lunes, 11 de mayo de 2015

Maniataron a un hombre de 80 años para robar en su despensa de barrio Candioti Norte

Ocurrió este domingo por la noche en Iturraspe al 1500. Coco, dueño del local, contó que se trataba de una mujer y dos chicos jóvenes. “Las cachetadas dolieron más que piñas”, sostuvo Juan Soffietti.
Diario UNO | 
A las 22 del domingo, una mujer y dos jóvenes ingresaron a la despensa ubicada en Iturraspe al 1500 y empujaron al dueño, lo maniataron y le robaron el dinero de la caja y ahorros personales.
Se trata de Coco, de 80 años, quien recibió dos cachetadas por parte de los delincuentes que lo maniataron de pies y manos y le taparon la cara con una sábana. 
Los malvivientes se llevaron 3.000 pesos de la caja y otros 7.000 que el hombre tenía ahorrados en un lugar de su casa.

Juan Soffietti fue humillado anoche por dos delincuentes. Su negocio fue asaltado. Esta mañana, al recordar el episodio se quebró, pero no por el dinero perdido. “Uno de los ladrones me dio varias cachetadas. Me dolieron más que si hubiesen sido piñas. Me pegaba como si fuera su hijo. Sentí que me relajaba, que me verdugueaba”, comenzó diciendo con los ojos llorosos. Eran lágrimas de bronca e impotencia, no de temor o de cobardía.

Este hombre, de aspecto “curtido”, tiene 80 años de vida y más de 50 de comerciante en el barrio. Es dueño de un modesto bar que cuenta con una vieja mesa de pool en su interior, en la cuadra de calle Iturraspe al 1500, en barrio Candioti. Allí, algunos vecinos acostumbran a pasar el tiempo, tomando fernet, cerveza o vino.

“Eran aproximadamente las 22 de ayer y no había clientes en el local. Yo ‘hacía tiempo’ para ver un programa de TV que me gusta y decidí reponer las bebidas que había sacado de los freezers. La puerta estaba cerrada con llave. Me acostumbré a trabajar así por la inseguridad y sólo abro para dejar pasar a las caras conocidas. Cuando me arrimé para cerrar el postigo me apareció una chica joven detrás de las rejas que me pidió unas papitas saladas. Me dio un billete de 50 pesos y sentí pena de que esperara afuera, por lo que la dejé pasar. Le di el paquete y el vuelto. Entonces se fue, pero cuando quise cerrar el portón, atrás de ella se me metieron estos dos tipos”, manifestó “Coco”, como “todo el mundo” le dice.

“Ambos eran flaquitos -continuó-. Uno era petiso, de unos 20 años, y tenía un revólver en la mano. Era el jefe. Lo mandaba al otro, que era más alto, posiblemente menor de edad, y portaba un cuchillo que me apoyó en la panza. Me quisieron tirar al piso, pero finalmente sólo me hicieron sentar en la escalera. ‘No te muevas, porque te la vamos a dar’, me repetían. Tomaron la plata de la caja registradora. Había bastante, porque era lo que recaudé todo el fin de semana. Pero querían más.

Entonces me preguntaron con quién vivía. Les mentí. Les dije que lo hacía con mi hijo, su esposa y mis nietos. Inventé que ellos iban a volver en media hora. Entonces el bajito me retrucó: ‘No importa. Si vienen, les damos un tiro a cada uno y listo’. Si realmente era cierto que iba a venir mi familia, no me iba a quedar quieto. A mí me iban a matar, pero a mis nietos no los iban a tocar”.

“A los empujones me llevaron hasta la pieza. Ahí me acostaron y me ataron de pies y manos con precintos plásticos. También me taparon la cabeza con una sábana. Revolvieron todos los cajones. Me tiraron todo al piso, pero no había nada allí. Cuando se descuidaron pude zafarme de las ataduras y abrí la puerta de la habitación. Quería pedir ayuda, pero no me dejaron. Se enfurecieron y me volvieron a maniatar, más fuerte todavía. ‘Si tenemos que volver, sos boleta’, me amenazó otra vez el petiso”, contó el comerciante.

“Cuando ya no sentí más ruidos volví a desatarme, pero habían trabado la puerta por fuera, así que tuve que escalar y pasar por una ventanita hasta el depósito. Entonces vi cómo habían preparado dos televisores y cigarrillos, pero se ve que dejaron todo al encontrar más dinero que yo tenía guardado en el mostrador para comprar unas cerámicas. A esto no me lo van a hacer más, lo aseguro. Yo voy a seguir trabajando y no voy a tomar otra precaución adicional, pero una cosa así no me pasa más”, sentenció Soffietti.

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