Foto: Archivo El Litoral
Fuente: Télam
La llegada del presidente Barack Obama se concretará este jueves este jueves , algo que la mayoría considera “tardía”, mientras que aprueban las manifestaciones del probable candidato del partido republicano Donald Trump sobre la erradicación del terrorismo islámico.
Omar Seddique Mateen, el neoyorquino de padres afganos que adhería al Estado Islámico y murió luego de asesinar a 49 personas y herir a otras 53 en el club Pulse, de Orlando, el pasado domingo, fue el punto de partida de una escalada pública de Trump que llegó hasta pedir la renuncia de Obama, además de jactarse de sus “reflejos” a la hora de predecir que algo así “podía pasar porque hay mucha gente enferma de odio dentro de los Estados Unidos”.
Y esos “reflejos” son los que hoy le reclaman los habitantes de esta ciudad a su presidente, en lo que consideran, sobre todo aquellos más afectados por la tragedia, una tardía llegada a Orlando cuatro días después de los hechos. Por eso los dichos de Trump cobraron doble valor, ya que ese “tenía razón” del millonario empresario fue aceptado por buena parte de la población local, que le dio su aprobado en este tema, en desmedro del propio Obama y también de la candidata del partido Demócrata, Hillary Clinton, que había elegido ir por el camino de un mayor contralor en la venta de armas a los ciudadanos estadounidenses como la mejor manera de combatir este tipo de actos criminales.
Por eso las autoridades locales se ocuparon de presentar hoy aquí a la visita del primer mandatario como “breve pero conmovedora”, aunque esto no consiguió levantar el ánimo de todos los afectados por la masacre, que por estas horas solamente esperan el consuelo de recibir los cuerpos de sus familiares y amigos, luego de recibir esta jornada los pertinentes certificados de defunción. “Es seguro que viene. ¿Y para qué?”, le consultó a Télam un “socorrista religioso” que ofrece ayuda “humanitaria” a los deudos de los fallecidos en el club Pulse, mientras a su lado se manifestaban con gestos aprobatorios sus compañeros y también sus asistidos.
O sea la base de esta pirámide del dolor que se levantó en el centro de una Orlando que por este tiempo ya no es reconocida como la ciudad que alberga los sueños concretados de Walt Disney sino el escenario de la muerte por tiroteo más grande en la historia de los Estados Unidos.
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