jueves, 25 de diciembre de 2014

cumple 20 años el peor apagón en Santa Fe, El cable OF.

Mientras la EPE (a la que se quería privatizar) negociaba un contrato de provisión de energía con la usina de Calchines (en manos de Luz y Fuerza), nadie podía encontrar la falla.

Calle Suipacha. El cable subterráneo recibe una reparación, en 2000. La ciudad debió sufrir la crisis eléctrica de 1994 para que por fin se cerrara su anillo de distribución y cada sector contara con una doble alimentación.

Foto: Archivo El Litoral

Luis Rodrigo

politica@ellitoral.com

Su sola mención aún causa ciertos rictus de incomodidad en la Empresa Provincial de la Energía. El apagón de 1994 del -ya mítico- cable OF (más el juicio que aún sigue en tribunales) es un tema poco agradable en la EPE. Pero mucho menos lo es para los santafesinos que vivieron en una ciudad donde -con el peor servicio eléctrico imaginable- literalmente se sobrevivía. De día calor, calor y más calor, y por las noches mosquitos, espirales y puteadas.

Es curioso: hace 20 años era posible que media ciudad y toda la zona de la Costa quedara sin energía durante días, que se hicieron tres interminables semanas, sin que ello ocasionara un estallido social.

Los santafesinos por entonces hubieran jurado que ya no, pero hoy, a dos décadas de aquellas jornadas puede decirse que la capital santafesina todavía podía ser cándidamente llamada “La Cordial”.

Los apagones de dos décadas atrás no generaron una ola de violencia, ni más robos que los habituales para entonces.

La ciudad había descubierto su enorme vulnerabilidad, y El Litoral no dudó en titular en tapa “El infierno tan temido” cuando a los cortes de energía se sumó la ausencia de agua potable, porque la planta potabilizadora también sufría la falta de energía eléctrica y tampoco de las canillas venía algún alivio.

Durante el mes en que se tardó en detectar dónde estaba la falla de un cable subterráneo, de mediados de noviembre a las vísperas de la Navidad, cada día era igual al anterior en la agenda informativa de los periodistas: dar cuenta de la ola de apagones en cada barrio y sobre todo ver si -por fín- se había encontrado el lugar donde estaba la falla del Cable OF. Pero el cuento no tenía fin.

Sin alternativa

En 1994, Santa Fe no tenía cerrado su anillo eléctrico. Hoy cada sector de la ciudad tiene una doble alimentación y, por lo tanto, ante una falla hay una alternativa. Más aún, ahora la zona de la Costa también cuenta con esa ventaja.

Hace 20 años, bajo la calle Suipacha, estaba el talón de Aquiles del servicio. Y ése fue el escenario del drama que vivieron los santafesinos. Desde la Estación Transformadora Santa Fe Oeste, ubicada junto al Salado, adonde llega buena parte de la alimentación eléctrica del Sistema Interconectado Nacional, hasta la Estación Transformadora Calchines, existe un cable de cable de alta tensión que es clave para el servicio.

Se produjo una falla por una pérdida del aceites especial que refrigeraba al OF, pero dar con el lugar exacto del problema llevó jornadas y padecimientos interminables. Y sospechas sobre las intenciones reales de dar o no con la solución. Incluso se contrató a la empresa Pirelli (la fabricante del Cable OF) cuando a los técnicos de la EPE se les quemaron los papeles.

La crisis terminó una semana antes de Navidad: la empresa acusó a una obra en construcción -en Suipacha y 9 de Julio- de haber causado (por trabajos subterráneos) el desperfecto.

Hoy sigue ese juicio que la EPE inició y perdió en primera instancia. Como en otras causas interminables de la Justicia santafesina el expediente aún no ha sido cerrado, pero todo indica que no será gratis para la empresa estatal.

En Santa Fe, se había reformado la Constitución hacía unos pocos meses y de los brillos de acaparar la atención del país, se pasó sin más a una subdesarrollada obscuridad.

Sospechas y casualidades

La crisis del OF se produjo en un contexto particular: el del intento del gobierno santafesino de privatizar la EPE, algo que ya había hecho el Estado nacional con el servicio en la Capital Federal y el Gran Buenos Aires (al crear Edenor y Edesur) y con todas las pequeñas usinas generadoras de energía, incluida la vieja máquina de Calchines.

Ni los protagonistas de los apagones de 1994 (ni la Justicia) han establecido aún con claridad, cuáles fueron realmente los hechos. Conviene repasar qué pasaba entonces con el sistema eléctrico en la Argentina.

En los 90, el parque térmico generador (que para entonces era relativamente nuevo y estaba ubicado en el Gran Buenos Aires) fue privatizado a empresas del sector. Pero, las llamadas “usinas satélites”, marginales e ineficientes, desperdigadas en capitales provinciales, quedaron en manos de la Federación Nacional de Trabajadores de Luz y Fuerza.

Eran viejos equipos, con planteles de personal que no formaban parte de las principales centrales productoras de energía, ni interesaban tampoco al negocio del transporte.

Eran tiempos de Roberto Dromi como ministro privatizador de Carlos Menem, cuando la Central Térmica Calchines se vendió por el memorable precio de 50 mil pesos (iguales a dólares) a los únicos oferentes que se presentaron: la Fatlyf. La generadora tenía un pasivo de 1,2 millones de pesos-dólar y el pliego no obligaba al comprador a generar electricidad ni a utilizar con algún fin determinado el muy valioso predio.

En Santa Fe, el interventor era Juan Carlos Borio -transcurría la primera gobernación de Carlos Reutemann- y para sorpresa de muchos la Empresa Provincial de la Energía decidió no hacer una oferta por centrales como Sorrento (en Rosario), Calchines y Santa Fe Oeste, en nuestra ciudad, pese a que al lado de esos predios había instalaciones de la EPE (las estaciones de distribución). Seguramente pesó la idea de no agrandar la planta de personal de una empresa a vender. Las tres fueron compradas por la Fatlyf, que no se opuso al plan de privatizaciones nacional sino que prefirió el doble rol empresario-sindical. Su socio fue Iate, de Sergio Taselli (luego conocido por los santafesinos por su frustrado deseo de quedarse con las acciones de Aguas Provinciales).

Igual a Corrientes y Santiago del Estero

Centrales Térmicas del Litoral (CTL) existió hasta julio de 2004 cuando la compró la EPE, a cambio de tomar a 48 empleados.

Fue la salida que encontró el gremio, tras perder su único contrato que le brindaba ingresos: la provisión de energía en frío, que duró hasta 2002.

Ese contrato renovado en medio de los apagones de 1994, causados el cable OF de calle Suipacha.

El interventor de la EPE, Antonio Caro, cuya misión era vender la empresa, tomó esa decisión cuando se produjo un segundo incidente eléctrico grave. A la inutilidad del Cable OF se sumó la salida de servicio, explicada como “un accidente eléctrico” de la otra vía de alimentación que le quedaba a la ciudad: en Santa Fe Norte.

Con los años (y la digitalización de los archivos de los diarios del interior) El Litoral supo que también las viejas usinas de las ciudades de Corrientes y Santiago del Estero fueron privatizadas a manos sindicales. Y que como con Calchines, no tuvieron rivales en aquellas licitaciones. Y que, como en Santa Fe en 1994, ambas capitales sufrieron unas graves crisis de provisión de energía, con apagones masivos, debido -como aquí- a fallas en cables subterráneos tipo OF... Y que allí también se firmaron contratos de provisión de energía en favor de sendas centrales.

CTL sufrió en abril de 2003 la inundación de sus dos mejores equipos generadores en Santa Fe Oeste. Hay técnicos que sostienen que podían ser recuperados, otros opinan que no tenían ya ningún valor... De cualquier forma, antes de que la EPE se quede con CTL Iate se los llevó y así la ciudad quedó sin ninguna generación hasta la construcción de la usina de Sauce Viejo.


Velas en la plaza 25 de Mayo

En diciembre de 1994, cuando ya había vuelto el servicio, hubo apenas una sola protesta y de unas pocas decenas de usuarios. Fueron con una vela a la plaza 25 de Mayo a “reclamarle luces y energía” al gobernador Carlos Reutemann, que sólo atinó a culpar a las gestiones anteriores por la desinversión y prometía privatizar a una ciudadanía que (como el país en los 90) clamaba por esa medida. Los manifestantes fueron convocados por el periodista Néstor Fenoglio, en la columna De todos los Días, que publicaba El Litoral, a cuya idea se sumaron algunos programas de radio como el que por las noches conducía Marta Ludueña.

No hay comentarios:

Publicar un comentario