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domingo, 25 de noviembre de 2012

ROSARIO: Una catarata de pelotas de trapo por las escalinatas del parque España


Enzo Burgos es un narrador popular urbano —como él mismo se define— que edita la revista del viejo barrio del Abasto, donde en 2008 publicó su libro "El cuadrado mágico". En mayo último lanzó su campaña para fabricar y tirar una catarata de más de mil pelotas de trapo por las escalinatas del Patio Cívico del Monumento a la Bandera para festejar el bicentenario de la creación de la enseña patria.
La Capital | 

Una catarata de pelotas de trapo por las escalinatas del parque España
Al Gordo Burgos se le fue la mano. En mayo último lanzó su campaña para fabricar y tirar una catarata de más de mil pelotas de trapo por las escalinatas del Patio Cívico del Monumento a la Bandera para festejar el bicentenario de la creación de la enseña patria. Y ayer, a las 18.30, arrojó la friolera de dos mil pelotas de trapo desde las escaleras del parque España.
Enzo Burgos es un narrador popular urbano —como él mismo se define— que edita la revista del viejo barrio del Abasto, donde en 2008 publicó su libro "El cuadrado mágico", como llama al delimitado por la avenida Pellegrini, San Martín, bulevar 27 de Febrero y Moreno.
—¿De dónde viene tu berretín con la pelota de trapo?
—La pelota de trapo fue nuestro juego ecológico y económico en los años de mermelada. Le llamo la rechoncha ecológica. La pelota de trapo era bárbara porque nos ponía a todos en el mismo nivel. Era como el guardapolvo blanco, que lo usaba tanto el hijo del que tenía un auto grande como el del que vendía naranjas en el puerto.
—¿Recibe bien una pelota de trapo un pibe de la generación de la Play Station?
—Muy bien porque en la escuela pueden usarla. El fútbol es uno solo. ¿Cómo no van a jugar al fútbol? Si aquí los pibes aprenden a patear al mismo tiempo que a caminar. Fijate que el pibe, cuando camina, ya patea cualquier cosa, como una cajita de fósforos.
—¿Hacer jueguitos con la pelotita de trapo rellena con maíz era más fácil?
—No. No cualquiera lo hacía porque había que levantarla un poquito y mantenerla en el aire. Había tipos que estaban una hora haciendo jueguitos, como Humberto Rosa, el Coco, que jugó en Central y era del barrio del Abasto.
—Y la idea de la catarata de las pelotas , ¿cómo nació?
—¿Te parecen muchas? En 2008 entregamos unas 150 en la plaza del Abasto, en 2009 ya llegamos a las mil de taquito y en 2010 regalamos unas 200 a los locos bajitos, en cada Día del Niño.
—¿Cómo hicieron para llegar a las dos mil?
—Por la cantidad de gente que se enganchó con la idea. Hasta me trajeron pelotas hechas por unas jubiladas de un taller de la memoria de El Trébol, que coordina María Soledad Sadica. Esas mujeres se pasaron porque mandaron una caja con pelotas y cada una tenía una palabra escrita con birome, como "paz", "bienestar" y "salud". Muchos me traían las medias y yo mismo las hacía. Había días que fabricaba como 20 pelotas. «¿Se gana bien?», me preguntó una vez alguien que me trajo varias medias. ¡Hay cada uno!

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