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miércoles, 13 de julio de 2011

Por el Plan de Desarme, en dos meses, se entregaron 451 armas -SANTA FE

Sólo en la ciudad de Santa Fe se entregaron la misma cantidad que en toda la provincia de Córdoba. El total provincial suma 1.378 unidades. La cesión voluntaria se realiza en el Renar, Francia 3.550 de la Ciudad Capital.
 
La ciudad de Santa Fe tiene uno de los índices más altos del país de asesinatos en relación a la cantidad de habitantes. Según un informe de 2008 de la Dirección Nacional de Política Criminal, “el 65 por ciento de los homicidios se da entre personas conocidas, familiares, vecinos”. “Por eso es tan importante que el arma de fuego no esté en el hogar”, le dijeron a Diario UNO desde el Registro Nacional de Armas (Renar). “Sacá el arma de tu casa. Sacate un problema de encima”, es el lema con el que se promociona el Plan Nacional de Entrega Voluntaria de Armas de Fuego que lleva adelante el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación a través del Renar. En Santa Fe el mensaje llegó y, en menos de dos meses de la segunda etapa de ese programa, ya se entregaron de forma voluntaria 451 armas. El dato no es menor: es la misma cantidad de armas que se entregaron en toda la provincia de Córdoba. Si bien esa provincia sólo cuenta con una oficina –ubicada en su capital–, la población que tiene la ciudad de Córdoba prácticamente triplica a la de la ciudad de Santa Fe. Para completar los datos provinciales –que se actualizan todos los días– se deben sumar las entregas realizadas en la sede de la ciudad de Rosario que hasta el momento fueron 927. De esa manera, Santa Fe tiene un total de 1.378 armas entregadas, lo que la lleva a estar entre las primeras del ranking nacional. El programa consiste en la entrega voluntaria y anónima de armas de fuego y municiones a cambio de un incentivo. La misma se puede realizar en puestos de recepción fijos o móviles donde son inmediatamente inutilizadas, para luego ser destruidas. Hasta el momento en la provincia sólo hay dos lugares donde se pueden hacer las entregas voluntarias. Son las sedes del Renar ubicadas en las ciudades de Santa Fe –Francia 3.550– y Rosario. Los puestos móviles todavía no llegaron a la provincia debido a que la segunda etapa del programa se lanzó hace dos meses y las unidades móviles recién están visitando las localidades de la provincia de Buenos Aires. Por eso, cuando se termine ese recorrido se comenzará con un cronograma que incluirá a localidades de diferentes provincias. “Lo importante del programa es que la entrega es anónima, no se pide ni el documento nacional de identidad, ni ninguna otra acreditación personal ni del arma”, aseguraron desde el organismo. Los montos de las remuneraciones van desde los 200 a los 600 pesos, dependiendo del tipo y calibre del arma. Además, para garantizar el anonimato, el cheque que se le entrega a la persona que llevó el arma al Renar también es anónimo y se debe cambiar en el Banco Nación. También destacaron que no es necesario que el arma cuente con su documentación. Mientras que si la persona entrega un arma que está documentada, también tiene la opción de entregar esos documentos. “Eso ayuda a simplificar el sistema de baja. Si decide quedarse con la documentación la persona no corre ningún riesgo de tener algún problema legal a futuro porque el arma se identifica en el momento de la entrega y se la da de baja. Además, a la persona que entrega el arma se le realiza una copia de un acta en la cual consta que esa persona entregó un arma sin la necesidad de que firme nada. Pero eso le da una constancia de que ese arma fue entregada y destruida en el marco del Programa de Entrega Voluntaria”, subrayaron desde el Renar. El proceso de destrucción de las armas es fundamental, porque es lo que garantiza que las armas no vuelven al circuito de funcionamiento. En ese sentido, desde el Renar aseguraron que las 107.761 armas entregadas durante la primera etapa del programa (julio de 2007 a diciembre de 2009), “ya están todas destruidas”. Para abordar una problemática como la disminución de situaciones violentas se requiere de una serie de políticas de Estado que van más allá del Plan de Desarme. Pero este programa, más allá de reducir un factor de alto riesgo, también es un aporte a la toma de conciencia sobre los peligros que conlleva tener un arma de fuego.

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