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domingo, 13 de diciembre de 2015

ROSARIO Emiliano, una historia de grandes logros abrazada a muchos sueños

Tiene una enfermedad irreversible y le da pelea a los prejuicios. Terminó el secundario como abanderado y ahora comienza la universidad, que reconoció el mérito académico y decidió becarlo.
La Capital | 
Emiliano, una historia de grandes logros abrazada a muchos sueños
 Emiliano está feliz: terminó 5° año con las mejores notas y se prepara para estudiar diseño gráfico en la universidad. Nada ha sido fácil para este joven de 18 años que padece atrofia muscular espinal tipo II, y le da pelea desde muy pequeño a los prejuicios y burocracias, sin dejar nunca de lado su optimismo. “No se olviden de soñar, y soñar bien alto”, les regaló en el acto de fin de curso a sus amigos de la secundaria.
“Ya estoy extrañando a mis compañeros”, confiesa Emiliano unos minutos antes de entrar al salón preparado para despedir el 5° año en la Escuela N° 3.133 Reverendo Padre José Margis. Mientras habla, sus compañeros y compañeras de curso se ubican a su lado para que la foto sea grupal. Cuidadosamente, le acomodan la bandera argentina que entregará con “orgullo”, dice, al abanderado entrante.
Hincha de Central, profundamente optimista y sin vueltas para hablar, confiesa que está un poco nervioso porque el martes arrancará con los cursos preparatorios de la licenciatura en diseño gráfico que seguirá en la Universidad Abierta Interamericana (UAI), institución que reconoció el mérito académico de Emiliano y decidió becarlo.
A la charla improvisada se suman dos de sus compañeros de secundario que comparten la misma ansiedad por lo que se viene. Daniela, quien va a seguir el profesorado para chicos sordos, y Agustín, ya decidido a trabajar con su padre y hacer una capacitación en asesor de seguros.
Una de las profesoras los invita a prepararse para el acto que está por comenzar. Es Graciela Barroso, docente de lengua y literatura, quien habla con orgullo de Emi, como llama a su alumno. Y también del clima amoroso, de diálogo, que se vivencia en este colegio confesional de la zona sur. “Es una linda escuela de barrio, tranquila”, describe, y mira al campanario de la iglesia San Casimiro que se ve desde el patio escolar.
Son 16 los chicos y chicas que se reciben como primera promoción de bachilleres en ciencias sociales y humanidades. Van pasando uno a una entre los aplausos de familiares y docentes que fueron a despedirlos. Se sienten un poco más intensos cuando ingresa Emiliano.
Luego del traspaso de banderas, llegan las palabras de rigor de estos actos, las fotos y videos. También las lágrimas. Necesarias, que alivian, que abrazan, que nadie quiere ahorrar en este momento mágico que sólo se vive en las escuelas.
Un grupo de 4° año se anima a una canción de Abel Pintos. Sigue la entrega de diplomas, de una medalla con la imagen de la Virgen y un mate. Para esta escuela es tradición regalar un mate, recuerda los valores de solidaridad, de compañía, de amistad que promovía el padre José Margis. También el abrazo es más prolongado cuando llega el turno de Emiliano de recibir su diploma. Se multiplican las fotos y otra vez nadie se propone ahorrar en emociones.
Hace exactamente un año se conocía por La Capital la historia de Emiliano López Cicero. Fue cuando recibía la bandera al mejor promedio. También que hacía 5 años que esperaba que Iapos autorizara la compra de una silla de ruedas motorizada, adaptada para contener su enfermedad (irreversible, que entre otras consecuencias provoca pérdida en sus movimientos y problemas respiratorios). Intervención judicial mediante, la silla finalmente le llegó en agosto pasado. Aún espera por otros aparatos ortopédicos necesarios para tener una mejor calidad de vida.
Emiliano siempre estuvo acompañado por su familia: su madre Beti, su padre César y sus hermanos Francisco y Guadalupe. Tuvo que vivir de cerca, muy de cerca, la discriminación escolar, cuando le cerraban en no pocas escuelas el ingreso apenas lo veían en su silla de ruedas. Hasta que llegó a la Escuela República de Lituania (Regimiento 11 al 1500) donde lo recibieron como a todos, diciéndole “bienvenido”. Este colegio es de la congregación de los Padres Marianos de la Inmaculada Concepción, a la que también pertenece el secundario Padre Margis.
El acto del viernes pasado culminó con la imagen de todos los chicos que ese día terminaban la secundaria. Uno a una hablaron de convivencia, compañerismo, historias compartidas, aprendizajes y también de no olvidarse de los sueños. En eso está Emiliano ahora.

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