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domingo, 16 de diciembre de 2012

ROSARIO: “Mi primer proyecto es terminar la casa para que nos mudemos”


Humilde, frontal, Gustavo Corvalán no cede a las tentaciones de la fama. “Ahora soy de la gente y tengo que representarla”, dice el ganador de “La Voz Argentina".


“Mi primer proyecto es terminar la casa para que nos mudemos”
Apunten: sencillez, mucha; sinceridad, brutal; simpatía, cinco cucharadas generosas; convicción y consistencia, cantidad necesaria; talento, a gusto. Rectificar con hermetismo, dejar macerar sin ínfulas y servir con entorno virtuoso. Del recetario de Gustavo Corvalán, para la cocción del éxito “La Voz Argentina”, un programa de televisión del que participó y salió ganador, y cuya premisa principal fue encontrar la mejor voz. Sólo el real talento, tuvo la oportunidad de formar parte de este show.
Gustavo Corvalán, rosarino, de 24 años, vive en el Fonavi de Casiano Casas junto a su familia: su mujer, Natalia; su hijo Agustín, de un año y medio –otra viene en camino y la llamarán Brisa–, su papá, Gustavo; su mamá, Mara; su hermana, Brenda, de 17 años, y su hermano Uriel, de 6.
Gustavo empezó a trabajar desde los 14 años. Hizo de todo un poco: acompañante de camioneros, repartidor de bebidas, atendió negocios; pero la mayor parte se la dedicaba a la construcción, y actualmente es oficial de Durlock, un sistema de placas de yeso. “Mi primer proyecto es terminar mi casa para mudarme con mi mujer y mis hijos, y así poder estar todos más cómodos”, marca con humildad no fingida.
Antes de entrar al programa, Gustavo tenía una banda –“Que sigue con todos los integrantes menos conmigo”, dice– que se llama Luis Miguel y su banda. Es un grupo de cantina: “Cuando puedo los voy a ver. Hacíamos desde un tango hasta un cuarteto y toda la noche estábamos en contacto con la gente. Eso me ayudó a crecer, y además, como tengo amigos más grandes que yo, me guiaron mucho”, recuerda con nostalgia, el ganador de “La Voz Argentina”.
El programa comenzó a principios de este año, fue un casting abierto a todo el país donde quedó una preselección de aspirantes. Y fue escalando posiciones, hasta quedar como finalista. El formato contó con cuatro etapas: “audiciones a ciegas”, “las batallas”, “shows en vivo” y la “Gran Final”. Allí eligieron al ganador de “La Voz Argentina”, y fue, precisamente, él.
“Mi mamá me dijo que había un concurso en la tele y yo le decía que tenía que trabajar. Mi mujer también me incentivaba para que vaya. Y como había poco trabajo, me puse a pensar que no tenía nada que perder y me mandé. El casting fue en febrero de este año, en la puerta de un canal de Rosario, había alrededor de 3 mil personas, y como había mucha gente me dieron el turno para el día siguiente”, relata Gustavo.
“Entrábamos en grupos de a diez. Yo estaba en el puesto cinco. Cuando me tocó, canté un tema de Jorge Rojas, Ámame, a capella, y en la mitad de la canción me frenaron y me preguntaron si podía cantar algo más alegre. Les dije que cantaba cumbia y no se me ocurría nada: sé miles de canciones, pero estaba muy nervioso. Al rato, la gente del programa me vino a dar las gracias por la participación y pensé: «Listo, no pasé»”, recuerda Corvalán.
Del grupo de los diez participantes que integraba Gustavo, se evaluaba y se elegía a uno. “Cuando terminamos de cantar, nos sacaron afuera. Al rato, los que evaluaban, me llamaron y me preguntaron qué podía cantar, me decían que era una oportunidad para mí. Mi ídolo es Sergio Torres, un cantante que hace cumbia mezclada con salsa, que es mi referente, me salió cantar «La Cita»; y cuando llegué al estribillo explotó la canción, y de los diez quedé seleccionado”, describe Gustavo.
La segunda etapa, consistía en grabar un video, donde había que presentarse y decir qué tema habían cantando en la primera instancia. “Al mes, o sea en marzo, me llamaron de la producción del programa y me dijeron sin anestesia que había quedado seleccionado para la primera «grabación a ciegas». Justo en ese momento, estaba en una obra, renegando, con un calor insoportable. Lloraba de emoción y mis compañeros me preguntaban qué me pasaba. Estaba feliz, fue muy grande la noticia”, detalla el flamante ganador.
Gustavo recuerda que su primer viaje a Buenos Aires llegó con otros 35 participantes al hotel. Luego, los pasaron a buscar y los llevaron al canal, donde la producción le entregó una lista con 150 temas, de los cuales tenían que elegir 50. “A mí me tocó la canción Vuélveme a querer, de Cristian Castro. Volví a Rosario y me puse a ensayar con mi profesor Jaqui Pereyra, que desde los 12 años me enseñaba a vocalizar. Ensayaba mucho y me decía que tenía que poner el sentimiento en la canción”, confiesa Corvalán.
“Volví a Buenos Aires, a la «audición a ciegas», eran 30 participantes por tanda. Mis ensayos fueron realmente muy malos por los nervios, no me salía la canción, desafinaba, estaba preocupado. Después pensé: «Llegué hasta acá y voy a disfrutarlo, que sea lo que tenga que ser». Así que salí y estaban la Sole, Axel, los Miranda y el Puma Rodríguez, los cuatro de espaldas. Los primeros en darse vuelta fueron los Miranda y pensé: «Ya estoy adentro». Después la Sole, siguió el Puma, y el último fue Axel. Elegí a la Sole, pero la idea era que el primero que se diera vuelta, me quedaba con él, pero tuve la posibilidad de elegir entre los cuatro, y me sentí identificado con el folclore porque lo canto desde chiquito”, detalla Gustavo.
Corvalán asegura que el apoyo que les brindaron sus compañeros fue increíble y se encariñó con todos los participantes, hasta la gente de producción, de limpieza, el director, Marley; y rescata ese grupo homogéneo de amistad, compañerismo y de esa experiencia vivida que le dejó tapizado el corazón. “Cuando me dijeron que el ganador era yo, se me aflojaron las piernas y mi compañero, semifinalista como yo, Mariano Poblete, me levantó. Yo me decía a mí mismo que reaccione, y no podía”, recuerda la escena que miles, acaso millones de ojos vieron en pantalla.
“Volví a Rosario en una autobomba con sirenas. En mi barrio se juntaron 5 mil personas en un ratito, no esperaba tanta gente. Dos cuadras antes de llegar estaba re-emocionado, todos me saludaban. Fue increíble. Lo veo como un premio a mi esfuerzo. Ahora soy de la gente y tengo que representarla”, describe Gustavo.
“Agradezco poder trabajar de lo que me gusta y poder compartirlo con la gente, que si no hubiese sido por ellos, no hubiera logrado todo esto. Quiero transmitirles un mensaje de unión. En mí ven la humildad, rescatan la sencillez y la familia. Puedo decir que mi sueño está cumplido”, detalla el ganador de “La Voz Argentina”.

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