Así lo aseguró Pablo Lara, consultor del sector. El cepo al dólar y la falta de opciones para invertir en una economía inflacionaria mantienen la actividad.
Desde finales del año pasado y comienzos de 2014, los indicadores de la mayoría de los rubros vinculados a los sectores productivos argentinos acusaron el impacto de la crisis y lo vienen reflejando en los números de crecimiento de las distintas actividades. Ha sido un año con bajas significativas de los índices productivos, pero en este contexto la construcción parece ser un rubro con una dinámica distinta.
Pese a la fuerte crisis inmobiliaria y frente a las restricciones para la compra de dólares, las obras no
tienen el ritmo de otros años, pero el sector mantiene un ritmo de actividad constante. Así lo demuestra el último Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (Isac), publicado por el Indec que registró en septiembre un avance del 8,4 por ciento en relación a agosto, con una pérdida en los nueve primeros meses del año del 1,2 por ciento
En su paso por la ciudad, el licenciado en Economía, Pablo Andrés Lara, dialogó en exclusiva con Diario UNO sobre la actualidad del sector. Lara es consultor del Grupo Construya, integrado por las más importantes industrias nacionales de fabricación de materiales para la construcción y tiene además 10 años de trayectoria desempeñando funciones en sectores de análisis crediticio y préstamos estructurados para entidades bancarias de primera línea.
—¿Cuál es el contexto macroeconómico y cómo influye en el sector de la construcción?
—La actividad está en recesión, como la economía argentina en general. La construcción produce bienes de capital, y estos son los primeros que se enteran cuando la cosa no funciona bien. Lo atípico de esta situación es que la construcción está en una recesión acotada, o reducida para lo que es la experiencia tradicional. Todo está explicado por la existencia del cepo cambiario que paralizó el mercado inmobiliario y provocó un traslado de demanda de los bienes terminados a la construcción. Eso sostuvo en un nivel muy alto a la actividad durante los últimos tres años.
—¿Qué es lo que se puede esperar en el futuro inmediato?
—Para lo que queda de 2014 y principios de 2015, el devenir de la actividad está muy ligado a lo que le pase a la macroeconomía, en donde hay un contexto de muy alta incertidumbre. Tenemos un gobierno que está llegando a su fin de ciclo, porque no hay posibilidad de una reelección estricta y una acumulación de importantes desequilibrios que cuestan mucho revertir, precisamente porque el mandato está terminando. La credibilidad frente al público está reducida y el nivel de incertidumbre es muy alto. Entonces corregir los desequilibrios es muy difícil y muy costoso. Por eso tenemos un escenario de inflación muy alta y creciente, un escenario de nivel de actividad económica en
contracción, un deterioro del mercado laboral, caída del poder adquisitivo y mucha gente queriendo
refugiarse en el dólar. Entonces en ese contexto realizar negocios es más difícil, pero nunca imposible.
Y creo que aún en este contexto, cuando uno mira los números del sector, es un buen momento para
poner obras en marcha. Es una buena oportunidad para posicionarse en tierra, pensando en negocios a realizar en el mercado desde 2016 en adelante. En este sentido, no es un mal contexto.
—Pese al momento desfavodesfavorable, la construcción es una de las actividadesque menos cae: ¿tiene relación este fenómeno con el crecimiento extraordinario de los últimos años?
—En la construcción no es que el pasado sostenga el presente, es un flujo que se da año a año. Salvo que consideremos la inercia de las obras que se pusieron en marcha en 2012 y 2013, que se vienen ejecutando y que todavía tiene sentido seguir en marcha. En todo caso, lo que los empresarios pueden ajustar es la velocidad de la obra, pero el nivel de actividad actual del sector está muy fuertemente explicado por el funcionamiento del mercado inmobiliario.
—¿Cómo es ese funcionamiento?
—Es una situación inédita, nunca hubo crisis previas en las cuales el sector de la construcción no se enterara de una crisis en otro eslabón de la misma cadena. Porque el sector inmobiliario está al principio y al final de la cadena, es muy atípico que de una caída tan grande en ese sector no se entere el resto. Entiendo Entiendo que tiene que ver con las características que tuvo la inversión en
construcción en la última década. Esto es una fuerte inversión de gente con recursos propios, que inicialmente no está apurada por terminar los bienes, entonces los guarda, los retira de la oferta del mercado para venderlos, porque no consigue el precio que pretende y no hay desesperación por vender. Eso genera una fricción muy grande en términos de encontrar compradores a la unidad, ya que un contexto de tanta incertidumbre, la preferencia de la gente va a los activos líquidos, es decir, al dólar billete, y no tanto a activos que son seguros, pero no tan líquidos como una propiedad.
Entonces, en el mercado inmobiliario no se hacen transacciones y los demandantes buscan un sustituto cercano en la construcción a dos o tres años, donde el inversor se va a juntar con metros cuadrados que eventualmente van a tener un valor de mercado y que inicialmente se pagan en cuotas y en pesos. Este es el escenario que hizo que mucha gente se vuelque a la construcción y que la actividad se sostenga.
—Si hay financiación en pesos, ¿sigue conviniendo construir?
—Sí, el cepo cambiario y la visión de la gente de que el inmueble tiene un valor en dólares determinado o no, porque depende del momento en que se realice, no hay certeza de cuanto vale, hace que la gente vuelque pesos al segmento de la construcción que en otro momento los
hubiera destinado al dólar billete.
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