene el chancho sino quien le dio
de comer. El chancho es Repsol y acá todos repartían y se llevaban la
plata. Eskenazi y todos los demás. Alguien firmaba los balances todos
los años, ¿no se daban cuenta de que se llevaban la plata y no había
inversión? ¿No será que estamos frente a cómplices del negociado que por
la crisis en España ahora ven la posibilidad de seguir haciendo plata
de otro modo? En los subsidios a los trenes de 1.200 millones anuales,
¿nadie se daba cuenta de que no había inversiones en los trenes cuando
veíamos en la televisión a los gremialistas sacando los bulones con la
mano mostrando cómo se podrían las vías por falta de mantenimiento?
Todos estos que están con Cristina son los mismos que estaban con
(Carlos) Menem y son igual de culpables con Repsol. Son cómplices que se
llenan los bolsillos. La corrupción es el cáncer de este país.
—La decisión sobre YPF parecería contar con suficiente adhesión popular.
—Nadie está en contra de acciones como
la supuesta estatización de YPF y digo supuesta porque todavía quiero
ver qué es lo que terminarán haciendo. Insisto nadie está en contra pero
que alguien se haga responsable de todo el vaciamiento, que alguien
renuncie. ¿Nadie tiene culpa de nada? Con las casas de los Schoklender
dicen que desaparecieron 300 millones, ¿eso es así? Paralelamente nos
enteramos de que tiene avión, departamentos en Brasil, autos de primera
línea. ¿Quién se hace responsable de haberle mandado la plata del Estado
a Schoklender? ¿Quién debió controlar que use esa plata para hacer
casas para los pobres y no para que el tipo se enriquezca
asquerosamente? La gente está reclamando una actitud distinta.
—¿Qué es, según usted, lo que reclama la gente?
—Mire es muy distinto lo que hace la
presidenta de Brasil. Echó ya como a 12 ministros. Es decir, no protege a
los corruptos ni es cómplice de corrupción. Eso es lo que está
reclamando la gente. Es el reclamo fuerte que tiene que hacer la
oposición. Pero es Mauricio (Macri) el único que se le planta a Cristina
exigiéndole que las cosas se hagan bien. No estamos en contra de que
Repsol se vaya si no invirtió y se llevó la plata. Si estamos en contra
de la impunidad de los cómplices de acá que le permitieron hacerlo sin
ningún problema. ¿Quién no quiere tener una aerolínea de bandera? Ahora,
¿tiene que perder 2 millones de dólares por día, 60 millones de dólares
por mes, 720 millones de dólares por año? ¡Cuántas cosas se pueden
hacer en un barrio con esa plata! Esto es lo que sigo sin entender en
esta gran corrupción manifiesta histórica de todos los días que es el
kirchnerismo.
—Contentos no se van a poner en el gobierno con esto que dice.
—Que vayan y se lo expliquen a los
vecinos del barrio Acería de Santa Fe y a los vecinos de todo el país
que están en condiciones parecidas. Claro que ellos lo que hacen es una
publicidad oficial inmensa con canales, diarios, revistas, radios,
artistas, todos comprados. Un fútbol que no se puede ver por lo
espantosa que es la publicidad oficial. Si harían tanto no sería
necesaria tanta publicidad porque cuando uno hace cosas la mejor
publicidad es hacerlas. Es como en el teatro, si la obra es buena se
corre la bolilla enseguida. ¿Cuánta plata gastan en publicidad? Acá son
seis partidos en los que te hablan de los cientos de kilómetros de
rutas, de las decenas de escuelas, de los hospitales que han hecho, pero
que, desgraciadamente, los que recorremos permanentemente el país no
los vemos. Y no los vemos porque no existen. No los han hecho. Mienten
descaradamente. A la gente la llevaron al acto de Vélez en colectivos y
les pagaron para que vayan. Es todo mentira. La llevaron para que avalen
la reelección de Cristina. La gente se cree la mentira, al menos por
ahora. Han armado un aparato mediático para tapar la verdad.
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