Diario Uno.
La dueña de la dietética El Rincón de Lis, que está en Urquiza al 1.300 de barrio Sur, ayer las 18.30, forcejeó con un individuo que intentó entrar por la fuerza a su negocio, y su férrea actitud encontró la colaboración de una clienta que estaba en el local, y entre ambas frustraron el seguro asalto al comercio. Diario UNO de Santa Fe dialogó con la propietaria del negocio, Lucía Stricker quien, sobreponiéndose a la situación de tensión vivida, narró las particulares y violentas circunstancias que le tocó atravesar.
—¿Puede usted contarnos cómo frustró el asalto a su local?
—Sí. Yo me di cuenta que un joven intentó ingresar con violencia al local sin advertir que nosotros disponemos de una sistema de seguridad electrónica de acceso, y eso me puso en alerta sobre la presencia de un presunto asaltante. “Vi claramente que el joven forcejeaba con la puerta para vencer la cerradura y entrar, entonces decidí poner mi cuerpo para evitarlo, y una clienta del local me ayudó a hacer fuerza y entre ambas logramos que no nos venciera la resistencia, aunque tanto fue la fuerza de uno y otro lado, que el vidrio lateral a la puerta se terminó resquebrajando”.
—Sí. Yo me di cuenta que un joven intentó ingresar con violencia al local sin advertir que nosotros disponemos de una sistema de seguridad electrónica de acceso, y eso me puso en alerta sobre la presencia de un presunto asaltante. “Vi claramente que el joven forcejeaba con la puerta para vencer la cerradura y entrar, entonces decidí poner mi cuerpo para evitarlo, y una clienta del local me ayudó a hacer fuerza y entre ambas logramos que no nos venciera la resistencia, aunque tanto fue la fuerza de uno y otro lado, que el vidrio lateral a la puerta se terminó resquebrajando”.
—¿Pero el ladrón no entró?
—No. Pero no se dio por vencido tan rápidamente, sino que sacó un arma de fuego que tenía en la cintura y me gritó: “Abrime la puerta porque te voy a matar; abrime la puerta porque te voy a matar”.
“Claro que no abrí la puerta del negocio, y entonces él se fue y se subió en una moto adonde lo esperaba una chica y se fueron a toda velocidad por Urquiza hacia el sur”. “Mi clienta y yo quedamos conmocionadas con lo que nos tocó vivir, pero no permitimos que el delincuente ingresé al local. Después llamamos al 911 y la Policía llegó algunos minutos después al negocio y le describimos cómo era el delincuente, su fisonomía, cómo estaba vestido, y les relatamos a los vigilantes la presencia de su cómplice que era una joven que lo estaba esperando con la moto en marcha, para escaparse. En esta oportunidad no pudieron llevarse nada, no pudieron consumar el asalto”.
—No. Pero no se dio por vencido tan rápidamente, sino que sacó un arma de fuego que tenía en la cintura y me gritó: “Abrime la puerta porque te voy a matar; abrime la puerta porque te voy a matar”.
“Claro que no abrí la puerta del negocio, y entonces él se fue y se subió en una moto adonde lo esperaba una chica y se fueron a toda velocidad por Urquiza hacia el sur”. “Mi clienta y yo quedamos conmocionadas con lo que nos tocó vivir, pero no permitimos que el delincuente ingresé al local. Después llamamos al 911 y la Policía llegó algunos minutos después al negocio y le describimos cómo era el delincuente, su fisonomía, cómo estaba vestido, y les relatamos a los vigilantes la presencia de su cómplice que era una joven que lo estaba esperando con la moto en marcha, para escaparse. En esta oportunidad no pudieron llevarse nada, no pudieron consumar el asalto”.
—¿Usted está lesionada en su antebrazo?
—Y sí, el delincuente hizo tanta fuerza con la puerta, que hasta llegó a pegarme con el casco cuando forcejeábamos en la entrada.
—¿Usted sabe que las cosas pudieron tener otro resultado?
—Es cierto. Pero cada uno reacciona como puede. Nosotros estamos trabajando, y ellos robando.
—Es cierto. Pero cada uno reacciona como puede. Nosotros estamos trabajando, y ellos robando.
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