Quieren reactivar el expediente del comerciante hallado muerto en junio de 2013. En tanto, sin saber qué sucedió, hace menos de un mes falleció su mamá, que luchó por el esclarecimiento del hecho.
.La Capital |
“Los intereses económicos que rozaron a cierto sector de la sociedad rosarina, conocedora de sus actividades y de las que se servía, se mantuvieron herméticos a la de hora aportar datos. Esa fue una traba importante en la investigación”. Así describieron calificadas fuentes judiciales a la intrincada pesquisa sobre la misteriosa desaparición de Walter Serra —entre octubre de 2012 y junio de 2013— y la confirmación del homicidio del corredor de cereales y operador de moneda extranjera en el mercado paralelo. Hoy se cumple un año del hallazgo del cuerpo en un descampado de Andino. En tanto, sin saber qué sucedió, hace menos de un mes falleció su mamá, que luchó incansablemente por el esclarecimiento del hecho.
Las versiones y los rumores sobre la muerte de Serra circulan en torno a su informal pero demandada actividad laboral. Según lo aportaron en su momento los propios familiares, pudo ser víctima de una venganza por una deuda de dinero de más de un millón y medio de pesos que no era suya. Su mujer se lo dijo a La Capital a cinco días del hallazgo del cuerpo sin vida de Walter.
¿Una vendetta? ¿Un mensaje mafioso indirecto para quienes trabajaba? ¿La deuda no era suya? ¿Con quiénes se relacionaba habitualmente Serra y qué trámites realizaba el hombre de 38 años que desapareció en octubre de 2012? Esos y otros interrogantes todavía trasuntan el caso.
Lo concreto es que hasta el momento no hubo prueba o indicio concreto que pudiera traducirse en al menos una hipótesis o línea investigativa. El expediente penal, que ya tiene 11 cuerpos, abierto en el juzgado de Instrucción Nº 11 (sin juez, porque Hernán Postma fue designado en el nuevo sistema de enjuiciamiento desde febrero pasado) está trancado. Para Carlos Varela, abogado de la familia, esta situación provocó que quedara “en un limbo judicial”.
Ante la reestructuración de los juzgados, esas actuaciones ahora forman parte de las cientos de causas residuales del viejo procedimiento escrito. Por eso, la investigación quedó en manos del juez Juan Andrés Donnola, que intenta darle un nuevo impulso.
Retomar la pesquisa. Según pudo averiguar este diario de fuentes tribunalicias cercanas a la causa, la mayor traba fue el silencio y la falta de respuesta rápida apenas ocurrió la desaparición. “Los intereses económicos que rozaron a cierto sector de la clase media alta de Rosario conocedora de sus actividades y de las que se servía, mantuvieron hermetismo a la de hora aportar datos, y ese fue una de los motivos que trabaron la investigación”, enfatizaron.
El teléfono de Serra se activó unos minutos después de la hora en que desapareció. La señal fue captada en la zona de Sorrento y Rondeau. Pero jamás se obtuvieron datos acerca del entrecruzamiento de llamadas o rastreo de sus contactos habituales.
La hermana de Walter, Paula Serra, su esposa, Virginia Vignau, y la madre del comerciante, Susana Centeno, que falleció el 3 de junio, hicieron permanentes reclamos en los Tribunales de Rosario, donde exigían que se investigara a fondo.
En ese contexto, atribuyeron a Gastón Conde, un destacado entrenador de rugby, el rol de jefe de Walter en un negocio que ondulaba entre la comercialización de cereales en negro y la compra y venta de dólares blue.
En ese contexto, atribuyeron a Gastón Conde, un destacado entrenador de rugby, el rol de jefe de Walter en un negocio que ondulaba entre la comercialización de cereales en negro y la compra y venta de dólares blue.
Y apuntaron a que podría aportar valiosa información para encausar la pesquisa. Las pericias informáticas sobre las computadores donde Serra registraba las transacciones confirmaron la relación laboral.
Pero a pesar de esa prueba y de que los mismos familiares lo confirmaron, Conde lo negó cuando prestó declaración informativa ante Postma. Ese fue otro aspecto que no se profundizó. Lo mismo pasó con allegados a la víctima, algunos de los cuales apelaron a un llamativo silencio.
Nadie dijo nada, nadie sabía qué hacía Walter y con quien se relacionaba. Esos silencios no fueron reinterpretados o desmenuzados por la Justicia como síntoma de un probable encubrimiento.
A un año del hallazgo del cuerpo de la víctima, la investigación judicial no pudo avanzar y permanece envuelta en el misterio. Si bien se intenta reactivar, es indudable que el tiempo transcurrido conspira contra el esclarecimiento del episodio que, a esta altura, parece entrar en el indescifrable túnel de la impunidad.
La madre falleció sin saber qué ocurrió
Susana Centeno, la mamá de Walter Serra, fue una de las personas que, junto a su hija Paula, se cargó al hombro la lucha por el esclarecimiento del caso. Falleció el 3 de junio pasado, con el dolor a cuestas por no conocer qué sucedió. Con un sentimiento de resignación, José Luis, hermano de Walter, se lo confirmó a La Capital.
“Cabe alguna duda que esto va a quedar impune. Ya pasó más de un año y ni siquiera se obtuvieron datos del rastreo de los teléfonos. Cuando se levantó la moto del lugar donde quedó, no se tomaron precauciones mínimas para resguardar pruebas. Esto no avanza más, no se va a saber nada”, enfatizó José Luis.
El hombre confirmó que el 3 de junio falleció Susana. “Mi vieja se fue con el dolor a cuestas, sin saber lo que pasó. Las demoras, por impericia, inoperancia, negligencia o por intereses que desconocemos, hicieron que la causa quede impune, cajoneada y llena de telarañas. Ahora ya no sé si vale la pena remover todo esto. Mi hermano era un buen tipo, un perejil que ni si quiera sabemos si pagó por otros, si lo entregaron o se resistió a un robo. La realidad es que nadie me va a devolver a mi hermano”, se resigno.
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