Melani, de 15 años, fue atacada salvajemente el jueves pasado por una patota. La golpearon y apuñalaron. Ayer, en una camilla del Hospital Cullen, fue amenazada por una tía de uno de los detenidos por el caso: “Levantá la denuncia o le vamos a hacer algo a tu familia”. "Yo sé cómo trabajar, cómo mandar a mis hijos a la escuela, pero con esto que nos está pasando ahora estoy perdida, no entiendo, no sé qué hacer. Nunca me había ocurrido algo parecido", se lamentó Betiana, la mamá de la adolescente.
.
Melani Estefanía Schafer tiene 15 años y es alumna del Colegio Sagrado Corazón de Jesús desde primer grado. Hoy cursa el tercer año, es una buena estudiante, no tiene problemas de conducta y es muy querida por sus compañeros. Además, es hermana de una adolescente de 16 años y cuatro pequeños de 14, 11, 5 y 3. Su madre es el único sostén de la familia. Betiana realiza tareas domésticas en casas ajenas y también trabaja en un comedor para ganarse la vida. El cuadro se completa con la abuela materna de los niños. Se trata de una familia muy unida que tiene su hogar en barrio Roma.
En horas de la siesta del pasado jueves, la tranquila vida de Melanie y los suyos dio un brusco giro. La joven salió de su casa para asistir a una clase de educación física. Rumbo a su escuela, tal como ya se narró en estas páginas, fue interceptada por una salvaje patota de tres chicos y tres chicas. Los violentos sujetos golpearon y apuñalaron a la menor, que terminó con heridas de arma blanca. La más profunda afectó a uno de sus riñones.
Todavía, la propia víctima no entiende por qué la atacaron. Sólo escuchaba que gritaban “agarrála” y “dame”, pero la dejaron tirada en inmediaciones de la esquina de Juan Díaz de Solís e Hipólito Yrigoyen, sangrando, y no se llevaron nada. “Primero fue asistida por un vecino que es médico. Luego la trajeron para el Hospital Cullen, donde quedó internada en la parte de Urología.
La atención es estupenda aquí. Estuvo a punto de perder uno de los riñones, porque el cuchillo llegó a lastimarlo. La operaron. Ayer le tuvieron que hacer una transfusión de sangre, porque había perdido mucha durante el incidente y la intervención quirúrgica. Tenía la presión muy baja.
Le está costando estabilizarse”, explicó esta mañana Betiana, la mamá.
Amenaza
Ayer, cerca de las 15, Melanie volvió a ser atacada, esta vez en una pieza del centro público de salud. Una mujer que dijo ser tía de uno de los detenidos por el caso (son dos menores y un mayor) caminó tranquila por los pasillos del hospital, con la misma impunidad con la que entró a la habitación en la que está internada la adolescente.
“Era el horario de visitas. Dejé a mi hija con mi hermano y fui hasta el bar a comprar algo para comer con el mate. Cuando volví me encontré con esta mujer, que estaba adentro. Melanie y el tío estaban shockeados. Esta señora le hablaba a mi hija y le decía que tenía que levantar la denuncia. Nos dio cuatro fotos en las que aparece un grupo de chicos y nos decía que ellos eran los culpables del ataque, no los detenidos”, contó Betiana.
“Quedé paralizada -agregó-. Mi hija comenzó a llorar y me dijo ‘tengo miedo mamá’. Entonces reaccioné y saqué a esta mujer fuera de la pieza. ‘Te retirás. Sos imprudente, una mala madre.
Tendrías que haber hablado conmigo y no con mi hija, porque ella no está bien”, le manifesté.
Entonces cambió su actitud y se tornó agresiva. Me gritó: “Levantá la denuncia porque sé dónde vivís y conozco todo sobre tus hijos. Si no levantás la denuncia vamos a tomar represalias con tu familia”. Luego, salió corriendo, ante la mirada de enfermeras y algunos pacientes. Me desesperé, me agarró un ataque de nervios. Traté de frenarla, pero no pude”.
Con custodia
“Estoy indignada y me siento insegura, indefensa. Mi hija otra vez fue atacada. Anoche no paraba de llorar. Le costó mucho poder dormirse. Come poco y sólo se ríe un poco cuando es visitada por sus amigas. Esta mujer entró con total caradurez. Nunca le importó nada. Sabía perfectamente dónde estaba Melanie y eso me preocupa. Ahora estoy un poco más tranquila, porque las autoridades policiales de la Unidad Regional I, cuando se enteraron de lo ocurrido, nos pusieron custodia en el hospital y en mi casa, donde quedaron mis otros hijos con mi mamá”, manifestó.
“No estamos acostumbrados a estas situaciones. No nos sobran los recursos. Yo trabajo limpiando casas de familia y en un comedor. Soy el sostén de la familia y si no trabajo, mis hijos no comen. Estos días estoy gastando todo lo que tengo y cuando salgamos de acá voy a tener que retomar mis quehaceres. Entonces, qué va a ser de mis hijos, me pregunto. A mí pedime que te diga cómo trabajar o cómo mandar a los chicos a la escuela. Eso lo sé. Pero con esto que nos toca vivir estoy perdida. No sé qué hacer, porque nunca nos había pasado algo así”, concluyó la angustiada madre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario