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Foto:Guillermo Di Salvatore
“Afortunadamente no estaban mis hijos de 11 y 9 años con nosotros”, dijo Carina. Los propietarios de Shambalá relataron cómo fue el asalto y el primer tiroteo, en bulevar y Belgrano.
Joaquín Fidalgo
jfidalgo@ellitoral.com
“Yo soy un asesino y no me va a temblar el pulso para matarlos a los tres”, amenazó el joven y solitario delincuente, mientras apuntaba con un revólver a sus víctimas. Eran aproximadamente las 23 de ayer y en la zona, a metros de bulevar, el movimiento de gente era importante, como habitualmente los viernes a esa hora. El asalto ocurrió en Shambalá, una rotisería ubicada sobre calle Belgrano al 3400. Fue el inicio de un violento episodio que siguió en las inmediaciones, puso en riesgo la vida de muchas personas y terminó con el malviviente muerto.
“Entró como cualquier cliente, se acercó a la caja y pidió una pizza, empanadas y una gaseosa. Quedó esperando... Salía y entraba... Lo normal. Al principio, nos había llamado un poco la atención su aspecto, pero estaba bien vestido y no se lo notaba nervioso o drogado. Cuando traje el pedido y le indiqué cuánto tenía que pagarme, metió su mano en el bolsillo y en vez de la billetera sacó el arma. ‘Esto es un asalto, dame todo lo que tengas’, me dijo”, recordó esta mañana Carina, la propietaria.
“No teníamos mucho dinero en la caja registradora -agregó-. Con mi marido, le entregamos todo lo que había. Me pedía más y yo trataba de explicarle que eso era todo. No me creía”.
Un momento de extrema tensión se generó cuando una clienta que aguardaba no obedeció cuando el ladrón gritó: “tírense al piso”. “Ella es una mujer mayor que no podía hacerlo. Ahí nos amenazó de muerte. ‘No te hagas la estúpida. Yo soy un asesino y no me va a temblar el pulso para matarlos a los tres’, nos advirtió. A todo esto ya se había activado la alarma del negocio. Después de unos pocos minutos que nos parecieron eternos, llegó un patrullero y estacionó enfrente. Cuando este tipo vio las luces de las balizas policiales se desesperó y salió corriendo”, relató.
El delincuente corrió por calle Belgrano y cruzó bulevar. Tras sus pasos, ya iba también a pie uno de los agentes de la comisaría 3a. que dio la voz de “alto”. Al llegar al restaurante La Romería, entre decenas de comensales, el malviviente giró y realizó los dos primeros disparos contra el uniformado que lo seguía y que no respondió el fuego para no aumentar el riesgo de que algún inocente resulte herido.
La persecución siguió hacia el norte y se prolongó por Castellanos y Las Heras. El ladrón -que habría realizado una decena de disparos contra el policía- giró en Maipú hacia el este. A mitad de cuadra, volvió a apuntar y disparar al agente, que estaba en la esquina y esta vez sí usó su pistola. Una bala impactó en la cabeza del malviviente, que inmediatamente cayó desplomado al piso. Agonizaba cuando llegó la ambulancia que lo trasladó al Hospital Cullen y finalmente dejó de existir esta madrugada, aproximadamente a las 3.30.
El suceso causó conmoción en toda la zona, que terminó inundada de patrulleros.
Al lado del asaltante, sobre la vereda, quedó una mochila -en la que había un manojo de billetes- y un revólver marca Doberman calibre 32 con vainas servidas en su tambor.
“Fue una experiencia fea. Por suerte no estaban mis hijos, de 9 y 11 años, y reaccionamos con tranquilidad. Tuvimos un Dios aparte y creo que ayudó que este sujeto no estaba ni borracho ni drogado. Quiero destacar la labor de los policías, que actuaron excelentemente. Llegaron a tiempo y evitaron poner en riesgo a otras personas. Además, nos asistieron en todo momento para darnos serenidad”, manifestó Carina.
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