“Estamos mejor que en enero último, en infraestructura y en la organización de la empresa”. Los responsables de hacer que haya energía cuando más necesaria será, evitan cualquier pronóstico categórico.
En la EPE. Daniel Brizuela, gerente de Infraestructura; Lorenzo Blas, gerente de Explotación y Eduardo Passerini, subgerente de Explotación.- Foto:Guillermo Di Salvatore
De la redacción de El Litoral
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“Nada nos asegura que no haya cortes en verano. Ni ahora, ni nunca. La confiabilidad absoluta no es posible. Sí podemos decir que estamos mejor preparados que en el verano que pasó”, resumen Daniel Brizuela, gerente de Infraestructura; Lorenzo Blas, gerente de Explotación y Eduardo Passerini, subgerente de Explotación.
Explican lo que tantas veces han tenido que decir: “La electricidad produce calor, en una resistencia, en un cable, en el circuito que sea. Cuando los días de verano no tienen un respiro por las noches y las temperaturas mínimas no bajan lo suficiente, las instalaciones eléctricas sufren más. El calor se acumula y los materiales fallan”.
Y destacan “fallas vamos a tener. Hemos trabajado para disminuir la zona afectada y el tiempo de reposición. Si el verano pasado tuvimos áreas grandes sin energía, esta vez los cortes tendrán que ser más acotados y si tardábamos ocho horas en reponer el servicio hemos hecho lo suficiente para bajar por lo menos a cuatro”, explican.
La EPE lanzó recientemente una licitación por 10 millones de pesos para reemplazar en la ciudad cableado tradicional por cables preensamblados, mucho más nobles y resistentes (además de menos invasivos desde lo paisajístico) frente a las tormentas. Se hace siguiendo un mapa que da prioridades a las áreas cuya “tasa de falla es relativamente alta ante condiciones climáticas adversas”.
Por otra parte, “en media tensión se mejora el servicio al crearse alternativas para la provisión de la energía. Se descargan zonas que estaban sobrepasadas, mediante la multiplicación de distribuidores y redes”.
“Se cambiaron redes tradicionales de 13.000 voltios, por otra también de aéreas pero con un ‘cable protegido’, que cuenta con una vaina para protegerse del arbolado; y también se usó la llamada ‘línea compacta’, un cable preensamblado que puede pasar entre los árboles”, afirman.
Calchines
Se estima que para marzo se completará -con una inversión de unos 14 millones de pesos- la renovación del Centro de Distribución Calchines, cuyas instalaciones son muy viejas y han tenido -el verano pasado- problemas serios que provocaron cortes en el servicio.
“En enero y febrero estará disponible, de manera parcial, la obra en caso de producirse una emergencia”, señalaron.
Con esa posibilidad, si Santa Fe viviera -como el año pasado- una emergencia en ese punto, habría instalada una capacidad de respuesta mejor. “Esto no quiere decir que si sale Calchines no habrá cortes, sólo que la solución será más rápida y los cortes más acotados”, puntualizan.
Sin efecto en cadena
La obra consiste en algo más que cambiar lo viejo por lo nuevo. Las tecnologías que se reemplazan por ejemplo en el caso de las celdas (las que están en uso son abiertas, en aire y de mampostería) por otras metálicas (de seguridad aumentada), “de tener un problema -que es poco probable- no afectará a las celdas linderas: no tendremos un efecto en cadena que afecte a todo el sector que alimenta Calchines en el micro y macrocentro”.
La obra servirá además para nuevos tendidos de redes y rediseñar circuitos. Los extensos se dividirán y así la confiabilidad será mayor.
ET Puerto
Otra obra relevante es el trabajo en la Estación Transformadora Puerto. No se va a contar con esos equipos este verano y se cree que a mitad del año próximo estará operando. Sin embargo, para los meses calientes que vienen esa ET hará la diferencia. No sólo porque se trata de una instalación nueva y confiable, sino también porque esa ET permitió más tendidos eléctricos en baja distribución.
Plan de contingencia
A fines de 2012 se aprobó un Plan de Contingencia que en pocas palabras, ante problemas serios, reconfigura el ordenamiento interno de la empresa. El jefe de Explotación toma a su cargo la decisión de convocar a personal de más áreas que usualmente no reciben sus órdenes.
Tras los cortes del verano, pasado al plan se le agregó un anexo especial: Emergencia en Baja tensión.
“Históricamente estábamos acostumbrados a las emergencias en media tensión, causadas por tormentas fuertes: postes y cables derribados por el viento o algún árbol. Es una emergencia que tiene un comienzo y un final. Para los trabajadores implica dos o tres días de labor fuerte y luego se descomprime”, señalan.
En cambio, la emergencia en baja tensión tiene otras características. Aquí “las fallas no suceden por la violencia de un temporal sino por la persistencia de las altas temperaturas”.
La temida “ola de calor” hace que las labores en baja tensión (en la última red anterior al domicilio) puedan llegar a requerir “quince días seguidos de trabajo intenso”.
Es frente a esa contingencia que la EPE ahora ha creado un plan para tener más cuadrillas, que roten y puedan trabajar. “Por ejemplo todo el personal de Obras, quienes hacen las conexiones y desconexiones en Comercial, y se refuerza con esa gerencia el Centro de Atención Telefónica. A ese esquema se suman otras áreas, incluso Administración para salir a comprar lo que haga falta o tenerlo en stock”, añaden.
50 millones de razones para normalizar la demanda
Las obras del Plan Abre producen -sobre todo- un efecto social y económico, pero también un efecto eléctrico sobre la demanda.
Los técnicos hablan en la Empresa Provincial de la Energía de la “regularización de suministros”, que luego se transformó en el plan Luz y Agua Segura y más tarde en el Plan Abre, que sumó a municipios para agregar obras viales.
El abastecimiento confiable a zonas que tenían un servicio tendido por ellos mismos cambia enormemente su situación con el servicio: sus vidas no enfrentan el mismo peligro, sus electrodomésticos no sufren lo mismo (y no tienen que cambiarlos continuamente). Descubren -por fin- el cambio que implica que a un barrio ingrese el Estado.
“El otro efecto, diríamos colateral, es que al construirse sus circuitos, la inversión de la EPE también genera un beneficio extra en las zonas vecinas, que antes debían compartir instalaciones”, dice a El Litoral el gerente de Explotación de la empresa, Lorenzo Blas.
El cambio no es menor: quien paga por lo que consume (si las tarifas no tienen subsidios que las vuelvan irreales, como en Capital Federal) apaga la luz cuando hay sol. Obviamente, no lo hacen quienes no pagan y -sobre todo- aquellos que saben que exponen sus vidas cada vez que tocan un artefacto eléctrico conectado a una red irregular.
Junto con los servicios públicos a los barrios santafesinos llegan charlas para educar a los nuevos usuarios. Y tras los beneficios llegan las responsabilidades: el plan contempla dos tipos de limitaciones eléctricas frente al consumo irracional. Una es la que le cabe a todos los clientes que pagan sus facturas (en estos casos con subsidios, pero con un pago variable según consumo); y en situaciones de extrema pobreza se colocan, en cada una de las viviendas (no en forma comunitaria como en las villas porteñas) interruptores de potencia, que saltan cada vez que se pasen ciertos límites en la demanda. “La gente aprende a no planchar cuando funciona el lavarropas”, grafica Blas.
Ex enganchados
Como los ex enganchados ahora son clientes, en esa condición pueden exigir el mantenimiento de las redes, “y para nosotros las tareas son más sencillas”.
Para las cuadrillas de la empresa ingresar a ciertas zonas “era ser visto como los enemigos, como los que les íbamos a sacar los cables que ellos tiraban, ahora nos llaman porque tienen un problema eléctrico. Es muy distinto. Hemos podido hacer estas tareas de regularización de suministros con la gente, con los líderes de cada lugar cuidándonos. Y por suerte hasta ahora no hemos tenido problemas”, destaca.
“Si pensamos que el verano pone a prueba todas las instalaciones eléctricas vemos que cuantos más barrios haya con suministros regulares, más posibilidades hay para las reparaciones”, explica.
Comienzo
En la ciudad de Santa Fe “tenemos 6 barrios terminados, otros 6 muy avanzados (entre 70 y 90%) y otros 4 barrios más que están por hacerse, con equipos a instalar que ya tienen adjudicadas sus órdenes de compra. La inversión por estos barrios es de 50 millones de pesos”, subraya el gerente.
“Ahora estamos en una etapa en la que los mismos vecinos de un barrio sin suministro regular ven los beneficios de otros sectores que ya fueron regularizados y van a pedirlo. Tenemos mucha demanda y hay un gabinete, a nivel gubernamental que fija prioridades... la realidad es que ni nosotros tenemos la capacidad económica ni los contratistas la capacidad operativa para hacer 30 barrios a la vez. Hace dos años comenzamos con San Agustín. Ya hay 15 que tienen luz y agua segura. Es un programa de 8 a 10 años, y llevamos dos”, expresa.
Entre Santa Fe y Rosario “hay unos 100 mil suministros irregulares”, es decir, esa cantidad de hogares enganchados. Para saber el número de habitantes en barrios enganchados a la red hay que multiplicar esa cifra por cuatro o cinco.
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