Los enfermeros que competían entre sí para ver quién mataba más pacientes no habían revelado en sus declaraciones a la Justicia que uno de ellos es el padrino de la hija del otro.
Una inspección médica a la Unidad de Cuidados Cardiológicos (UCC) del Hospital Maciel detectó un incremento brusco de la tasa de mortalidad en esta área de alta especialización durante 2011. Las estadísticas mostraban que el índice de mortalidad oscilaba entre un 3% y un 4% durante el último quinquenio, sin embargo dicho índice se había disparado a un 12% en 2011. Hay 16 casos virtualmente probados, la sede judicial sospecha que suman varias decenas, los investigadores especulan con que superan largamente los 200 casos y que la aplicación de "muertes piadosas" data de unos siete años.
"No vamos a hablar de cantidad de casos, ni de plazos de tiempo hasta que tengamos toda la información, porque este se ha vuelto un tema demasiado sensible como para no ser precisos", se excusó el comisario inspector San Ángel Rosas, coordinador de la Dirección General de Crimen Organizado e Interpol, según cita el diario uruguayo El País en su edición de este martes.
El fiscal Diego Pérez solicitó las exhumaciones de los 16 cuerpos que, hasta este punto de la indagatoria, los imputados reconocieron haber dado muerte, bien con una inyección de morfina, o bien con una inyección de aire por vía central. La lista de casos sospechosos, empero, suma varias decenas como consecuencia del estudio de numerosas historias clínicas. Pero además, las denuncias y consultas por muertes de este tipo en las oficinas de Crimen Organizado son constantes.
A media tarde, mientras un periodista de El País aguardaba en la sede policial, un hombre llegó a plantear su caso. Se trataba del padre de un joven de 19 años que padecía de leucemia y falleció a mediados de enero en el CTI neurológico de la Asociación Española. "Siempre tuve dudas sobre su muerte y a la luz de estas denuncias que trascendieron por la prensa, esas dudas se me vuelven a plantear y quiero que ustedes revisen el caso", planteó el familiar a un oficial del Departamento de Vigilancia de Crimen Organizado. El oficial tomó nota de los datos, fecha y hora del deceso y prometió informarle oportunamente al denunciante.
En este clima de llamadas y consultas constantes, los investigadores procuran ahora ceñirse a la comprobación de hechos y hacer a un lado los comentarios que, con los procesamientos de los enfermeros Juan Ariel Acevedo y Marcelo Pereira, se multiplican entre el personal de salud de las dos instituciones involucradas. A modo de ejemplo, se habla de un hipotético tráfico de órganos como móvil oculto por parte de los enfermeros. "No surge ningún tipo de indicio de esa actividad, los procesados actuaban por una cuestión de orden personal, eso quedó demostrado en la investigación, los especialistas tendrán que evaluar qué tipo de perfil psicológico tienen, nosotros investigamos conductas delictivas", señaló el comisario inspector Rosas.
De algún modo, la condición psicológica quedó evidenciada en un rasgo que comentó el ministro del Interior, Eduardo Bonomi, al ser consultado sobre el caso. Los dos enfermeros "competían" entre sí e incluso se enviaban mensajes para contar que habían dado muerte a otro paciente a su cuidado.
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