domingo, 23 de agosto de 2015

Médicos Sin Fronteras busca socios en Santa Fe

El director de la organización en el país dialogó con Diario UNO sobre la labor que realiza la ONG en distintas partes del mundo.
Difusión. Pérez Cantero explica el trabajo de la ONG que brinda asistencia médico-humanitaria./ Mauricio Centurión.
Médicos Sin Fronteras (MSF) es una organización internacional sin fines de lucro que está presente en más de 60 países y que realiza desde la década del 70 tareas de ayuda médico humanitarias a poblaciones en situación precaria y a víctimas de catástrofes de origen natural o humano y de conflictos armados.

En la Argentina está presente desde 2001, y asistió a poblaciones locales en dos ocasiones: ese mismo año realizó donaciones específicas de medicamentos y colaboró con hospitales de la región del NEA, y en el 2003 brindó asistencia a la población afectada por la inundación de nuestra ciudad. En su paso por Santa Fe, David Cantero Pérez, director de la organización, habló con Diario UNO sobre la labor que realiza MSF en las distintas regiones y países en los que tiene intervención.

—¿Cuál es el motivo de su visita a la ciudad?

—La idea es acercarnos un poquito más a los más de 5.000 socios que tenemos en la provincia (40.000 en el país), y llevarles de manera más detallada nuestro trabajo. Además, acercar al resto de la población que nos conoce menos, o que no nos conoce, las realidades de todos los países en los que estamos trabajando. Sobre todo por ciertos conflictos y ciertas crisis olvidadas que no levantan demasiado interés para los medios de comunicación, pero que sin embargo pensamos que merecen la pena hablar.

—En Santa Fe hubo intervención puntual durante la inundación de 2003. ¿Qué destaca de esa labor?

—En Argentina no hemos intervenido más que un par de veces en la historia, y esperemos no tener que volver a hacerlo. Puntualmente, yo no estaba trabajando en el país, pero sí en la organización y lo recuerdo perfectamente. La magnitud de esa tragedia hizo que MSF pudiera aportar su colaboración y trabajar con muchas otras organizaciones que lo estaban haciendo acá, y así lo hicimos durante un par de meses.

—¿Cómo se decide la intervención de MSF en un determinado lugar?

—Inicialmente hacemos un análisis propio de necesidades. Ese es nuestro modus operandi. Normalmente llegamos a los sitios y evaluamos que es relevante ir o, en algunos casos, si somos llamados, hacemos un relevamiento rápido de necesidades. En el caso de las emergencias, lo más rápido posible. Suelen ser 24 o 48 horas, y a partir de allí decidimos si es pertinente o no nuestra intervención. Intentamos coordinarnos al máximo con las autoridades, siempre que es posible, porque a veces no estamos hablando de catástrofes naturales, sino conflictos armados donde las autoridades son unos y otros. Donde hay bandos enfrentados, hay que trabajar de ambos lados y coordinar con ellos o por lo menos buscar su aceptación.

—¿Cuáles son los temas más preocupantes hoy para la organización?

—MSF, como organización humanitaria que es, la acción que hace es precisamente de ayuda humanitaria. Básicamente, hay lugares donde nuestra presencia marca la diferencia entre la vida y la muerte. Eso se da sobre todo en contextos con realidades mucho más extremas, de conflictos o de catástrofes naturales o epidemias. Son realidades muchísimo más difíciles de las que encontramos en esta parte del mundo. Si bien es cierto que el grueso de nuestras actividades se centra en África, hoy en día tenemos un despliegue muy grande en Oriente Medio, en todo lo que está ligado a la crisis en Siria, y en Irak. Entonces, nuestras prioridades siguen siendo las mismas que cuando nacimos en el año 71: proveer de ayuda humanitaria a las víctimas de catástrofes naturales, epidemias, conflictos armados y otras situaciones de exclusión de la salud.

—En América, ¿qué intervenciones están realizando?

—En Latinoamérica, actualmente estamos trabajando en Bolivia, con la problemática del Chagas hace bastantes años; y en Colombia, desde los 80, muy vinculados con todo lo que tiene que ver con el conflicto armado. Además estamos en México, trabajando también sobre el Chagas, porque aunque es un país con muchísimos medios, se trata de una enfermedad olvidada. Estamos intentando que salga a la luz porque en muchos casos ni siquiera se estaba diagnosticando. Hay muchísima prevalencia, sobre todo en algunas zonas, y trabajamos con las comunidades locales, para poder diagnosticar y tratar a más enfermos. Al mismo tiempo, trabajando con la temática de los migrantes centroamericanos, que intentan subir y llegar a Estados Unidos, y que pasan una situación realmente dificultosa en su periplo.

—Las realidades que enfrentan los profesionales de MSF son muy duras, ¿cómo trabajan el aspecto psicológico?

—Buscamos que tengan ciertas aptitudes. Aparte de sus currículums profesionales, son personas que tienen que ser fácilmente adaptables a contextos muy diferentes y muchas veces muy complejos, a situaciones complicadas. Y tienen que ser muy tolerantes a la frustración, sobre todo en los profesionales médicos, que están acostumbrados como sanitarios a estar en contacto con la muerte, pero no de la misma manera. Puesto que cuando trabajan en sus sociedades tienen muchísimos más medios. Los médicos con los que he trabajado siempre decían lo mismo: “Este niño en mi hospital no se hubiera muerto. En esos sitios no podemos hacer nada”. Aceptar esas frustraciones debe ser algo importante.

—¿Cuál es la realidad más dura que le tocó enfrentar?

—Es difícil elegir una, pero yo diría que depende del momento personal de cada uno. Yo fui padre por primera vez en 2004, y en ese momento viajé a la India. Recuerdo que me chocó mucho la situación de los niños que vivían básicamente en la inmundicia, rodeados de millones de personas y de basura dentro de las grandes ciudades y casi muriéndose de hambre. Los niños vivían desnudos en un invierno muy frío y muy duro que hacía en esas ciudades y que yo desconocía.



La presencia de MSF en el país desde 2001

A comienzos del milenio, Médicos Sin Fronteras nació en Argentina como oficina de representación de la sección operacional de MSF-España con sede en Barcelona.

Desde su oficina central en Buenos Aires, coordina acciones a nivel regional en los países de América del Sur de habla hispana, relacionadas con el reclutamiento de recursos humanos (personal sanitario y no sanitario), prensa, campañas de difusión y concientización y las acciones de recaudación de fondos.

En nuestro país, MSF asistió a poblaciones en dos ocasiones: en el 2001 en las provincias de Jujuy y Salta, y en el 2003 durante las inundaciones de Santa Fe, intervino prestando asistencia en los barrios más afectados de la ciudad.

En 2013, en América latina desarrolló intervenciones en Bolivia, Paraguay, Colombia, México, Honduras y Haití. En este momento, MSF no lleva a cabo intervenciones de ayuda humanitaria en Argentina.

Casi el 90% de los ingresos de la organización proviene de aportes privados, de más de cinco millones de socios y colaboradores en todo el mundo. Actualmente cuenta en el país con más de 40.000 socios que colaboran mensualmente con una suma de dinero para solventar los distintos proyectos que lleva a cabo la organización en el mundo. Cinco mil de ese total son colaboradores de la provincia, fundamentalmente de la ciudad de Rosario.

Los interesados en colaborar con MSF lo pueden hacer a través de su página web (https://www.msf.org.ar), indicando allí el monto de la ayuda.



Coqui Toum/ UNO Santa Fe/ jorge.toum@uno.com.ar

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