"Se llevaron todo lo que se
puede enchufar", sintetizó Schmuck al recibir a La Capital en su
vivienda desmantelada por los maleantes y mientras el sumariante de la
seccional 17ª registraba detalladamente lo ocurrido.
El atraco sucedió pasada la 1.10 de
ayer cuando la concejala llegaba en auto a su domicilio junto a su
esposo, el decano de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones
Internacionales de la UNR, Franco Bartolacci, y sus dos hijos, de 5
meses y 6 años. Los delincuentes los abordaron cuando bajaban del
vehículo familiar y los hicieron ingresar a punta de pistola a la casa,
ubicada en la cortada Dellarole (ex Milton) al 7700. Tras retenerlos
bajo amenazas entre 15 y 20 minutos, se llevaron alrededor 15 mil pesos,
todos los electrodomésticos que encontraron en la casa y el auto en que
se movilizaba la familia.
"Me parece que ésto que nos pasó sirve
para demostrar que nos tenemos que reunir y buscarle una solución entre
todos a esta situación de inseguridad que vivimos. Este tema lo tenemos
que tomar con responsabilidad y sentarnos a dialogar. Hay que buscar una
solución entre los tres poderes del Estado porque todos tenemos
responsabilidad en lo que sucede", comentó la concejala Schmuck después
de dejar de lado la posibilidad de que haya sido víctima del atraco por
su condición de funcionaria. "Recién hablé por teléfono con Marcos
Escajadillo (titular de la Secretaría de Seguridad Pública de la
provincia) y se ofreció a ir al Concejo Deliberante a exponer su
proyecto de seguridad. Y está bien que lo haga. Lo que también me
gustaría, es que de todo esto que nos pasó, quede en el ciudadano la
importancia de ir a hacer la denuncia a la seccional, de dar a conocer
cuando pasan este tipo de hechos porque el mejor amigo de la
delincuencia es el miedo", explicó la edila.
Sorprendidos. Lunes,
1.10 de la mañana. La concejala Schmuck regresaba a su casa ubicada en
la cortada que históricamente se conoce en Fisherton como "pasaje
Milton", que ahora lleva el nombre del cofundador de la facultad de
arquitectura, y se proyecta a lo largo de tres cuadras paralelas a las
vías del ex ferrocarril Mitre. Schmuck y su familia viven entre Donado y
Colombres, a poco más de 100 metros del club Fisherton, que está al
otro lado de la vía, y a unos 400 metros de la comisaría 17ª.
Schmuck y Bartolacci regresaban en un
Peugeot 106 junto a sus dos pequeños hijos: Ema, de cinco meses, e Ivo,
de seis años, tras cenar en la casa de unos amigos. Poco antes habían
parado en una heladería para comprarle un helado a Ivo. El Peugeot 106
color azul con vidrios polarizados se detuvo frente a la casa bajo la
garúa que caía persistente y un alumbrado público escondido entre las
copas de los árboles. Franco bajó del vehíuclo para alzar a Ivo que
estaba dormido en el asiento trasero, cuando desde calle Donado una
pareja corrió unos 30 metros y encañonó a la familia. El muchacho fue
directo hacia Franco y la mujer increpó a Schmuck. "Callados y vamos
para adentro", dijo la maleante, quien llevaba la voz cantante de los
maleantes.
Es evidente que los maleantes estaban
esperando la llegaba de la familia, lo que hace inferir una inteligencia
previa del objetivo. Sin embargo, los ladrones no sabían del cargo
público que ostenta su víctima. "No sabían que estaban robando en la
casa de una concejala. No sabían dónde habían entrado. Yo tenía miedo de
que se dieran cuenta y que por eso se embatataran o pensaran que
teníamos miles de dólares, porque hay mucha gente que cree que los
políticos somos millonarios", explicó Schmuck.
Encerrados. Los
maleantes condujeron a la familia a una habitación. A Franco lo hicieron
arrodillar y la mujer delincuente lo tuvo controlado con una pistola en
la cabeza. "No me mires, no me mires", era la frase repetida a manera
de yeite delictivo por los malhechores. El diálogo durante el robo fue
de tono femenino. La ladrona se dirigía a la concejala y viceversa.
"Ella era la que te creía o no. Si había o no más dinero. Si había o no
cosas de oro. Yo trataba de consensuar para que todo se terminara lo más
rápido posible", dijo Schmuck.
"María Eugenia manejó muy bien la
situación. La verdad es que en ese momento se te ocurren un montón de
malas ideas que de llevarse a cabo podrían hacer que todo termine en un
desastre", recalcó Franco Bartolacci en el diálogo con este diario.
El golpe fue un trámite para los ladrones. La vivienda, como está en
obra, tenía la alarma desconectada. Los maleantes, incluso, pidieron a
sus víctimas que tranquilizaran a las dos perras labrador que había en
la casa. "Como ellos entraron con nosotros, la más vieja de las perras
se fue a la calle a dar una vuelta, como cuando la sacamos a caminar. Y
se ve que en una de las idas y vueltas de los ladrones volvió a entrar",
recordó la edila."Ellos querían plata. Nosotros teníamos un dinero para pagarle a los albañiles porque tenemos la casa en obra y se llevaron eso. Eran los pagos que nos quedaban para terminar. Y además cargaron tres televisores, uno de ellos un LCD de 32 pulgadas, una notebook, una netbook, la Play Station de Ivo, los celulares. Todo lo cargaron en el auto, que ni siquiera es nuestro porque no los prestó un amigo que vive en Capital Federal", relató la edila. El vehículo hasta anoche no había sido localizado por la policía
Tensión. "Cuando nosotros estábamos encerrados en la habitación escuchamos que uno de los ladrones abrió la puerta y otros, al menos dos, entraron a la casa para cargar las cosas en el auto", rememoró Franco.
"Hubo un sólo momento de tensión que fue cuando Ivo se despertó y vio la escena", explicó el decano de Ciencia Política. Al despertarse, el nene de 6 años vio que sus padres estaban siendo apuntados con armas. "¿Qué pasa mamá?", preguntó Ivo. "Nada, son gente amiga que vino a casa", respondió María Eugenia. El nene no le creyó: "Me quiero ir a la cocina y al baño", expresó la criatura antes de empezar a llorar. Inmediatamente una de las perras comenzó a ladrar amenazante contra los asaltantes. Entonces la ladrona miró a Franco y le dijo: "Controlá a tu hijo y a la perra. No hagas boludeces, pibe. No te das cuenta que tenés chicos", recordó Schmuck.
"Se llevaron todo lo que compramos con años de trabajo. Somos dos laburantes que la remamos y lo que tenemos es fruto de nuestro trabajo. Igual no es tan groso eso como la cara de mi hijo cuando se dio cuenta de lo que estaba pasando. Eso es muy difícil de olvidar", relató la edila. Con la faena cumplida, los ladrones cerraron la puerta de la casa con llaves y se fueron. Indignación, trabajo para un cerrajero y la alcancía de Ivo, con 20 pesos en monedas, fue todo lo que les quedó .
Cuarta vez
"A mí me robaron cuatro veces y esta es
la primera desde que estoy en la política. Me robaron cuando estaba
desempleada y también cuando tuve trabajo. No tiene nada que ver que una
sea concejala con que la roben o no", expresó María Eugenia Schmuck.
Ayer por la mañana, en tanto, en su casa desmantelada estuvieron el
comisario mayor Néstor Arismendi, jefe de la policía rosarina; el
inspector Hugo Cabral, a cargo de la Inspección 8ª Zona; y el comisario
de la seccional 17ª, Gustavo Godoy.
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