domingo, 4 de enero de 2015

2014: el año en que la economía entró en pendiente

El consumo, aunque golpeado y en baja, sigue siendo uno de los motores de la actividad económica merced a planes oficiales; la industria cerrará en baja pero por el impacto del sector automotriz

Devaluación, dólar, inflación y fondos buitre marcaron la agenda económica del 2014, año que cerró con actividad en declive e incertidumbre en los frentes fiscal y comercial, pero en un contexto más calmo en el mercado cambiario y financiero.

Ante un convulsionado escenario mundial, con Brasil devaluando y la soja en caída libre, este fue el año más duro de los once de la administración kirchnerista, con resultados que dejarán, a su vez, una carga difícil en el 2015, últimos doce meses de la Presidencia de Cristina Fernández de Kirchner.

Pese a todo, lejos estuvieron los temibles pronósticos de principios de 2014 que hacían presumir un fuerte impacto en todas las variables económicas y sociales. El consumo, aunque golpeado y en baja, sigue siendo uno de los motores de la actividad económica merced a planes oficiales; la industria cerrará en baja pero por el impacto del sector automotriz; el desempleo tuvo un leve aumento, aunque se ubica en los niveles más bajo de los últimos 40 años y las reservas del Banco Central superaron los 31 mil millones de dólares, cuando había proyecciones por demás pesimistas.

Aunque el conflicto con los fondos buitre venía de antes, estalló en el año que recién termina cuando a mediados de junio la Corte de Estados Unidos desistió de tomar el caso, y el enfrentamiento tomó un camino incierto, sin final a la vista.

El juez neoyorquino Thomas Griesa falló a favor de los buitre y bloqueó las posibilidades de pago a los bonistas, con lo que las negociaciones se endurecieron, la Argentina entró técnicamente en cesación de pagos para las calificadoras y el magistrado declaró al país en desacato.

Pero más allá de ese conflicto, desde el principio se advirtió que iba a ser un año complejo: entre el 22 y el 23 de enero el país se sacudió con una brusca devaluación, la mayor desde mediados de 2002.

Ese primer mes terminó con una depreciación del peso superior al 18% para acumular en todo el 2014 una brusca baja del 35%, que la ubica entre las mayores del mundo, al pasar la cotización oficial de 6,5 pesos a fines de 2013 para los 8,5 pesos actuales.

Fue en esos días, el 27 de enero, que el gobierno anunció la apertura parcial del cepo cambiario y habilitó la venta de dólares a través de un sistema oficial, por el cual salieron en el año más de 2.800 millones, que significó sacrificar poco menos del 10% de reservas, pero permitió descomprimir la tensión en el mercado ilegal de divisas.

El temblor cambiario se trasladó inmediatamente a las góndolas de los negocios: las cadenas de venta de electrodomésticos dejaron de vender por: “no tener precio” y los autos nuevos aumentaron un inexplicable 30%, que terminó condicionando toda esa actividad en el año.

El dólar paralelo, ilegal o blue empezó el año apenas por encima de los 10 pesos y finaliza el 2014 algunos centavos por arriba de los 13 pesos, aunque a fines de septiembre llegó a orillar los 16 pesos, el máximo nivel desde la traumática salida de la convertibilidad que dio lugar al estallido social de 2001.

Llegó a marcar una brecha cercana al 100% entre el dólar paralelo y el oficial, y terminó en poco más del 50%, un nivel alto pero que ya desalienta las compras en el sistema oficial para venderlo en el ilegal.

Esto hizo que sólo en los primeros días de diciembre cayeran hasta un 30% las ventas de dólares en el circuito controlado por la Afip y que en esferas oficiales se analice abrir totalmente el cepo.

Los argentinos durante 2014 se acostumbraron a hablar del dólar: blue, ilegal, clandestino, paralelo, contado con liquidación (“con liqui”) , turista, tarjeta, Bolsa.

El complejo sistema para comprar divisas afectó la llegada de inversiones y castigó duramente al mercado inmobiliario, con caídas sin precedentes.

El mercado bursátil fue un negocio excepcional hasta noviembre, cuando afectado por la fuerte caída en el precio del barril de petróleo, que se hundió hasta los 55 dólares, empezó a perder terreno y cierra con una ganancia de casi 50%, que tampoco es desdeñable.

El debate por la suba de precios, más allá del impacto en la vida real, estuvo centrado en el nivel del incremento: para el gobierno fue del 24% según las mediciones del controvertido Indec, para las consultoras privadas superó el 40% y los más equilibrados lo ubicaron en torno al 30%.

Sólo si se tiene en cuenta el número más alto, que surge del promedio de las mediciones privadas, los salarios volvieron a perder la carrera con los precios, ya que las paritarias se cerraron con aumentos que orillaron el 30% y en su mayoría en forma escalonada y por eso se desató un vendaval de reclamos de sumas extra para fin de año.

Y como una historia repetida de los últimos años, las estadísticas públicas no coincidieron con las mediciones privadas: para el Indec, la economía argentina cierra el año con una ligera caída de 0,2%, pero para las consultoras privadas la baja se ubica en el 2,7% en promedio, alcanzando cuatro períodos consecutivos en retroceso y por ello, técnicamente, en recesión.

En la actividad industrial las diferencias resultaron aún más amplias: la estadística pública reconoce que se alcanzaron 15 meses seguidos de caídas, acumulando en el año una retracción del 2,6%, empujada principalmente por la producción automotriz, que termina con un derrumbe superior al 20%, pero los privados afirman que el retroceso general trepa al 5%.

Los dos pilares de la gestión kirchnerista, los superávit gemelos pasaron a ser el Talón de Aquiles: la balanza comercial cierra el 2014 con una baja del 15% y el déficit fiscal que finalizaría en torno al 7% del PBI, con un crecimiento superior al 40% en el nivel de gastos, que difícilmente pueda morigerarse en el 2015, un año electoral.

Los subsidios energéticos y al transporte terminarán este año por encima del 5% del producto, equivalente a más de 220 mil millones de pesos.

Según la última información del Banco Central, las reservas terminarán por encima de los 31 mil millones de dólares, casi 500 millones más que las registradas a fines de 2013, algo impensado hasta hace un par de meses.

Es cierto que se consiguió ese nivel a raíz de un acuerdo para que las exportadoras liquiden más dólares y la llegada de 2.300 millones de un convenio con el Banco Central de la China, pero se quebró la tendencia bajista y sólo en diciembre el BCRA adquirió más de 1.300 millones.

El año de axel

Cumplió su primer año de gestión el ministro Axel Kicillof, el funcionario con más poder en el gabinete y de mayor respaldo presidencial, pero como contrapartida fue elegido como centro de críticas de todo el arco opositor, incluyendo la CGT de Hugo Moyano y de sectores empresarios de diversos rubros.

El jefe del Palacio de Hacienda tuvo además enemigos internos y el principal fue el expresidente del Banco Central Juan Carlos Fábrega, con quien la convivencia terminó el primero de octubre cuando, por decisión presidencial y luego de duras críticas, tuvo que dejar su lugar a Alejandro Vanoli, hasta ese momento en la Comisión Nacional de Valores (CNV).

A diferencia de Fábrega, Vanoli supo encabezar una estrategia conformada por diversas medidas: presiones en el mercado ilegal, controles en el circuito oficial, acuerdos para que exportadores liquiden más divisas y el convenio con su par de China que sirvió de sostén para las reservas.

En el escenario internacional, Brasil prendió una alarmante luz roja, por su economía en baja y por la devaluación del real que cayó al nivel más bajo en diez años, que afectó directamente la competitividad externa argentina.

Otro punto de desvelo para el gobierno resultó la caída en el precio de la soja: de 472 dólares a fin de 2013 a los 376 de fines de 2014, mientras unas 15 millones de toneladas todavía se conservan en silobolsas a la espera de una mejor cotización.

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