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sábado, 9 de abril de 2016

Santa Fe El Salado sigue subiendo su nivel Vecinos de La Tablada resisten la crecida

Son familias que viven en ranchos y precarias viviendas que quedaron bajo el agua. La Municipalidad pretende alojarlas en el Polideportivo pero ellos resisten por temor a los robos. Hoy ocuparon el Ex Frigorífico Municipal que está en ruinas.

Hamaca. Ante la desolación, la niña se columpia y todo parece un juego. Foto: Guillermo Di Salvatore

Nicolás Loyarte
nloyarte@ellitoral.com
@nicoloyarte

El río Salado no paró de crecer durante las últimas 24 horas. Anoche estaba en 6,08 metros de altura en Recreo y esta mañana, en 6,37. Con ese rítmo de crecida ya inundó la calle principal de La Vieja Tablada, en el extremo noroeste de la ciudad, por lo que varios ranchos y precarias viviendas que están por fuera del anillo de defensa quedaron bajo el agua.

Los vecinos inundados levantaron refugios con troncos y lona plástica junto a la calle de acceso al barrio, Teniente Loza, que más al fondo, a la altura del ex Frigorífico Municipal, quedó sumergida.

GALERÍA HDLa Vieja Tablada bajo agua

No se quieren ir

La Municipalidad pretende alojar a los evacuados en el Polideportivo de El Abasto, que está preparado para ello, pero los vecinos se niegan a ir al refugio por temor a sufrir saqueos y perder lo poco que tienen.

Entonces, las cerca de 100 familias con numerosos niños y mujeres, algunas embarazadas, resisten en precarias condiciones de salubridad en el lugar, entre las ramas y troncos que fueron depositados allí luego de la tormenta del 19 de febrero, que azotó la ciudad. El paisaje se completa con basura, chanchos y patos, entre otros animales.

“Queremos botas, que nos traigan algún baño químico; necesitamos colchones, frazadas, y leche para los chicos”

La enorme cantidad de troncos y ramas de toda la ciudad fueron llevados a La Vieja Tablada para que sean aprovechadas por los ladrilleros que la utilizan para prender el fuego.

Lo que necesitan

“Queremos botas, que nos traigan algún baño químico; necesitamos colchones, frazadas, y leche para los chicos”, pidió Celeste Cáceres, una mamá de cinco niños que esta mañana jugaban entre la mugre y el agua.

Sentada en una silla ubicada junto a una mesa, sobre la calle, Celeste tomaba mate y comía pan junto a Alejandra Fregonese, su vecina, que es madre de dos niños y espera para los próximos días la tercera. “Evelín Sofía se va a llamar”, le contó a El Litoral esta joven mujer a la que le dieron fecha de parto para el 14 de mayo, “pero creo que ya viene”, aseguró. Al fondo de ellas el “Rancho Esperanza”, como reza un cartel de madera clavado en la puerta se encontraba con unos 30 centímetros de agua en su interior.

Como Alejandra, el resto de los vecinos permanecía hoy en condiciones de salubridad infrahumanas, aunque parecían no tomar conciencia de ello, ya que resistían en el barrio azotado por la inundación como si nada ocurriese.

Sonrisa. Pese a todo, los niños miran la cámara con su sonrisa dibujada; autoevacuados en el Ex Frigorífico Municipal.Foto: Guillermo Di Salvatore

Alimañas

“Ayer cazaron una víbora así de ancha”, gesticuló con los dedos de su mano izquierda apenas cerrados Enrique Rivas, uno de los vecinos más conocidos del barrio, porque en su rancho ubicado junto al santuario del Gauchito Gil les da una copa de leche diaria “a 82 niños”, aseguró. “Nos quedamos acá porque nos roban, anoche le llevaron la cocina, la garrafa y otras cosas a una familia de acá al fondo”, contó señalando la calle inundada.

Por esa misma calle avanzaba desde el fondo un carro tirado por un caballo con dos muchachos a las riendas que habían rescatado del agua su televisor, colchones y otras pertenencias y se dirigían hacia el edificio en ruinas del Ex Frigorífico Municipal. En su interior los esperaban mujeres y niños sucios y embarrados, que caminaban descalzos entre escombros y mugre, mientras otros muchachos estiraban un cable para “colgarse” de la luz.

En el acceso al barrio, en Teniente Loza y la Circunvalación Oeste, dos camionetas del servicio de emergencias municipal Cobem, con cuatro agentes, permanecían bajo una leve llovizna en el lugar para asistir a quienes lo demanden. “La idea es llevarlos al Polideportivo para que tengan mejores condiciones de salubridad, pero no se quieren ir”, sintetizó uno de ellos.

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