miércoles, 26 de febrero de 2014

SANTA FE: Poca luz sobre los robos del cableado de la EPE en accesos

En los últimos cuatro meses se registraron al menos cuatro sustracciones en el tendido eléctrico de la Empresa Provincial de la Energía en los accesos a la ciudad. El negocio de la venta del cobre. 
Diario Uno.
Blanco. El Puente Carretero sufrió en los últimos meses reiteradas sustracciones de cables y hechos de vandalismo. / FOTO: JUAN MANUEL BAIALARDO - DIARIO UNOBLANCO. EL PUENTE CARRETERO SUFRIÓ EN LOS ÚLTIMOS MESES REITERADAS SUSTRACCIONES DE CABLES Y HECHOS DE VANDALISMO. / FOTO: JUAN MANUEL BAIALARDO - DIARIO UNO
Entre la noche del 17 y la madrugada del 18 de noviembre la Empresa Provincial de la Energía (EPE) detectó tres hechos vandálicos –por lo general son robos que no se llegan a concretar– que dejaron a oscuras al Puente Carretero que une las ciudades de Santa Fe y Santo Tomé. El hecho fue el primero de una seguidilla de ataques al tendido eléctrico de los diferentes accesos que tiene la ciudad de Santa Fe.


A mediados de diciembre, y hasta que pasaron las Fiestas, la EPE decidió poner seguridad privada en inmediaciones a ese viaducto debido al constante asedio sobre la red eléctrica. Cada atentado se traducía en que un sector de la ciudad de Santo Tomé se quedara sin servicio. En ese lugar la empresa provee la energía a los tableros de la concesionaria de la ruta nacional 11, que es la encargada de mantener iluminado el puente. Sin embargo, muchas veces rompen los tableros para tener acceso a los cables. Otro de los hechos resonantes se dio en enero cuando, a días de inaugurar la línea de media tensión que va paralela a la ruta 1 por el terraplén oeste, se produjo el robo de 150 metros de cable en los aliviadores de la ruta nacional 168, en el tramo que une la ciudad universitaria con la ruta 1. Ese hecho se volvió a repetir a los pocos días, por lo que la nueva línea que asistirá a San José del Rincón aún no pudo ser inaugurada.


El tipo de cables que fue robado corresponde a una línea de media tensión, con una potencia de 33 kilovoltios. Los mismos cuentan con una revestimiento exterior de PVC, una malla de cobre, otro revestimiento plástico y tiene el corazón de aluminio. En esos casos la modalidad de los robos se basa en un corte transversal a la cubierta plástica para arrancar la malla de cobre. De esa manera, el cable parece estar intacto, pero al faltarle el elemento de cobre ya queda inutilizado.

El avance sobre tendidos eléctricos próximos a zonas urbanas es mucho más riesgoso que en zonas rurales, donde prácticamente no hay testigos de los hechos. Incluso en los campos el robo también se focaliza sobre transformadores chicos de 7,6 kilovatios, con lo que se puede alimentar un grupo chico de usuarios. Eso se pega a un poste que es derribado, luego se abre el transformador y se sustrae la vara de cobre en su interior. En esos casos, el robo también deja sin servicio eléctrico y sin vida útil al aparato que debe ser reemplazado por uno nuevo.

Hasta el momento, por los últimos robos de cables en los accesos a la ciudad capital sólo hubo tres detenidos que, según confirmaron fuentes judiciales, ya fueron liberados luego de ser procesados bajo la figura de hurto simple. El ex juez de instrucción penal, José Manuel García Porta, investigó una de las causas más importantes vinculadas al robo de cables de la EPE. Ese proceso culminó en febrero de 2006 con el secuestro de 50.000 kilos de cobre y aluminio (ver aparte) y la condena de una banda que se dedicaba a exportar los metales sustraídos a la EPE.

García Porta le dijo a Diario UNO: “Lo que puede comenzar como un robo al menudeo, si no se detiene a tiempo, empieza a crecer. Si no hay una investigación y un control rápido, esto va a aumentar porque al cobre se lo paga muy bien y se lo llega a exportar”, remarcó. “Eso puede dar lugar a que se monte una estructura delictiva. En el caso que me tocó investigar, en 2006, había una distribución de tareas. Había dos o tres personas que eran los cortadores. Ellos trabajaban con escaleras muy altas y con tijeras con mango de madera para evitar una electrocución. Luego se almacenaba en unos galpones gigantes del norte de la ciudad y se los llevaba a la ciudad de Rosario desde donde se lo exportaba. En ese momento secuestramos dos camiones cargados”.

“Es toda una mafia que funde lo que obtienen de los cables y venden el cobre. Eso es un negocio fabuloso”, sentenció y agregó: “Era una asociación ilícita que se dedicaba a cometer estos delitos de robo, con un plan predeterminado y con una distribución de tareas. Era una organización mafiosa que robaba muchísimo cobre”. García Porta también puso el acento en los controles que se deben realizar en las rutas. “En un procedimiento cuando se encuentra una carga de cobre el transportista tiene que tener documentación que lo autorice a transportar la mercadería con una constancia de dónde se compró. Pero si hay una impunidad muy grande y no hay controles se facilita mucho más la comisión de estos delitos”.

“La asociación ilícita –explicó– es un delito autónomo que concurre materialmente con los otros que se puedan cometer. Basta que esté probada la pluralidad de sujetos, tres o más, y la decisión de unirse para cometer delitos a través de la permanencia en un tiempo, da la asociación ilícita. Estos delitos económicos hay que investigarlos”. Esa investigación debe permitir echar luz sobre quiénes son todos los actores involucrados en la ruta económica del delito. De esa manera, no sólo se dará con las personas que se dedican a hacer la extracción de los cables, sino también con quienes se dedican a hacer la comercialización de los elementos robados.

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