domingo, 28 de octubre de 2012

"Que Él me lo demande": el discurso religioso de Cristina posKirchner


Un estudio de las palabras de la Presidenta desde la muerte de su esposo refleja su economía discursiva, con un vínculo con la trascendencia, como ejes centrales.


La muerte del ex presidente Néstor Kirchner abrió un nuevo capítulo en la enunciación oficial, en eso que comúnmente suele denominarse “el relato”. Desde aquella primera aparición pública en las primeras horas de la noche del 1º de noviembre de 2010, asistimos a una interpelación en primera persona de una presidenta decidida a no ocultar su dolor y –por el mismo movimiento– transgredir las normas que regulan las expectativas de consumo del discurso político. Después de todo, el permanente recuerdo, siempre cargado de intensidad emotiva, de anécdotas familiares, así como la puesta en palabra de las emociones y el anecdotario familiar pasarían a confundirse con el Cuerpo de Estado mismo, en una trama donde no se distinguen las referencias personales de las políticas en un doble movimiento de subjetivación de lo político y politización de la vida privada.
Transgresión, por otra parte, fundada en la excepcionalidad: en la institución social del luto y en la politización de la vida personal y familiar. Después de todo, si bien no era extraña a la historia política argentina, menos aun a la del peronismo, la confusión e indistinción entre mujer, madre y cuerpo de Estado adquiría dimensiones inéditas.
Desde aquel día, el lugar de la enunciación quedaría sancionado por una mujer-presidenta profundamente emocionada; pero por sobre todo, una enunciadora con un fuerte ejercicio de la memoria. Memoria política, por un lado, memoria de gestión, pero –por sobre todo– memoria de vida que le permite fluidamente rememorar un tiempo caótico, previo a las transformaciones operadas por las construcciones de “El”, donde “construir” como “crear” adquirían un sentido profundamente trascendente, como incluso le reconocería tiempo después a su biógrafa Sandra Russo, a propósito del legado del ex presidente. (…)
Asimismo, este nuevo capítulo en el “discurso oficial” puso en primer plano un fuerte juego de referencias cruzadas con el campo religioso, cristalizado y organizado en torno a la presencia de una ausencia: el pronombre “El”. De manera progresiva, en los discursos presidenciales se irían autonomizando las referencias a Néstor Kirchner de cualquier acto de enunciación concreto. La necesidad de construcción y fundación del mito tiene como mandato de base la búsqueda por la indistinción de las referencias historiográficas concretas. Después de todo, como el Dios de Abraham que se le presentó a Moisés, El es el que es, en todos los mundos posibles. (…)
Pero la construcción mítica requeriría de –por lo menos– tres operaciones más llevadas de manera conjunta: una continuidad en la serie temporal, la pretensión de cierre y el reconocimiento social. Después de todo, como sostenía Levi-Strauss, el propósito último de este tipo de construcción es el de asegurar que el futuro permanecerá, pese a las incertidumbres del presente, fiel al presente y al pasado, en los términos más simples posible.

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