Los gritos se repitieron constantes en la esquina de Grandoli y Gutiérrez. Se hicieron anchos. "Queremos justicia y seguridad". Más de 400 personas se congregaron allí la noche de ayer para reclamar el esclarecimiento del crimen de Ricardo La chancha Santana, el dueño de una agencia de loterías asesinado de un balazo por la espalda durante un intento de robo ocurrido el mediodía del martes.
.La Capital |
El local de Santana está en Gutiérrez 19. Y hacía allí se dirigió la multitudinaria marcha, recorriendo esa conocida arteria de la zona sur, para luego, en medio de gritos y llantos, caminar hasta la seccional 11ª, donde fueron atendidos por el comisario Horacio Scifo.
Por el crimen está detenido Pablo David C., un joven al que la policía fue a buscar hasta una casa del barrio Tío Rolo y que según los pesquisas no tiene nada que ver, pese a la similitud de su apellido, con la familia del ex líder de la barra brava de Newell\'s Old Boys que está afincada en el barrio cercano a la agencia donde mataron a Santana. Sin embargo, en la marcha de anoche se cuestionó a esa familia afincada en el Fonavi Municipal.
"En el barrio no se puede vivir. Matan a una o a dos personas por semana y no sale nada en la tele ni en los diarios. Y a veces hasta ni se hace la denuncia. Por las noches son tiros permanentes acá. Nos están matando y el municipio está preocupado por las bicisendas y el Dakar", dijo Tito, un hombre de unos 45 años que vive en las tiras de los Fonavi y anoche estaba más que caliente, aunque no pudo dar las estadísticas que den certeza a su comentario.
Querido y buscado. La agencia de loterías que atendía Santana desde hace 20 años era una referencia del barrio. El local es chiquito, un cuadrado de tres por tres con paredes descascarada y varios cartelitos escritos a mano y pegados en sus vidrios ofreciendo todo tipo de servicios: "Cuido enfermos"; "Vendo ropa interior"; "Alquilo local", cosas que la gente del mismo barrio colgaba para tener difusión y que Santana exhibía sin molestias. "Estaba abierto desde las 8 de la mañana a las 22. La familia era de trabajo, una muy buena persona La chancha", dijeron sus vecinos.
Cuentan que una vez a Santana lo robó un chico del barrio y algunos vecinos fueron a buscar al ladrón y se lo llevaron al agenciero: "No hizo nada. Le dijo al chico que se fuera, que lo perdonaba", recordó un "casi hermano" del comerciante.
"A mi papá lo mataron por la espalda, como a un perro. El tenía un revólver en el mostrador pero nunca lo usó. El pibe entró al local, cargó el arma y cuando mi papá se paró para salir, este chico le disparó por la espalda", señaló ayer Ezequiel, uno de los hijos de Santana que participó de la caminata.
Denuncias y pedidos. "El barrio es insoportable. Acá hay familias que hace años pudrieron todo y la cosa se arregla trayendo a Gendarmería. No queremos a la policía porque ellos están entongados", decían algunos vecinos en tono más que encendido.
La convocatoria para la marcha se había hecho puerta a puerta, por medio de redes sociales y con 2 mil volantes. Fernanda Serna, del "Movimiento Rosarino por la Seguridad", fue quien movió esa estructura de difusión básica. El barrio sufre desde hace al menos dos años de una violencia inusitada, con muertes ligadas al narcotráfico o ajustes de cuenta de todo tipo además de los robos violentos, como el sufrido por La chancha.
"Acá todos nos conocemos. No podés salir a la calle que aparece un pibito y te mata. Queremos paz y seguridad", dijo Fernanda, que portaba una pancarte del Movimiento.
Las anécdotas sobre inseguridad abundan. "Los choferes del 113 tienen que dejar pasar sin pagar boleto a estos chicos delincuentes porque sino los marcan y después, cuando pasan nuevamente, los balean o les rompen el coche a piedrazos", indicó otra mujer con el ánimo exaltado.
Hasta la seccional 11ª sólo llegó un centenar de vecinos. El resto se había dispersado tras hacer un minuto de silencio frente al comercio de Santana. Allí los recibió el comisario y se encontraron con Tato Caminos, el hermano de Pimpi que tiene que presentarse en la comisaría cada vez que juega Newell\'s para demostrar que no fue a la cancha. Entonces, el jefe policial tuvo que escuchar preguntas que no tienen respuestas inmediatas. "Ustedes saben quiénes son ¿por qué no los detienen?"; "¿Dónde están los móviles de la comisaría que no nos cuidan?" O exigencias difíciles de resolver: "Queremos que venga Gendarmería"; y los gritos pidiendo "seguridad y justicia" que se impusieron entre los vecinos preocupados, tristes e indignados.
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