El ataque ocurrió el 24 de diciembre pasado, en barrio Candioti. Para la fiscala Perticará, se trata de una tentativa de homicidio calificado por alevosía. La víctima fue torturada durante cuatro horas.
Diario UNO |
La víctima, la dueña de la casa donde Soledad trabajaba, al día de hoy sufre secuelas gravísimas del ataque que padeció aquella mañana de Navidad. Según los últimos informes médicos, tiene todo el lado izquierdo de su cuerpo paralizado, desde el cuello hasta la pierna. Perdió la voz, casi no puede hablar, y le falta un trozo de pulmón izquierdo. Todas esas lesiones fueron provocadas con un cuchillo y un martillo. La reconstrucción policial del hecho indica que el ataque duró más de cuatro horas. Tanta fue la agonía de la víctima, que le pedía a Soledad que la matara. El episodio, con lujo de detalles, está contado en la resolución firmada el 19 de mayo pasado, por la fiscala Elena Perticará.
El 24 de diciembre pasado, a las 8, Soledad tocó el timbre en la casa de su empleadora. La mujer, aún en piyamas, decidió no cruzar el patio hasta la reja, en cambio, le arrojó a Soledad la llave para que pudiera ingresar a la casa. La mujer no estaba contenta con cómo Soledad había estado trabajando en su casa, pero nunca sospechó que podía llegar a ser una amenaza para ella. Apenas Soledad entró a la casa, le gritó a su patrona: “¡Vos dijiste que yo ando robando!”. Al reclamo, le sumó un primer empujón y enseguida repetidos golpes de cuchillo. La apuñaló en el tórax, en la columna, en las axilas y el cuello. Intentaba matarla. Cuando la mujer ya estaba en el piso, le pegó en la cabeza con un martillo. Pero seguía viva. Entonces, la obligó a tomar dos pastillas de Diazepan, para sedarla. También le cortó las muñecas e intentó asfixiarla. “No me puedo ir de acá si vos no estás muerta”, le repetía Soledad a la dueña de la casa.
En su escrito, la fiscala detalla: “El estado de indefensión de la víctima fue aprovechado por su agresora, que actuó sobre seguro y sin riesgo alguno; a solas con su víctima y sin posibilidades de pedir auxilio le generó padecimientos que se prolongaron por horas aumentando momento a momento su dolor y sufrimiento. Inclusive se retiró del lugar creyéndola muerta, previo arrojarle el celular al agua, la dejó encerrada y se llevó las llaves de la vivienda, no pidió auxilio, no llamó a los servicios de emergencia. Se retiró de la vivienda creyendo haber logrado el objetivo meditado, ultimar a su víctima”.
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