Alicia Panero presentó en Santa Fe su libro sobre el rol de más de 70 enfermeras que participaron del conflicto armado de 1982. La ausencia de la perspectiva de género en la historia.
Las heroínas borradas de la guerra de Malvinas
¿Quiénes son las mujeres de la Guerra de Malvinas? En general lo aprendido y repetido lleva a pensar en las madres, viudas, esposas o hijas de los veteranos. Aquellas que enfrentaron la desesperación de no saber a ciencia cierta qué ocurría y si sus seres queridos regresarían. Pero también hubo otras, unas en las que nadie pensó y que solo hace un año empezaron a ser conocidas y reconocidas: las enfermeras que pertenecían a las Fuerzas Armadas.
La investigadora Alicia Panero es la autora de Mujeres Invisibles, el libro que recupera la historia de esas mujeres que se encargaron de curar, cuidar, contener y acompañar a los heridos y que, después de la guerra, tardaron más de 30 años en volver a hablar de lo que habían vivido.
Panero estuvo la semana pasada en la ciudad para presentar su libro y dejar inaugurada la muestra Más Mujeres, Más Paz, en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional del Litoral. En su paso por Santa Fe dialogó con Diario UNO sobre el proceso de búsqueda de las protagonistas y las deudas pendientes que hay en la historia argentina respecto a la incorporación de la perspectiva de género.
“Me di cuenta de que no había nada sobre las mujeres que habían participado en Malvinas. Cuando se me propone hacer un trabajo sobre las mujeres y la guerra me llega una foto sobre unas chicas uniformadas y armadas que había sido tomada durante la guerra y que eran enfermeras de la Fuerza Aérea”, recordó Panero sobre el inicio del camino. Ella, además de docente universitaria e investigadora, es esposa de un militar y eso le permitió acceder a determinada información de manera un poco más sencilla.
“Yo viví en Comodoro Rivadavia 12 años y no podía entender cómo nunca supe que hubo mujeres en la guerra. De hecho busqué la ley del 2 de abril y vi que era Ley del Veterano, entonces pensé que si tuviéramos veteranas debería ser «del Veterano y la Veterana» porque es lo que corresponde. Sin embargo, teniendo veteranas, la ley no las nombra”, dijo.
El proceso no fue sencillo pero una vez que logró contactar a una de las mujeres de esa foto, la cadena de contactos no se detuvo. “Ellas me contaron que hubo chicas en el continente pero otras estuvieron en los barcos y en Puerto Belgrano, que era donde se derivaban los heridos de la Marina o los que tenían mayor complejidad de cualquiera de las fuerzas”, recordó.
Y agregó: “A medida que las iba encontrando me daba cuenta de mi propia ignorancia y de la ignorancia social que había respecto del tema. Sobre Malvinas se han escrito cientos de libros en el mundo pero ninguno habla, ni siquiera en un capítulo, de las mujeres. Como que las borraron”.
Las invisibles
Entre las más de 70 mujeres que Panero tiene relevadas, hay algunas que apenas tenían 15 o 16 años cuando se vieron envueltas en la guerra y mientras que las que eran mayores de edad eran todas enfermeras profesionales. Todas vivieron de cerca del horror y tuvieron que regresar para ser ignoradas por más de 30 años.
—¿Cómo llegaron las menores de edad al conflicto armado?
—Las menores de edad estaban estudiando un curso de aspirante de enfermería que se había abierto en la Armada en 1981 para chicas que no tenían el secundario terminado. La idea era que mientras estudiaban enfermería pudieran terminar la escuela. Ellas no fueron trasladadas de Puerto Belgrano pero sí fueron puestas en contacto con los heridos, los vieron, los escucharon gritar y pedir que se querían morir.
—¿Y las que eran mayores?
—Las mujeres de la Fuerza Aérea habían sido las primeras en ser incorporadas como enfermeras profesionales al cuadro militar. Fueron las primeras militares de las Fuerzas Áreas, se sumaron en 1981 y al año siguiente les tocó ir a la guerra. Y las del Ejército eran enfermeras del hospital militar central de Buenos Aires, civiles que pidieron ir voluntariamente a la guerra. Ellas se embarcaron en el buque hospital Almirante Irízar.
—¿Cuál fue el papel que tuvieron?
—Ellas recibieron a los soldados y vieron las condiciones en las que llegaban. Amputados por heridas de guerra pero también con consecuencias de la falta de previsión en la logística de la comida, muchos estaban desnutridos, deshidratados y con quemaduras de frío por la falta de abrigo. Ellas vieron cómo llegaban y la orden primaria de ocultar partió de la dictadura. Así como se ocultó a los soldados, se las ocultó a ellas.
—¿Qué pasó después de la guerra?
—Volvieron a sus casas como si nada hubiera pasado. O sea, sin contención, sin atención. Como la mayoría de los veteranos, sin nada.
Aún hoy para muchas de las mujeres que estuvieron en la guerra es muy difícil hablar de lo que vivieron y persisten muchos prejuicios. De todas maneras, existen distintos proyectos del sector político tendientes a darles el reconocimiento que merecen; aunque la gran deuda sigue siendo el reconocimiento de las Fuerzas Armadas.
“Hay que tener en cuenta que la guerra, durante mucho tiempo, fue un hecho vinculado a la dictadura y, en democracia, era como vergonzante para ellas contar. Tenían miedo de que se las vinculara desde ese lugar”, explicó Panero y siguió: “Muchas de ellas hablaron por primera vez del tema conmigo. Sus hijos se enteraron cuando ya eran grandes de que ellas habían estado en la guerra”.
—¿Dónde quedaron ellas cuando comenzó a cambiar la mirada sobre los excombatientes y a darles un mayor reconocimiento social?
—Sobre el final del gobierno de Alfonsín, cuando se empieza a revalorizar a la figura del veterano y del héroe de Malvinas, las mujeres quedaron afuera. Fue un olvido no solo de las instituciones militares que las dejaron afuera sino también de la sociedad. Yo como mujer todavía hoy me planteo qué estuve pensando: ¿que la única mujer que participó de la guerra fue Margaret Thatcher, la primera ministra británica? ¿Cómo no se nos ocurrió pensar que había mujeres involucradas más allá de las madres y las parejas?
“En Comodoro Rivadavia –siguió– estaban las enfermeras en el hospital reubicable en la base aérea pero también estaban las enfermeras del hospital regional que muchas veces se llevaban los soldados a las casas cuando les daban el alta porque no tenían a dónde ir. Entonces no se entiende cómo nunca nadie se encargó de difundir esas historias”.
En ese sentido, analizó que la historia oficial sobre la guerra está cerrada sin las mujeres para las Fuerzas Armadas. “Creo que tiene que ver con una cuestión cultural y nos falta aprender mucho sobre el ejercicio de la igualdad porque las banderas del género no son tan sinceras como uno cree”, evaluó y lamentó que, a un año de la publicación del libro, no haya una decisión real de reconocer a esas mujeres dentro de las fuerzas.
Por último, Panero señaló la importancia de pensar en el rol de la mujer en distintos momentos del país. “No hay una historia de las mujeres como pretende la historiografía sino que hay una historia de la que las mujeres son sujetos. Hay una historia de la humanidad que nos incluye, no podemos seguir estando en paralelo como las mujeres de la guerra o las mujeres de la medicina. Tenemos que estar incluidas como sujetos de la historia igual que los hombres porque hemos formado parte de todos los procesos”, subrayó.
Y acotó: “Esto tiene que servir, en nuestro país, para que se ponga el foco en el género para ver si son genuinas las banderas que se levantan dentro de las Fuerzas Armadas, si la igualdad es sincera y si se corresponde el discurso con la realidad. Hay que empezar a ver este tipo de cosas”.
Victoria Rodríguez/ UNO Santa Fe/ victoriarodriguez@uno.com.ar
La investigadora Alicia Panero es la autora de Mujeres Invisibles/ Mauricio Centurión.
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