martes, 10 de mayo de 2016

Con la frase #PanamáEsMásQuePapeles, los panameños defienden a su país

Por KIRK SEMPLE 9 mayo 2016

Ciudad de Panamá en abril. Después del escándalo de los Papeles de Panamá, los panameños inundaron las redes sociales con hashtags multilingües pro Panamá. CreditJoe Raedle/Getty Images
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PANAMÁ — El mensaje anónimo comenzó a aparecer en los celulares de los panameños días después de que se difundiera la noticia de que 11,5 millones de documentos, llamados los Papeles de Panamá, se habían filtrado de un bufete de abogados vinculado con discretas empresas fantasmas.

El mensaje era un llamado para defender el honor del país.

“Ok gente! La única forma de combatir a estos que están embarrando el nombre de nuestro país es creando contenido positivo, informando y educando. No estamos tomando partido en investigaciones o metiéndonos en temas de política y negocios. Solo queremos que se limpie el nombre de Panamá! Queremos atacar como en artes marciales… Usando la fuerza del oponente. Todos al mismo tiempo!”

En poco tiempo, las redes sociales se engalanaron con etiquetas pro Panamá a menudo acompañadas con fotos de playas, puestas de sol, montañas y personas felices y despreocupadas:

#PanamáParaíso (#PanamaParadise)

#SomosPanamá (#WeArePanama)

#NoSomosPapeles (#WeAreNotPapers)

#PanamáEsMásQuePapeles (#PanamaIsMoreThanPapers)

#ILovePanama

Si bien las filtraciones de la firma Mossack Fonseca ayudaron a crear la imagen de Panamá como una fuente inagotable de paraísos fiscales y un país amigo de los ricos y los corruptos, también han desatado fervor patriótico.

“Hicieron que el Panamá normal y cotidiano cobrase vida y dijera ‘¿Qué está pasando? Yo no soy un papel, no soy el individuo que está lavando dinero en Londres, Francia o Japón. Yo no soy eso'” dijo Antonio Alfaro, el presidente de la Cámara de Turismo de Panamá. “Los papeles nos unieron.”

Algunos panameños consideran que la filtración y la cobertura internacional de los medios es un ataque a la soberanía panameña, o también un complot ideado por un competidor extranjero para adueñarse del negocio bancario de Panamá.

La reacción ha sido amplia y ha cruzado todas las líneas socioeconómicas.

“La mayoría de los involucrados en estos papeles no son panameños, son extranjeros, así que en realidad Panamá es una víctima en todo este asunto” dijo Fernando Aramburú Porras, consultor y exministro de economía y finanzas de Panamá. El estado de ánimo del país “está un poco lastimado”, añadió.

Si bien la reacción surgió de un sentimiento patriótico, algunos comentaristas panameños dijeron que también refleja una cierta fragilidad nacional, que tal vez deja entrever cierta inseguridad en cuanto al lugar que ocupa el país en el escenario global.Continue reading the main storyPhoto

Un turista frente a las oficinas de Mossack Fonseca en Ciudad de Panamá. Algunos panameños consideran que la filtración de los documentos fue un complot ideado por un competidor extranjero.CreditEd Grimaldo/Agence France-Presse — Getty Images

Miguel Antonio Bernal, abogado constitucionalista que se define como “agitador de conciencias” dijo que, en efecto, Panamá todavía está intentando encontrar su posición como democracia independiente, después de años de vivir bajo el dominio de las dictaduras militares y estar dentro de la esfera de influencia de Estados Unidos durante la administración del canal, que ejerció hasta 1999.

“¿Y ahora qué somos?”, preguntó, encogiéndose de hombros. Comparó al país con un adolescente. “Somos un pequeño país de 15 años, estamos en el mundo, pero no sabemos qué somos. Durante los últimos 30 o 40 años perdimos el alma. Estamos buscando nuestra alma, nuestra identidad y lo que significa ser panameño.”

Panamá, con una economía estable y de rápido crecimiento que depende del sector de servicios, se ha convertido en un centro de comercio regional y en un lugar popular para la inversión extranjera. Sin embargo, también sufre de una de las peores disparidades de ingresos de América Latina, con altos porcentajes de pobreza entre sus casi cuatro millones de habitantes, particularmente en las áreas rurales.

Durante años, el país vinculó estrechamente su identidad al Canal de Panamá, que ha sido una especie de vaca sagrada inmune a las críticas. Pero ni siquiera esa institución ha logrado ser una fuente incondicional de orgullo nacional.

Un proyecto ambicioso para expandir el canal ha excedido su presupuesto por una gran diferencia, con un costo adicional de alrededor de 5300 millones de dólares. Y su inauguración, que ahora está programada para el 26 de junio, se ha retrasado casi dos años. Algunos panameños dicen en voz baja que les preocupa el daño que podría sufrir la reputación del país si la inauguración del canal se vuelva a demorar.

Pero mientras los panameños celebran y aceptan su canal, no se puede decir lo mismo de su relación con la industria bancaria en el extranjero. Después de la filtración de Mossack Fonseca, muchos se apresuraron a distanciarse de los abogados y banqueros involucrados en esa industria, al igual que de los políticos que la protegen.

“La inmensa mayoría de las personas de Panamá son honestas y trabajadoras”, dijo Luis González Marín, un importante funcionario de un sindicato. “Cuando hay una pelea entre elefantes, lo que más sufre es el pasto.”

“Hizo que todos los panameños se vieran mal”, dijo del escándalo Roger Villarreal, empleado de un hotel en el distrito financiero de Ciudad de Panamá. Él también ha participado en la campaña pro-Panamá en las redes sociales y ha publicado varios tuits con la etiqueta #PanamaEsMásQuePapeles o #PanamaIsMoreThanPapers.

Según Villarreal, Twitter, que es inmensamente popular en Panamá, ha permitido que los panameños expresen sus sentimientos después de años de vivir bajo el dominio de las dictaduras y, hasta cierto punto, de Estados Unidos.

“¿Sabes? Cuando te quitas un peso de encima tienes la libertad de expresarte, te sientes capaz de defender lo que te pertenece” dijo.Continue reading the main storyPhoto

La hora de la cena en Ciudad de Panamá en abril. Algunos residentes se sienten ofendidos por el pegajoso nombre del escándalo de los Papeles de Panamá y sienten que avergonzó injustamente a un país entero.CreditCarlos Jasso/Reuters

De acuerdo con una encuesta reciente realizada por la firma de investigaciones Dichter & Neira, el 91 por ciento de los encuestados piensa que el asunto de los Papeles de Panamá ha afectado “gravemente” la imagen del país y el 81 por ciento considera que también afectará a la economía del país. (La encuesta realizada a nivel nacional fue conducida en entrevistas cara a cara a 1200 adultos en sus casas y tiene un margen de error de aproximadamente 2,9 puntos porcentuales.)

Sin embargo, algunos panameños consideran que la filtración y sus consecuencias generaron un momento decisivo para el país, una prueba de su constitución emocional y de su deseo de ganarse el respeto del mundo.

“En este momento no necesitamos un patriotismo demente” dijo Bernal, quien habitualmente usa un pin con la bandera panameña en la solapa de su chaqueta.

“Tenemos que ver la crisis como una oportunidad para ser mejores: primero debemos curar todo lo que sea necesario dentro de Panamá y después ocuparnos de ganarnos el respeto del mundo.”

Comparó la crisis de los Papeles de Panamá con una ola: el país la montará, como un surfista, o será aplastado. “Tenemos que surfear hasta la cresta de la ola para recuperar al país” dijo. “Es un buen momento para pensar, reflexionar y actuar”.

En efecto, algunos funcionarios del sector turismo están intentando determinar cómo utilizar la atención negativa a favor del país.

Alfaro, de la Cámara de Turismo, también se valió de una metáfora del surfing; aparentemente el agua siempre está en mente en un país situado entre el Mar Caribe y el Océano Pacífico.

“Si lo hacemos con la rapidez suficiente, es probable que podamos dar un paseo sobre la ola y aprovechar el hecho de que todos sepan dónde está Panamá” dijo. “Tenemos que montar esa ola, pero debemos hacerlo con mucho cuidado.”

En su mente, se habían encendido las máquinas de la promoción turística.

“Dicen que somos un paraíso fiscal o financiero”, dijo, comenzando a plantear una idea. “¡Pero somos un paraíso turístico! Díganme: ¿en qué otro lugar se puede desayunar en el Pacífico, almorzar en el Atlántico y estar en las montañas por la noche sin tener que tomar un avión?”

Nytimes.com

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