Lo dice Willy Pierson, fundador
del circuito rosarino y mano derecha de importantes pilotos de carrera.
Por su taller pasaron, entre otros, el Renault Gordini del Chueco
Nocelli y el Fiat 1600 de Marcelo Pousa. También compartió las pistas
del turismo grupo 2 con Zampa y los hermanos Albertengo.
En los setenta, Willy Pierson fue la
mano derecha de importantes pilotos. Por su taller pasaron, entre otros,
el Renault Gordini del Chueco Nocelli y el Fiat 1600 de Marcelo Pousa.
También compartió las pistas del turismo grupo 2 con Zampa y los
hermanos Albertengo. Y fue uno de los socios fundadores del autódromo
municipal Juan Manuel Fangio.
Una trayectoria más que suficiente
para que ahora se entusiasme con la llegada del Súper TC2000 a la
ciudad. Y para que esta semana saliera a defender a capa y espada la
recuperación de la pista de carreras, frente a la batalla judicial que
están librando un grupo de vecinos del lugar. “Quienes están viviendo en
Aldea o en los barrios cercanos al autódromo compraron los terrenos muy
baratos, justamente, por la cercanía de la pista de carreras. Se fueron
a vivir ahí sabiendo que allí funcionaba el autódromo. No tienen nada
que reclamar”, fustigó.
Se llama Guillermo, pero asegura que
nadie lo conoce por su nombre. Y vivió parte de la historia del
automovilismo local, hasta el 84 cuando dejó la comisión fiscalizadora
Regional 4ª y volcó su amor por los fierros a la náutica. “En el deporte
de esos días todo era mucha pasión y mucho pulmón”, recuerda, dos
cualidades que no faltaron en el comienzo del autódromo.
Según cuenta Pierson, las pistas
surgieron por el impulso de un grupo de amigos. “En el 60 éramos un
grupo de 40 o 50 chicos que nos gustaba correr picadas, pero había que
hacer unos trámites tremendos para que nos dieran permiso para cortar la
costanera. Después nos perseguía la policía. Entonces, con otros
corredores mayores empezamos a pelear para que se construyera un
autódromo”.
Así empezaron las gestiones para
conseguir los terrenos delimitados por Baigorria, el aeropuerto y las
calles Schweitzer y Malabia, y paralelamente juntar los fondos para
encarar las obras. “El primer circuito, de tierra, se armó en el 67 o 68
y se armó sobre la actual rotonda de ingreso al aeropuerto, pero tuvo
una vida efímera.
“Cuando vino el golpe militar, lo usaron para sembrar y nos sacaron todo”, acota.
Los proyectos de las obras quedaron
congelados hasta el 81, cuando se creó la comisión para el autódromo
municipal: “A la cabeza estaba un ex corredor, Barbagallo, y tenía unos
200 socios que aportábamos una cuota para la construcción del circuito.
Todavía me acuerdo de la inauguración en el 82, Usandizaga era el
intendente y como no había plata para hacer un asado, festejamos con una
raviolada en el aeropuerto”.
Malas compañías. Lo que pasó después es más conocido. Concesiones
fallidas, pocas carreras, abandono. “El autódromo no se pudo desarrollar
porque estaba en las manos equivocadas”, opina Pierson. Y se entusiasma
mientras recorre con La Capital las obras de remodelación de la pista
para la llegada del Super TC2000.“El beneficio económico que traerá a la ciudad va a ser impresionante. Dicen que a la fecha del Súper TC2000 van a venir 40 mil personas, pero creo que se quedan cortos”, afirma y advierte que el circuito traerá un beneficio adicional, “servirá para sacar las picadas de las calles, porque si alguien tiene plata para preparar un auto, también la tiene para pagar una entrada para correr”.
Por eso nospera a que se le pregunte su opinión sobre los reclamos judiciales de los vecinos a la pista.
“Cuando se construyó el autódromo, todo el lugar era campo. No vivía nadie. Quienes están viviendo ahora en Aldea o en los barrios cercanos al autódromo compraron los terrenos muy baratos, justamente por la cercanía de la pista de carreras. Se fueron a vivir ahí sabiendo que allí funcionaba el autódromo. Ahora no tienen nada que reclamar”, critica.
“Con ese mismo criterio tendríamos que sacar las vías de los trenes o clausurar la avenida de Circunvalación, porque también allí se producen embotellamientos y ruidos molestos. No tiene sentido”, concluye uno de los fundadores de la pista de carreras.
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